Cerca de la prefectura de Miyagi, en la ciudad de kensennuma donde vivía Otako, una chica normal hubo un parque natural que alegraba las vistas de los vecinos.
Este parque, conocido como parque Ochitsuke estuvo siempre en la prefectura y albergaba fauna y flora abundante (enormes pinos, senderos que subían para formar una montaña, ardillas, ciervos y tejones, etc.)
Otako recorría los senderos de aquel parque y salía más tranquila y serena con ganas de trabajar.
El domingo decidió ir al parque antes de visitar a sus amigas en el centro de la ciudad; que sería una buena idea al ver que se encontraba en paz consigo misma. Por el sendero, en dirección contraria, había otra persona que también disfrutaba del paseo solo que Otako la veía más brillante, podía ver hasta su alma limpia. Otako se paró en un banco para sentarse y comenzó con sus sesiones de respiración.
Otako miro hacia todas las direcciones y no veía a nadie…
Una señora mayor (la edad de una abuela) gritaba en dirección a los árboles. La mirada la tenía perdida y su boca al abrirla, podía meter hasta un puño.
Después de ver aquella señora gritar todo el tiempo, su piel comenzó a ponerse tensa y más brillante (como la señora que paso antes)
En el centro de la ciudad, Otako le conto lo ocurrido a sus amigas…
Después de la reunión se fueron cada una a sus casas.
Otako volvía a casa y paso por delante de la entrada del parque Ochitsuke. En la entrada se vio que salía otra persona y también tenía la piel brillante e incluso lo veía sonreír. Entonces Otako quiso probar suerte y subió por el sendero que bajaban todos. Al llegar pensó en algún recuerdo, lo que la hiciera sentir mal…y pensó…pensó…pensó…hasta que por su boca…
Comenzó a sentir de su cuerpo salía una sensación a oxido y no pudo resistir la necesidad de volver a gritar y más fuerte.
Un rato después bajaba por el camino y al mirarse la piel, la tenía brillante como las ultimas personas que había visto bajar por ese camino...
Pasaron las semanas y Otako continúo haciendo eso que hacían los demás que visitaban el parque y los hacia sentirse mejor.
Otako empezaba a tener el pelo mejor y más joven, podía sentir su piel más suave. No se reconocía en el espejo de su casa, pero eso le daba igual ahora que se encontraba mejor y más ligera de carga emocional.
En esas semanas que fue al parque se apuntaron más personas y paso de ser algo de pocos a una tendencia de toda la prefectura. La razón fue una de las amigas de Otako decidió mostrar esa tendencia por las redes sociales, pero no conto que se volvería popular y le gustara a todo el mundo.
La tendencia continúo atrayendo mas gente al parque: niños, adultos, abuelos, etc.…Otako se sentía agobiada al ver muchas personas entrar y salir realizando la moda que había descubierto. Al principio lo aguantaba, pero al no poder escuchar sus propios gritos le costaba saber si funcionaba o no su tratamiento, incluso estaba peor que antes; su pelo estaba más pesado como grasiento, y su piel pegajosa. Después de cada grito se recuperaba, pero al momento de abandonar el parque necesitaba más gritos.
Otako comenzaba a estar harta de aquella moda. La gente de la prefectura también venía por la noche y Otako no podía coger el sueño. Probaba a gritar en su casa, pero no funcionaba, solo podía en el parque, pero al estar lleno de gente lo dio por perdido.
Paso el mes y la tendencia fue desapareciendo, aunque no por moda; Los arboles comenzaban a morirse y ponerse negros, todos los animales del lugar se habían marchado y la hierba que antes era verde y fresca se volvió pastosa y nauseabunda.
Los únicos que seguían viniendo y haciendo esa moda eran los mayores y los fumadores de las calles; personas que pasaban de las cosas y de la sociedad. Otako perdió el interes hacia el parque. Al pasar por delante había perdido su encanto y magia que la hacia ir a verlo, una sensación de repelús cuando veía a los fumadores y estos a ella. En una de las ocasiones sus amigas intentaron participar, pero lo dejaron al ver que ella ya no iba.
Pasaron los años. Otako se mudo de su piso para irse al centro de Tokio por trabajo porque gracias a su experiencia en aquel parque tenia la confianza y liberación necesaria (no pensaba en negativo). Desgraciadamente el parque no se sentía igual; tras muchos gritos y humo oscuro estaba quedándose sin vida y solo se podía esperar que se recuperara solo.