La mitad de mi vida

La mitad de mi vida

La baja temperatura de aquella feroz nevada nocturna, entumecía los músculos de aquellos fieros guerreros que luchaban en medio de aquel campo de batalla. Dos aliados, Lituania y Polonia, unidos en sagrado matrimonio para formar la República de las Dos Naciones, luchando hombro con hombro contra Rusia, una de las potencias mundiales mas fuertes y temidas.

El ruido del filo de sus espadas al chocar entre sí, demostraba el coraje de cada parte, una energía que les impulsaba con ímpetu a alcanzar la victoria. Pese a que los aliados tenían una estrategia y ofensiva impecable, su adversario era excelente. Les seguía el ritmo, con elegancia, con brusquedad, como un experto, como solo una persona que ya había superado demasiadas dificultades podría hacer. Lituania y Polonia estaban en desventaja, pero mientras permanecieran unidos y en sintonía, aún podían pelear un poco más. Hasta que, finalmente, el momento decisivo se hizo presente.

Rusia, en un presto ataque, alejó a Lituania varios metros, haciendo que a causa de la nieve sus pasos lo traicionaran y cayera al suelo, golpeando su cabeza con una roca que le atontó justo en el momento en que la potencia perforó el cuerpo de su esposa con su espada. Cuando Lituania recobró el sentido, dolorido en cada músculo de su cuerpo, solo logró enfocar a su esposa tirada a los pies de Rusia, quien brincaba y celebraba al son de la victoria.

—¡Polonia! —jadeó el varón, más preocupado por su mujer que por él mismo, y como pudo se arrastró por la fría nieve hasta llegar a su lado—. Poly, ¿estás bien? ¿qué te sucedió? —interrogó tomando su mano, estaba tan fría, pero Polonia sólo se había limitado a suspirar con pesar.

—¡Gané, gané, gané! —celebraba el vencedor orgulloso de su victoria, brincando con entusiasmo por su eficacia.

Rusia hizo una pausa para encarar a sus adversarios, como si deseara recordar sus rostros antes de acabar de una vez con sus vidas, y entonces sintió que algo se movía conmovido en su corazón al ver como Lituania, quien por estar preocupado por atender a su amada, ignoraba por completo que su nuca sangraba por la caída que había tenido. Esa forma tan cálida en que le hablaba a ella, esa preocupación le hicieron darse cuenta de lo solitario que estaba.

Se percató de que sus subordinados solo le obedecían porque le tenían miedo. En ese instante, con esa escena, se dio cuenta de que no había nadie en el mundo que lo amara como lo hacía Lituania para con su esposa. Sus hermanas eran débiles tanto en voluntad como en sus emociones, sus aliados solo estaban de su lado para no estar en su contra. Todo el respeto que tenía no era mas que el producto del temor que irradiaba su presencia.

—Ey —le habló a Lituania poniéndose de cuclillas para poder estar a una altura similar—, tú pareces ser inteligente. Te llevaré conmigo. En vista de que perdiste no puedes negarte.

—¡¿Qué?! —espetó con perplejidad al escuchar semejante afirmación. Justo entonces Rusia le tomó del brazo, lo puso de pie con acritud, y comenzó a arrastrarlo lejos de su amada—. ¡Detente, no quiero ir contigo, no quiero! —Se tironeó y se jaló con las pocas fuerzas que tenía. Sin embargo, su contrario simplemente se lo llevaba como si no le afectara en lo más mínimo su renuente actitud.

En un momento de desesperación, Lituania se giró a ver a su esposa, que aun tirada en la nieve, era incapaz de moverse un solo centímetro. Lituania sentía que le estaban arrebatando la mitad de su vida, como si lo ataran a dos caballos y luego estos comenzaran a correr en direcciones opuestas. Estaba desesperado. No podía dejarla allí, sola, en medio de la nieve sin ninguna fuente de calor. No quería irse, no quería dejarla.

—¡Polonia! —gritó mirando atrás con lágrimas en los ojos, estirando su mano libre a su amada, rogándole al cielo que aquella situación no se escribiera en sus destinos tan repentinamente—. ¡Levántate, Polonia! ¡Ponte de pie!

Y Polonia así lo quiso hacer, intentó levantarse y pelear por el hombre que más amaba en ese mundo, pero la herida que había sufrido en el vientre la encadenó al suelo. Ella no podía permitirse que su esposo se fuera de allí con la preocupación de verla malherida, aún no se había percatado de la gravedad de su estado. El simplemente verlo así de desesperado era insufrible, no podía imaginarse el permitirse demostrar su situación, y dejar que Lituania se alejara de ella por un tiempo indefinido, con un sentimiento de culpa por abandonarla.

Porque Lituania, su esposo, era así, todo un caballero que jamás se perdonaría dejarla moribunda en la tempestad. Así que, tomando una decisión a la mayor brevedad posible, infló sus pulmones de aire, adoptó una posición infantil mientras acostada en la nieve, veía lentamente como le arrebataban al amor de su vida, sintiendo una opresión en el pecho por ser incapaz de correr tras él.

—Esa es una cara divertida, Liet —rio burlesca y apretó los labios para no llorar.

—¡Levántate! —imploró su esposo dolorido por esa reacción, como si a ella no le importara en lo más mínimo si se iba o se quedaba.

—No te preocupes por tu esposa —aconsejó Rusia sin girarse a verlo, de manera cruda e indiferente al no tener tacto por nunca haber atravesado por una situación similar—, si sale viva de esta la dejaré en paz.

—¿Si sale viva? ¿a qué te refieres con eso? —interrogó preocupado por esa noticia. No tenía sentido que dijera algo como eso. Polonia estaba bien, solo un poco cansada. O al menos eso era lo que creia pues no tenia conocimiento de la herida que le aquejaba en el vientre.

Lituania peleó, sin importar lo exhausto que estaba luchó por regresar con su amada, por correr a ayudarla, pero de nada sirvió. Rusia lo arrastró con él mientras que Polonia lo miraba alejarse lentamente, tirada en el suelo, siendo incapaz de hacer algo.

—No te metas en problemas, Liet, ¿está bien? —susurró para ella misma, mientras que la imagen de su esposo se hacía cada vez más pequeña a la distancia—. Haz todo lo que él te diga, ¿si? —pidió débilmente mientras que las lágrimas salían a recorrer sus mejillas al percatarse de que jamás volverían a estar juntos—. Sin importar lo que pase, mantente con vida, ¿si? —imploró con miedo en su voz cuando finalmente lo perdió de vista.



#4162 en Fanfic

En el texto hay: amor, angst, hetalia

Editado: 14.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.