La Mia Metá

capitulo 3

Sarah

Salgo de mi trabajo cansada. No veo la hora de llegar a casa y darme un baño para poder descansar.

Voy hasta dónde está mi moto parqueado, tomo el casco y me lo pongo. Amo a mi bebé, mi hermana siempre se ha opuesto a que la maneje, dice que es un peligro para mí o los que están a mí alrededor pero no le doy importancia. Esta es mi bebé.

Antes de arrancar siento el bolso vibrar. Ruedo los ojos y esta vez me aseguro de no estar manejando.

—Dime— Sostengo mi móvil con mis mejillas y mi hombro mientras con mis manos sostengo la moto.

—Sarah — Se escucha la voz de mi hermana Laura agitada — Necesito que vengas al hospital Highiel —

—¿Qué sucede?— Hablo asustada —¿Te pasó algo? ¿Le pasó algo a Carla?—

— Ella y yo estamos bien — Dice — Es Pedro, tuvo una recaída pero ya está estable — Suspiro sintiéndome tranquila.

—Voy para allá —

—Maneja con cuidado. Habitación 402 — Cuelga.

Marcelo

Termino de revisar unos papeles antes de salir para la Soledad de mi departamento.

La verdad es que sin la mía metá, no tiene sentido llegar a casa.

Por mucho tiempo traté de quitar ese vacío con mujeres pero ninguna me llenaba. No sé cómo hace mi hermano para andar con una y con otra, yo solo espero que ella aparezca.

El móvil suena y contesta sin mirar.

—Hola hijo — Dice mi padre — Necesito que vengas al hospital Highiel, Pedro tuvo un pre infarto —

—¿Pero está bien?— Preguntó levantando de mi asiento para tomar mi saco y salir hacia el hospital.

— Está bien, solo le mandaron reposo—

—Está bien, no demoro—

Sarah

Llegó al hospital y me quedo un rato con Pedro. Él es como un padre para nosotros, siempre se ha preparado para nosotros.

Mis hermanas ya se han ido. Laura tiene que alistar la maleta porque tiene que viajar con su jefe y sale mañana temprano y Clara hace un trabajo para la Universidad.

Después de la insistencia de Pedro y Juana en irme a descansar, decido hacerlo ya que queda en buenas manos con su esposa.

Beso la cabeza de cada uno antes de despedirme y salgo hacia el ascensor. Al entrar me pongo en una esquina y no sé porque mi estómago se empieza a sentir una sensación extraña. Los pelitos de mi cuerpo se eriza y un escalofrío me recorre todo.

Muevo mis manos nerviosas, las sacudo y muevo mis pies y doy gracias a Dios que las puertas se han abierto y me acerco rápido en poder salir del ascensor pero tropiezo con alguien y al hacerlo una corriente se extiende por todo mi cuerpo haciendo que empuje con fuerza a la persona que he tropezado y yo salga de la cabina.

Observo con quien tropecé mis ojos se abren, no puedo creer que el bombón del espejo esté aquí y antes que alguno pueda decir algo, las puertas del ascensor se cierra.

Marcelo

— Nooooo— Grito al ver las puertas cerradas y trato de oprimir todos los botones y no se detiene.

Las personas que me acompañan me miran extrañas, pero no me importa. La mía metá estaba acá y no pude reaccionar, nuevamente mi cuerpo se paralizó.

Clara

Ayer nos llevamos un susto con Pedro. Menos mal que esta mañana Juana nos informó que ya le dieron de alta y está en su casa. Después de la Universidad quedé con mi hermana en ir a visitarlos a su casa que queda cerca de la muestra.

De nuevo me detengo y suspiro al verlo. De nuevo aquel chico oscuro.

No tiene amigos, no tiene novia. Siempre anda solo, sumergido en su música.

Lo observo desde que llegué a estudiar a la universidad. Por alguna razón, me recuerda al chico del lago. Ese que jamás vi su rostro.

He tratado de acercarme para poder hablarle, pero por alguna razón siempre se escabulle, es como si supiera que yo me acercará aunque no me vea.

Doy unos pasos y el sonido de un pito me pone alerta. Volteo encontrándome a mi hermana que sacude su mano en forma de saludo. Me doy la vuelta buscando al chico oscuro y ya no lo encuentro. Suspiro y salgo hacia donde mi hermana.

Ambos nos vamos en su moto hacia donde Pedro, compramos unas frutas en el camino para llevarles y dos cuadras antes un grito hace detener a mi hermana.

—¡Sarah!— Escuchamos que llaman a mi hermana.

Mi hermana se detiene y su loco amigo se acerca corriendo.

—Maldita perra, no me dijiste que venias— Agita su mano.

¿Dice que su amigo es súper gay?

— Cállate estúpida y súbete — Mi hermana se corre en su moto y me hace señas que haga lo mismo. Ruedo los ojos, no es la primera vez que nos montamos los tres en la moto.

—¡No te muevas! — Grita mi hermana y la moto se tambalea.

—¡Para ya!— Gritó —¡Deja que me baje y voy a pie!— Mi hermana no hace caso, ríe como loca mientras sentimos como Diego pasa sus manos por encima mío y llega hasta sus senos y los aprieta.

En ese momento todo se vuelve un descontrol. Mi hermana grita, yo grito y Diego grita como loco. La moto se tambalea con fuerza cuando subimos al andén de la casa de Pedro y los tres caemos hacia un lado.



#683 en Otros
#135 en Relatos cortos

En el texto hay: almasgemelas, destinos, hilorojo

Editado: 21.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.