Sarah
No pude dormir por más que trate, no pude hacerlo. Lo único que hice fue llorar y llorar toda la noche.
Trate de explicarle a mi hermana lo de La Mia Metá, pero ella se negó a escucharme. No entendía o no quería entender. Simplemente para ella son leyendas absurdas.
Ahora no sabía qué hacer para volver el anillo. Necesitaba prepararme mentalmente y sacar las fuerza necesarias para hacerlo.
Clara
Me sentía mal por mi hermana. Estar en sus zapatos en este momento me hace pensar que lo mejor no fue tener nada con Nicolás. Por lo menos el dolor que siento ahora es menor si hubiera tenido un contacto más profundo.
Sé que para Laura, esta situación es difícil. Ella siempre ha cuidado de nosotras, por más que tuvimos la ayuda de Pedro y su esposa, ella jamás nos abandonó. Ni siquiera cuando se iba a casar.
Ella había quedado con su prometido que compartiríamos una casa para estar más pendiente de nosotras. Siempre nos consultó y entre las tres tomamos las decisiones. Por esa razón, jamás ni Sarah ni yo pasaríamos por encima de ella.
A la mañana siguiente, donde a la hora de desayunar era risas y burlas. Ahora habita un enorme silencio.
No solo Sarah se veía que no había podido dormir en toda la noche, tanto Laura como yo estábamos igual que nuestra hermana. Las tres estábamos sumergido en un mar de tristeza.
Después de ese desayuno cada una se encerró en su habitación. Ninguna habló, ni siquiera Laura. A las cuatro de la tarde decidimos acompañar a Sarah a regresar el anillo. En todo el camino fue igual, nadie dijo nada.
Laura
Me siento como basura. Yo no quería que mi hermana fuera infeliz. Al contrario, siempre me he esmerado para que a mis hermanas no les falte nada pero sinceramente esto se me va de las manos.
No podía aceptar que mi hermana se fuera a casar con un desconocido.
No se trataba de lo que me pasó, bueno en parte sí. Si yo dure más de 8 años con mi pareja y pensé que lo conocía y termine más engañada ¿Se imagina que le espera a mi hermana que tan solo lo conoce de hace menos una semana?
¡Es que está loca! ¿Cómo decide casarse con un hombre que apenas conoce?
No. Tenía que evitar que mi hermana fuera engañada y manipulada por una absurda historia.
Decidí acompañar a mi hermana para que devolviera el anillo. Necesitaba conocer esa familia y decirle que se meta su estúpida historia por dentro.
¿Qué pensaba? Acá engañamos a esta chica con esto y todo tranquilo.
¡No! Eso ¡Nunca! Por muy sola que estemos, nos tenemos a las tres y sobre mi cadáver permitirá que dañaran alguna de mis hermanas.
Llegamos a un portón enorme. Mi hermana da aviso al intercomunicador y de inmediato las puertas se abren. El auto entra por un camino de piedras y un momento a otro un hombre sale haciéndonos detener.
— ¿Qué sucede?— Pregunto a mi hermana y ella baja el vidrio del auto y el hombre se acerca.
—Niña Sarah. Bienvenida—Dice el hombre —Supongo que viene a ver al señor Marcelo— Mi hermana asiente —El joven no se encuentra en casa de sus padre, él se encuentra en su propia casa—Mi hermana me mira por un momento y mira al hombre — Siga por acá, los jóvenes tienen su casa por ese camino— Señala un desvió, un camino aparte de la gran casa.
Miro hacia al frente y puedo ver en el fondo una enorme mansión y donde nos encontramos no se ve ninguna casa. Mi hermana le agradece y empiezo a manejar por el camino que indico el hombre de atrás.
Miro a Carla por el retrovisor y ella está sumergido en sus pensamientos mirando por la ventana. Desvió mi mirada hacia Sarah y esta lo mismo. Suspiro y sigo por el camino en silencio.
Debo admitir que el paisaje es hermoso. Solo se puede ver grandes árboles y flores.
Me detengo al visualizar la casa, o mejor dicho las casas. El camino te lleva hasta la entrada de cada una que rodea una enorme fuente. Detengo el auto y mis hermanas y yo estamos con la boca abierta viendo la hermosa vista sin saber a qué casa ir.
Todas tres casas son de madera con grandes ventanales. Son hermosas casas campestres pero cada una con un estilo diferente.
— ¿Sabes cuál es la casa de Marcelo?— Pregunto a mi hermana y esta niega con la cabeza.
—Jamás he estado aquí—dice.
— ¿Y ahora qué hacemos?— Pregunto.