La Misteriosa Chica Del Piso 14 - Finalizado

CAPITULO DIEZ – EL RELATO, LIANA Y SU AMISTAD

Luces por todos lados; rojo, azul, rojo, azul… luces que no dejaban de brillar en la oscuridad. Me mantengo al margen de las preguntas de personas extrañas, no reconozco quienes son ni por qué estoy allí, no recuerdo cual fue el motivo de mi viaje, no recuerdo ni a quien buscaba, no recuerdo ni quien soy. Todo es tan confuso que las ideas en mi cabeza no dejan de revolotear como mariposas ebrias. Volví a cerrar mis ojos, pero antes de hacerlo una chica a la distancia me miraba con ojos de compasión.

(…)

Había recobrado la conciencia, me encontraba sentado en la camilla de un hospital, una enfermera visitaba a otros pacientes que se encontraban en la misma habitación mientras que yo observaba por una de las ventanas que daba su vista a un gran estacionamiento; en el caminaban familias que iban o venían a visitar un familiar al hospital. Aquel lugar era tan monótono que las horas, los minutos, los segundos pasaban de una manera tan lenta que llegue al punto de suspirar y maldecir a mis adentros.

 — Hola buenos días, ¿dime como te encuentras? ¿Aun duele?

— Buenos días hice un reflejo con mi cabeza a modo de saludo — bueno un poco, la espalda

— Seguro que si, en la tarde te darán de alta, tienes mucha suerte que solo sean golpes y algunos cortes.

— ¿Usted cree?

— Sí, porque ser atracado de esa manera y que no se lleven nada, corres con mucha suerte.

— ¿Sabe lo que me ocurrió en realidad?

— Mmm… unos dos estudiantes te encontraron saliendo de un callejón, llevabas tus ropas rasgadas y cuando te vieron, te desmayaste frente a ellos.

— ¿Ellos llamaron a la policía? pregunte mirando de nuevo a la ventana donde un niño jugaba con una pelota.

— Si. Es más antes que te vayas tomaran tu versión de lo sucedido.

— Entiendo, gracias por contarme lo que sucedió.

— De nada, ahora debes descansar me regalo una sonrisa coqueta y a la vez sincera.

No podía quedarme más tiempo en el hospital, si la policía llegaba no sabría que decirles, así que opte por la decisión más rápida. Salí del hospital a hurtadillas.

Caminaba sosteniendo mi estómago y parte de mis costillas, tuve suerte, como dijo la enfermera, solo fueron golpes y leves cortes por los anillos que aquellos tipos tenían en sus manos.

(…)

Caminase a donde caminase llegaba al mismo sitio, no estaba en una ciudad sino más bien en un pequeño pueblo. Un pueblo sombrío donde la vida parecía  a verse apagado; los edificios más grandes en el pueblo era el teatro, el cine y el hospital.

La realidad fuera del hospital era un poco por así decirlo sombrío. “¿Acaso Natasha vivía en este lugar?”

Saque de mi mochila mi celular, una vez más que suerte tenia, la pantalla estaba intacta; busque entre la galería de fotos y encontré una foto de Natasha, le había tomado una foto un día que visito mi apartamento, ella solo fue por unos libros y mientras esperaba sin querer o bueno con intención tome una foto de ella.

Comencé a preguntar a las personas que encontraba en las calles, pero todos ellos negaron una respuesta o simplemente abstenían en responder “Mantén tu nariz ocupada en otro asunto”.

Mientras caminaba mi corazón casi da un vuelco. Uno de los hombres de la cafetería se encontraba parado frente a una ferretería, llevaba un par de jean vaqueros y cuando creí que daría con migo una señora alta de cabello rojizo se le acercó y le dio un beso, al final terminaron marchándose en una camioneta con destino a lo desconocido.

Sentía que mi búsqueda seria en vano y ya siendo más de las doce de la tarde, entre a un restaurante donde dos jóvenes servían la comida, supuse que eran hermanos por cómo se trataba frente a los clientes. Uno de ellos se acercó a mí y pregunto que deseaba comer.

— Bienvenido, tenemos caldo de pata… me limite a escuchar los platos del día y solo ordene lo primo que dijo.

Mientras comía. La hermana del joven que me atendió al inicio, no paraba de observarme y cada vez que quería acercarse se arrepentía, me pareció gracioso pero a la vez sentí curiosidad.

— Perdona, me ayudas con un poco más de jugo

— Claro, dame un minuto sostuvo el vaso entre sus manos y camino a la cocina.

— Espero te guste, ¿por cierto, tú no eres de aquí verdad?

— La verdad no, vengo de visita a un familiar, pero me he perdido.




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