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Dumán
Desperté con un mal sabor de boca, un sabor que me indicaba que ese día saldría mal.
En el instituto, todo era normal, menos ella, Alma.
Me había acercado pero ella me había ignorado, pero no como siempre hacía. Es más, ni siquiera me había mirado. Y eso era raro.
Silveri me miró curioso.
Cristel sonrió y se acercó a mí, yo la alejé antes de que llegase a tocarme.
Ella lo tomó como una ofensa y sonrió maliciosamente
Negó y se marchó, me giré y vi a Alma. Pero no me miraba con ese cariño que tenía, me miraba con asco, con furia. Veía una coraza que me mostraba a una Alma decepcionada. De pronto, notaba murallas entre nosotros.
¿Habría hecho algo mal? ¿Se habría cansado de mí? No sabía que había ocurrido, solo quería que estuviésemos bien.
En la hora libre, subí tras ella a la biblioteca y me estuvo ignorando, no me dirigió la mirada, parecía parte de la pared.
Entré en nervios y corrí hacia ella, intentando llamar su atención.
Ella me ignoraba. Llegué a un punto que me sentí completamente estúpido y tomé su mano con las lágrimas en la garganta.
Ella miró nuestras manos entrelazadas con asco, luego, me miró de dicha manera a mí.
Me sentí el hombre más estúpido del mundo.
Dolido, busque la respuesta en sus ojos y ella se zafó corriendo de mí. Siguió colocando las cosas ignorándome.
Y de pronto, me llegó un mensaje.
“Eres un mierdas”
“Como te pille te arranco los huevos”
“Gente como tú merece morir”
“¿No te da vergüenza?”
“Imbécil”
“Capullo”
Los mensajes seguían y seguían y yo no sabía el porqué.
El tic de mi ojo derecho comenzó.
Ella me miró seria.
Ella se carcajeó y negó con amargura.
Se hizo el silencio entre ambos, un silencio tan pesado como un muro.
Yo me paré a pensar en todo lo que había hecho hasta ahora, no tenía ni idea.
Hasta que sentí su rota mirada en mí.
Negué y miré sus ojos intentando que me creyese.
Ella negó, yo, me estaba empezando a agobiar.
Le di el teléfono, ella revisó todo. Aunque no había nada, todavía veía la decepción en sus ojos.
Ella negó. Yo estaba empezando a agobiarme, no había hecho nada, yo nunca sería capaz de dañarla así.
Las lágrimas habían comenzado a salir, no podía controlarlas,
No sabía el porqué, nunca había llorado porque alguien no me creyese, pero Alma era ella. Simplemente Ella.
Cada cosa que leía me producía arcadas. El malestar se implantó en mi paladar y tuve la necesidad de hacer algo.
Ella negó.
Farid llegó con Tadeo y Silveri.
Después de explicarles las cosas, llamé a mi padre. Alma se había alejado y nos ignoraba a todos.
Mi padre me dijo que saldría el responsable cuando investigasen. Porque me estaban suplantando la identidad.
Porque estaban alejando al amor de mi vida de mí.
Estuve esa hora allí, con todos los chicos alrededor de mí, preocupados, mientras Alma pasaba de nosotros y colocaba libros.
La vimos alejarse y Tadeo fue en su dirección.
Oí su grito.
Tadeo regresó negando, segundos después, hicimos como que nos marchábamos y todo se quedó en silencio, hasta que escuché los primeros sollozos del fondo de la biblioteca.
Alma no paraba de llorar, quería levantarme y correr hacia ella, pero no me serviría.
Se escuchaba un “por qué” bajito, un “por qué” lleno de dolor. Tadeo me miró deprimido.
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Editado: 21.07.2025