La Misteriosa Chica Del Piso 14 - Finalizado

CAPITULO SEIS – ¡NO SOMOS, NO SEREMOS, PERO LO FUIMOS!

El frio de la mañana me abrazaba como algo cotidiano, camine hasta la cocina tome un vaso de agua y regresaba hasta mi habitación, las fuerzas se me estaban yendo con el pasar del tiempo. No solo habían transcurrido tres largas semanas desde aquel mal entendido, Verónica desde entonces no ha respondido mis llamadas ni mis mensajes; admito como todo un gallina el hablar con sus padres me causa terror.

En todo el tiempo también he buscado una excusa para disculparme con Natasha pero cada vez que me la encontraba en el pasillo del edificio o en la universidad la evitaba al igual que ella me evitaba.

(…)

Que terrible miércoles después de todo, la gripa me agarro con toda su fuerza, he ido a la farmacia por unos medicamento pero solo me han dado un par de aspirinas, mis padres piensan que solo es un resfriado cualquiera, si les dijera la verdad estarían en mi apartamento todos los días y no les puedo causar molestias.

Tome mi celular con la esperanza de ver una respuesta por parte de Verónica pero no hubo ninguno.

En la noche

Abrí mis ojos, no recuerdo mucho desde que tome el celular, supongo que me dormí por el cansancio; entre mi visión borrosa vi alguien sentado a mi lado, en su mano sostenía un pequeño libro bajo una pequeña lámpara que iluminaba. Entre esa divagación volví a cerrar mis ojos y a perderme en el mar de sueños.

Iba y venía de entre sueños y divagaciones hasta que de pronto abrí mis ojos y me incorpore de un salto, mi apartamento se sentía cálido y un aroma desde la cocina entraba hasta mi habitación, aquella silueta no había sido una alucinación mía, tal vez mamá se preocupó demasiado y vino en mi rescate o tal vez era Verónica aunque la cocina no se la da mucho pero supongo que está haciendo el intento de prepárame algo.

De mi frente cayo un pequeño pañuelo, estaba algo húmedo y junto a mi cama había un recipiente con agua, no recuerdo si coloque todo eso allí, pero gracias eso, la fiebre había disminuido.

Me puse de pie y aun algo mareado salí hasta la cocina. Mis ojos no podían creer lo que miraba, llevaba puesto un delantal, su cabello recogido en una coleta y sus llamativos lentes pequeños pero aun así algo descuadrados reposaban en su rostro blanco y pecoso.

— Fuiste un tonto y bruto descuidado su voz sonaba molesta, cada palabra la dijo sin regresar a mirarme.

— Que sucedió, disculpa si te cause molestias pregunte con vacilación, pues no recuerdo desde que tome el celular en la tarde.

— Morías en fiebre, cuando abriste la puerta y casi caes sobre mí, me asuste demasiado cruzo sus brazos y la vi sonrojarse — es mejor que vayas a descansar, pronto estará la cena

— Gracias, disculpa por ser una molestia, me siento tan apenado de que me veas de esta manera.

— No te preocupes sonrió a modo de maldad y dijo lo siguiente — por cierto bonitos calzones de pokemon — eso hizo que realmente me sienta avergonzado.

— Es en serio, los vistes me cubrí el rostro y sonreía avergonzado, fue un regalo de Verónica y justo hoy me los puse — por cierto están limpios.

Nuestra platica continuo por un rato, mientras ella miraba con atención la estufa y aun pequeño libro, me senté en una pequeña silla que tenía en mi pequeño y confortable comedor, era la segunda noche que Natasha estaba en mi apartamento, me sentía algo nervioso y a la vez pensativo. Estaba relajado ante su presencia, temía que se alejara por mi culpa y por ser una persona que se dejó llevar por el momento.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por su comentario.

— Siento por causarte problemas con su enamorada he tratado de hablar pero sentí que te molestarías con migo.

— Nath, gracias por estar con migo y levantar mis ánimos, y preparar esta maravillosa cena, así que no sucede nada malo.

— Eh… de nada, pero…

— Hablare con ella, mañana iré hasta su universidad espero poder hablar con ella.

— Me parece una buena idea, y si hay una oportunidad me disculpare.

— Te lo hare saber.

— Gracias, bueno creo que debo irme es muy tarde.

La noche era algo mágica e introvertida. Fría con su velo de invierno pero misteriosa con sus decisiones, tuve miedo en aceptar mis temores, mis falsas ilusiones pero en lo más profundo de mi corazón sentía que no debía perder a Verónica así que… como un niño ansioso espere a la mañana.

(…)

En la mañana




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