Estoy corriendo. El sudor, el jadear y el respirar entre cortado de mi pecho hace que mi vista se nuble; mis manos tiemblan sé que algo malo ocurrirá. Miro entre los edificios, siento que todos los días es lo mismo, correr desde una clase a otra, en este tiempo no me ha ido muy bien que digamos en la universidad, perdí una materia de suma importancia y ahora la peligro nuevamente; cada vez más me sentía cansado pero aun así corría para evitar ver al profesor con su cara de “Señor nuevamente atrasado, esto le restara puntos” sin embargo corro como si mi vida dependiera de ello.
(…)
Han transcurrido dos años desde que Natasha partió a Suiza desde entonces hablábamos casi todos los días pero llego un momento en que ambos nos desconocíamos y nuestra relación comenzó ir picada hasta que un día simplemente dejamos de hablarnos.
La vida no es de color de rosa, hasta el amor más fuerte un día tiende a terminar, pero y que sucede, y la chica misteriosa de la cual hable por mucho tiempo, ¿dónde está ahora? Es una pregunta que me la hago todos los días.
Conocí a Erika una chica de la facultad de filosofía y de alguna manera me sentí atraído por ella, okey debo mencionar que es muy distinta a Natasha pero ella lleno el vacío que cree en mí. Pero antes que nacieran sentimientos por ella, Verónica se enfadó con migo y entre una palabrota dijo “Acaso Nath estará feliz que la hayas olvidado así como así”.
Pero todo esto empezó por mi desconfiar y el no sentirme seguro de mí mismo. Mientras platicábamos una noche ella me comento que un chico de su clase la sigue a todas partes y siempre habla con ella. Desde aquella mención sentí que alguien intentaría conquistarla y a pesar de la distancia luche por mantenerme junto a ella. Pero me desmorone cuando en una ocasión entre un susurro dijo “se me declaro”. Fue allí donde me sentí cortante y todo se desmorono.
Es más creo que a todos nos ha pasado algo similar, a todos nos da miedo perder a esa persona que amamos con nuestra vida pero también hay que aceptar que un día se marchara y quedara su recuerdo, bueno o malo pero aquel recuerdo se quedara.
— Joe espera, no camines tan rápido sentí despertar de un trance y al volver mi vista se topó con Erika
— Oh!, lo siento, creo que me perdí en mis pensamientos sentí sonrojarme — te ayudo con esas cajas.
— Gracias que considerado, pero bueno dime ¿en qué piensas? mientras caminábamos ella metió su brazo bajo el mío y apoyo su cabeza en mi brazo. Erika era más bajita que Natasha
— Recordaba la primera vez que vine a esta universidad hace casi tres años, en aquella pileta tuve la desgracia de que se cayera mi mochila con mis cuadernos Erika rio y a la vez se sonrojaba por lo sucedido.
— Espera como es que eso sucedió, ¡eh chico!, seguro fue una chica, ¡ah galán! mire al horizonte y suspire.
— ¡No! Jaja, como crees solo fue un error mío la verdad es que fue una semana después de que conocí a Nath y en aquel día ella se acercaba hacia la pileta y yo estaba tan nervioso que no sostuve con firmeza mi mochila que cayó al agua.
La tarde cayó como un mensajero. El día había sido muy largo, cada clase se volvió aburrida hasta cierto punto en el que sentí dormirme en una de ellas. Las horas entre clases me la pasaba en la biblioteca lleno de libros de medicina o simplemente recostada bajo un árbol; solo los días lluviosos solía ir a una cafetería cerca de la universidad, tiene un buen ambiente juvenil pero a la vez mantiene un aire clásico para cada persona además de que sus postres son una delicia. Hoy se cumplía mi lapso de entrega de un mini proyecto y apenas había escrito la introducción y par de objetivos, admito sentirme desanimado. No es una excusa lo que digo. Los sentimientos deben quedar fuera de los estudios pero al final son ellos los que se involucran.
Mire mi relajo marcaba las tres menos diez y de nuevo empezaba mi calvario, debía salir corriendo hasta el edificio sur y subir al menos seis pisos para llegar a mi clase. Comencé a correr y detrás de mi corría con más esmero que yo. Era Erika también llegaba atrasada a su clase. Mientras corríamos entre las gradas ya que el elevador no llegaba a la planta baja, Erika comenzó a reír por mis cómicos jadeos y al final llegamos a un punto donde nos separamos pero antes de hacerlo sus labios se posaron sobre los míos al separarse Erika mordió su labio como avergonzada y se despidió con un gesto de su mano.
Me sentí mal por no ser más honesto con mis sentimientos pero al menos debí corresponder aquel beso.
(…)
El profesor de razonamiento clínico era muy estricto con el tiempo de ingreso a sus clases o con estudiantes que se querían pasar de listos y por ellos debíamos mantener orden en sus clases pero esta vez sería la excepción.