La Montaña de los Tengu

Capítulo 2.- Un Templo Profanado

Entre risas y gritos entraron al templo tres de los saqueadores que me seguían, sin respeto alguno hacia el lugar se abrieron camino entre la oscuridad; En mi interior deseaba que la leyenda fuera cierta, de ese modo no tendría que ver las caras de los hombres que asesinaron a mi familia. 

Me arrastre hasta poder esconderme, desde ahí podía escuchar como los hombres caminaban por el templo pateando puertas, y tirado objetos. 

—¡Vamos señorita salga ya! —Sus risas resonaban por todos lados —Salga antes de que el demonio Tengu venga, y la maté por profanar su templo.

Risas, risas, solo sus risas invadían mi mente y me llevaban al borde de la desesperación —¡por favor déjenme en paz, ya tomaron todo lo que tenia, por favor no me hagan daño! —Grité cubriendo mi rostro con mis manos, ya no podía contener mi llanto. 

Esperaba que mis suplicas tocaran sus corazones, pero en cambio lo único que logre fue revelar mi escondite, no tardaron en encontrarme.

  —Señorita gracias por decirnos donde se encontraba, nos ha ahorrado mucho trabajo en buscarla —Dijo entre risas el mas viejo de ellos, mientras los otros dos me tomaban para sacarme de donde me escondía, no era capaz de ver sus rostros, había demasiada oscuridad—Es mejor que terminemos rápido, porque no me agrada estar en este lugar.

  —Yamada-san, mejor bajemos al bosque, este lugar me da mucho miedo —Dijo temblando el que al parecer era el más joven del grupo.

  —¡No seas idiota! —Le gritó Yamada mientras lo tomaba de sus ropas —¡No digas mi nombre, nos meterás en problemas! — Dándole un golpe en el rostro lo soltó para luego dirigirse hacia mi.

  —Lo siento Yamada-san, no fue mi intención —Respondió el chico desde el suelo sobando el lugar donde había sido golpeado.

 —¡Imbécil! ¿qué acaso no entiendes lo que te digo? —Dijo repartiéndole patadas en las costillas.

  Mi mente comenzó a pensar lo peor «Este hombre no respeta ni a sus compañeros, estoy perdida no hay nada que pueda hacer, si grito nadie me escuchará, estamos en medio de la nada y después de lo que acaba de pasarle al pueblo dudo que alguien siga con vida» Pensé al ver como golpeaba brutalmente a su propio compañero  «solo me queda llorar y rogar para que esto acabe pronto»

Dejando inconsciente en el suelo a su ensangrentado compañero, Yamada caminó hacia mi; Temo por lo peor al ver como desamarra los listones que sostienen su pantalón,  el pánico se apoderó de mi —¡No, no por favor no lo haga, le daré dinero, le daré tierras, mi padre es un hombre muy rico, puedo darle lo que quiera, pero por favor no me haga daño! —Grité con desesperación.

   —¿Tu padre dices? —Dijo entre risas —Tu padre debe de estar muerto ya, y todo lo suyo ya es mio, incluyéndote a ti  —Tomo mi rostro y se acerco demasiado a mi, su aroma a alcohol me provocaba nauseas, solo pensé hacer una cosa le di un cabezazo haciendo sangrar su nariz, retrocedió y le dio ordenes al otro compañero suyo de sujetarme con más fuerza, forcejee con él en un ultimo intento de huir, sin embargo solo provoque la ira de Yamada, dejándome inconsciente de un fuerte golpe.

«Reacciona, reacciona» Me decía a mi misma, no podía creer que me encontraba en tal situación sin poder hacer nada, recupere la conciencia rápidamente, él estaba sobre mi sacando mi ropa —Mátame por favor, prefiero que acabes con mi vida  —Le dije con lo que me quedaba de fuerzas, él solamente rió.

—Espere Yamada-san, está muy herida, sangra mucho y no está consciente   —Dijo quien me sostenía  —Creo que va a morir. 

—Bueno que importa, concedamos su ultimo deseo —Contestó riendo  —Acabemos con ella primero

 Sentí un fuerte golpe en la cabeza, todo comenzó a girar a mi al rededor «¿esto de verdad está ocurriendo? ¿voy a morir aquí?» Pensaba en ese momento  —Papá, Mamá voy con ustedes, espérenme por favor.

Un fuerte ruido se escuchó en la entrada del templo, alguien había abierto la puerta de golpe, el repentino ruido hizo que Yamada y su compañero dieran un brinco por la sorpresa.

—Kenji ve rápido a ver que sucede  —Dijo Yamada rápidamente a su compañero, este se levanto corriendo hacia la entrada, pero se detuvo antes de salir del salón donde nos encontrábamos, ese momento Kenji el hombre que me sostuvo fue golpeado con tanta fuerza que salio disparado hacia atrás, estrellándose contra la pared del templo. 

—¿Qué demonios ocurre? —Gritó Yamada poniéndose de pie inmediatamente.

—Yo me preguntaba lo mismo—Dijo el hombre de largo cabello negro  que había entrado a la habitación.

Al verlo Yamada cayó al suelo inclinándose—Perdóneme gran señor de los Tengu, hemos profanado su templo y sus santas tierras, por favor perdóneme la vida, no me haga daño ¡oh benevolente rey!  —Dijo mientras temblaba con la cabeza en el suelo.

El hombre lo miro durante unos segundos y rió—¿Qué perdone tu vida dices?  —Dijo dando pasos hacia nosotros.

—Si señor, tenga misericordia de mi, le daré todos mis bienes preciados, todo lo que quiera, pero por favor no me mate.

El Tengu rió con mas fuerza —Es gracioso,  creo haber escuchado eso antes  —Dijo mientras se inclinaba hacia Yamada el saqueador  —¡ah, ya recordé! —Exclamó  —Eso mismo fue lo que te estaba rogando esta chica ¿no es así?

Yamada se encontraba indefenso como la presa de un feroz animal, como yo, lo único que podía hacer era temblar del miedo y esperar su muerte.

— Y sabes que... —Dijo susurrando al oído de Yamada  —Tu no tuviste piedad por ella.

El saqueador comenzó a temblar con más fuerza y a llorar del terror, no había cosa a la que las personas le temieran más que a los Tengus.

Los Tengus, criaturas feroces con grandes picos, y largas garras que sirven para matar a sus presas, nadie saldría vivo de aquí ya me había hecho a la idea de que hoy moriría.




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