La Misteriosa Chica Del Piso 14 - Finalizado

CAPITULO NUEVE – MEMORIAS

NATASHA

La monotonía de mis días estaba por acabar, iré a la ciudad por unos libros y algo de ropa nueva, hoy ingreso a la Universidad y estoy algo nerviosa por así decirlo; así que manos a la obra.

Mostré entusiasmo frente a mi madre, el día hoy se nota muy alegre y me ha comprado un de los helados más grandes q ha visto, según ella dice que la dulzura de mi es igual al de un helado, pero que siente miedo que se derrita mi dulzura con el pasar del tiempo, le prometí que no sería así, pero hay cosas en las que no puedo mantenerme. El esposo de mi madre, lo conozco muchos años pero a pesar de ello no llega a agradarme es más nunca le tuve confianza...

Mi familia era muy normal, mis padres se amaban como un par de jóvenes enamorados, fui hija única y por ello era normal ser la más mimada, mi papá decía que él era un súper héroe y que yo era su cura para cuando él llegaba sin energías. Pero no todo es felicidad, cuando estaba por cumplir cinco años mi papá se marchó sin despedirse, aún era muy pequeñita para entender que él estaba en un mejor lugar.

Un año más tarde mi mamá con muchos problemas económicos conoció a un señor que al principio fue muy amable y cariñoso, mi papá sabía decir que mientras mi ma sonriera todo estaría muy bien y acepte sus palabras.

Los años pasaron y yo fui creciendo ya no me veía como una niña, “mis atributos” como decían mis amigas, se hicieron notar, mi pecho y mi cintura atraían a muchos chicos, aunque digan que es una ventaja, yo no los apreciaba.

Llego el momento en que cumpliera quince años nos mudamos de ciudad y el esposo de mi mamá no pasaba en casa los viernes en la tarde y un viernes aproveche para ducharme, arreglarme para poder salir con mis amigas; estaba en mi habitación  mi cabello aún se encontraba húmedo y lo estaba secando, de pronto sentí que la puerta se abrió, y al volver a ver hacia la puerta allí estaba él. Al principio no me inmute y le pregunte si algo quería, pero su mirada no se despegaba de mí, entonces recordé como una niña boba que aún estaba en ropa interior y le pedí que saliera, pero antes de salir hizo notar una sonrisa algo macabra en su rostro, desde entonces todo cambiaria en mi vida.

Días mas tarde mi madre y su esposo regresaron de una fiesta familiar a la que no pude asistir ya que me encontraba algo enferma, cuando salí a recibirlos el olor a alcohol inundo el vestíbulo, sin embargo los lleve a su habitación y los deje dormidos, la noche avanzaba y por alguna razón no podía dormir sentía frio, un frio que solos se tiene cuando algo es acechado por un depredador, temía levantarme de mi cama y encontrarme con su sonrisa, tenía pesadillas cada vez peores tan reales, que al abrir mis ojos lo vi a “ÉL” estaba sobre mi cuerpo, su mano izquierda cubría mi boca y su otra mano tocaba asquerosamente mi vientre y mi ropa interior; yo pataleaba y trataba de gritar pero me era imposible, su cuerpo me vencía y yo perdía fuerzas, estaba sumida a su fuerza y a su macabra sonrisa, entonces un golpe en el cristal de mi ventana lo hizo distraerse y yo pude pegarle un golpe en sus parte baja, el gimió de dolor y salió de mi habitación.

Mis manos temblaban, mi cuerpo no deja de temblar, mi mente estaba perdida, no podía reaccionar, había sido apresada en una pesadilla en la cual no podía despertar.

Los días avanzaban y aquel tipo su mirada de mí no podía despegarla. Me miraba y sonreía y cada palabra que mencionaba, era solo una indirecta, una indirecta que yo no podía revelarle ante mi madre, ella era muy feliz y no quería arruinar su felicidad por mi culpa.

(…)

Cumplí diecisiete años y mis mejores amigos, Karla y Adrián fueron a mi casa con una sorpresa. Fue muy grato el verlos, ellos son parte importante en mi vida, tanto que termine alejándolos de mí, el día mi cumpleaños Adrián me beso enfrente de Karla, mi madre y aquel tipo, estaba tan emocionada que no duro mucho tal felicidad, recuerdo que Adrián sangraba por la boca, un puñetazo derribo al joven muchacho de cabello castaño que siempre se veía feliz, aquel tipo por padrastro que adopte a los seis años, acaba de golpear al chico que me había gustado la mitad de mi vida, aquel día fue un fiasco, una mentira, una osadía para quien dice ser mi dueño.

Adrián aunque dijo que todo estaba bien después de lo que sucedió, su padre le prohibió visitarme en cambio Karla se mudó a otro país y mi comunicación casi se cortó con ella. Mi madre nunca me defendió y solo supo decir que su esposo hizo lo correcto por propasarse Adrián.

Días después de lo sucedido rebele a mi madre lo que me había pasado a los quince años y con una respuesta cortante dijo: “tu estas celosa de mi felicidad”.




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