/13/
Alma
Estaba frente a las puertas de una casa que me producía vértigo.
En la distancia podía apreciar la nube de familiaridad que abarcaba esta casa.
Era, una casita familiar. Como me la había imaginado.
Era una casa de dos pisos, ancha, de fachada blanca y tejas negras.
Tenía unas cuatro pequeñas escaleras, para ascender a la pequeña base que daba a una gran puerta de madera negra, rectangular, custodiada por dos pilares de ladrillo que sostenían el balcón saliente de la segunda planta, situado sobre la misma puerta.
Había dos ventanales rectangulares horizontales a ambos lados de la puerta y en la segunda planta, un ventanal grande y otro, que era como una especie de balcón alargado, que ambos, se posicionaban detrás del balcón saliente.
El tejado, negro y empinado, constaba de dos ventanas pequeñas, como buhardillas y una pequeña chimenea negra en el extremo izquierdo.
Podía sentir la herida susurrarme detrás de mi oreja. Podía sentir las manos rascarlas hasta qué un picotazo de dolor cruzó todo y me acordé de respirar y de seguir.
Anduve unos pasos hasta que quedé frente a la puerta. Conté hasta diez y respiré intentando disipar toda la neblina que mis ojos veían.
Sonreí – o hice el intento – y toqué el timbre.
Dumán me recibió con una gigantesca sonrisa.
Al entrar, me sentí presa, sentí que unas cadenas se implantaban en mis manos, las sentí cuando me llegó el olor de su colonia.
No me quise quedar mirando la casa, porque me parecía una falta de educación, pero pude apreciar lo familiar que era, las fotos y decorativos familiares.
Una señora de pelo rizado por los hombros, ojos azules y de facciones dulces y gentiles, de complexión media se me acercó , sus ojos, ahora que los miraba fijamente, me daba cuenta de lo brillosos que eran, sin duda, esa señora nunca había pasado por un infierno.
Me recordaban un poco a los ojos de Dumán, en el brillo.
Llevaba un delantal beige sobre un bonito vestido azul.
Las lágrimas llegaron a mis ojos y las oculté como siempre había hecho, aparentando que era mi brillo.
Flora me abrazó y sentí que alguien pellizcaba mi corazón. Un pellizco carnal, como el de una madre, como el de una abuela. Solo que el pellizco removió el dolor que ocultaba su nombre.
Flora se alejó y sonrió encantada. Alegre, tomó mi mano.
Asentí segura, aunque por dentro no paraba de llorar. Por dentro mi pecho retumbaba como hojas ante un vendaval.
“Mi madre usaba ese perfume” – quise decirle, pero me mordí la lengua.
Ella me miró esperando respuesta, así que me obligué a mentir.
Dejamos de plantarlas cuando mamá se fue. Cuando ocurrió…
Asintió con una sonrisa y dos chicas se presentaron frente a mí.
Ella se alejó y llegó la que suponía que sería Soleil.
Sonreí, Soleil era bajita y tenía el pelo castaño y ojos azules, llevaba unas gafas redondas de pasta negras y sus labios eran carnosos.
Soleil era una niña que parecía muy dulce.
Llevaba un peto negro con un jersey de cuello huerto verde agua.
Después de presentarme frente a ellos, me hicieron pasar a un salón bastante acogedor con un sofá en la pared derecha y frente a él, una mesa redonda. En la puerta, había una esquina en la que reposaba una mecedora.
Tenía un poco de miedo.
Asentí y miré cómo todas sus miradas se fijaban en mí. Todas de manera cariñosa. Pero para mí, incómoda.
Asintió e igualmente, me trajo un vaso de agua.
Su marido llegó, con él, un rostro alegre y cariñoso. Era alto, de ojos y pelo castaños, de complexión media y podías ver una cariñosa sonrisa en su rostro.
Reconocería esa mirada hasta con los ojos cerrados, fue él. Él…
Me tensé y asentí lo mejor que pude, solo quería salir de aquella casa, lo más rápido que pudiese. Porque me sentía encadenada, encadenada a mi pasado.
Killian me miraba algo afligido y Flora también, podía notar un poco de dolor traspasar sus miradas.
Asentí algo confundida, esto era demasiado difícil. Nunca había hablado de mí, puesto que yo no era tan importante como mi familia, puesto que yo vivía siempre escondida y era cómodo.
#5518 en Novela romántica
#1675 en Fantasía
amor amor adolecente heridas y maltrato, reencuentro amor, superación de miedos
Editado: 16.06.2025