La Montaña de los Tengu

Capítulo 6.- Honra la vida.

No dejaba de dar vueltas por el salón principal del templo, comenzaba a ponerme nerviosa y mi hambre no hacía más que lastimarme, Kurama no regresaba mientras las horas pasaban.

—¿Será qué lo molesté con mis preguntas? —Me repetía una y otra vez —Tal vez fui muy imprudente con las preguntas que le hice.

Después de tanto esperar no pude evitar quedarme dormida en medio de la sala principal, hasta que un estruendo me despertó de sorpresa; Alcé mi mirada, aun viendo con dificultad distinguí la silueta de Kurama, frente a la puerta con algo en sus manos. 

—¿Kurama-san se trata de usted?  — Pregunté para asegurarme de que si se trataba de él.

—¿Acaso esperabas a alguien más? — Respondió rápidamente.

  — Esperaba no haberme excedido con mis palabras, Kurama-san le pido que disculpe mi falta de prudencia — Dije con la mirada en el suelo «El disculparme por mis actos debe calmar un poco la tensión que hay entre nosotros, o al menos eso espero»

Él guardó silencio unos segundos, parecía estar teniendo una lucha interna a juzgar por la expresión de su rostro — Lo dejaré pasar ¡pero que sea la última vez, no toleraré las preguntas de una humana entrometida! — Sentencio el Tengu molesto caminando hacia la cocina del templo.

 Sonreí para mi «Este es un paso más a llegar a ganarme su confianza» Pensé.  Siguiéndolo fui con él a la pequeña cocina. 

—Me has hecho acabar con la existencia de un inocente ser vivo— Dijo con voz tenue mirando lo que cargaba en sus manos, su mirada reflejaba una gran tristeza, no solo miraba el cuerpo inerte del ave, él contemplaba algo más.

—¿Por qué la vida de esa ave es tan importante para ti? — Me atreví a preguntar.

—No tiene caso que te explique algo que los humanos no son capaces de comprender — Dijo sin mirarme.

—Si me lo explicas tal vez pueda entender.

—¿Entenderías el valor que hay en cada vida? — Su pregunta me dejo sin palabras — Todos nacen para cumplir con un propósito, esta ave está cumpliendo el suyo al morir para que tu puedas saciar tu hambre, es por eso que deberías ser más agradecida con quien dio su vida por ti — Hizo al lado una tetera para colocar el ave en la mesa y así comenzar a desplumar su cuerpo inerte. 

— Es solamente una insignificante ave, nacen muchas como esta cada año— Le respondí y a los segundos me arrepentí de decir algo como eso.

— Los humanos consumen y consumen, sin ser capaces de ver el daño irreparable que causan, esta es una vida que ya no será recuperada, un ave menos en el cielo ¿por qué es insignificante para ti si consumirás su existencia? —Su molestia era evidente, él no me miraba y no dejaba de desplumar con ira. 

—Te equivocas, mis padres me enseñaron a no desperdiciar la comida, entiendo el valor que un animal para consumo tiene.

— Los de tu especie no tienen remedio, piensan que todo se trata de ellos y todo vive para ellos, deberían aprender a hacerse responsables de sus palabras y sus actos— Me dijo con desprecio mirándome con decepción— Su vida es efímera, tan delicada como un diente de león, no es sensato ir por la vida teniendo esa clase de pensamientos.    

—Discúlpame, no pensé antes de hablar. 

  — Se te está haciendo costumbre el disculparte por esa lengua imprudente que tienes — Me dijo antes de ponerse a cocinar el ave.

«No voy a mentirme a mí misma, sus palabras me hicieron sentir mal, he vivido toda mi vida sin pensar en las vidas que arrebataba para mi beneficio, para mí las únicas vidas valiosas eran las humanas, estoy comenzando a aprender mucho más de los Tengu, tal vez no sean los monstruos que parecían ser»

— Enséñame a honrar las vidas que se sacrifican por mí, por favor Kurama-san — Con una rápida reverencia le supliqué para que me enseñara más, él solo me observó en silencio y con una pequeña sonrisa sirvió mi plato, sentándonos a la mesa agradecí por la comida frente a la sonrisa de Kurama quien me miraba complacido. 

— Si te vas a quedar aquí es mejor que vayas aprendiendo como vivimos los Tengu — Me dijo abandonando el salón rumbo a su habitación.  

  «¿Podré ser parte de la comunidad de los Tengu?» Me pregunté a mí misma, sola en aquel salón dentro del gran y frio templo «Pertenecer...»  Tomé una larga pausa para respirar profundamente «Yo solía pertenecer a un lugar, ni siquiera he tenido el tiempo de honrar a mis muertos»

Permanecí sentada por más de una hora, llorando y comiendo, hasta que me dormí.

Los rayos del sol comenzaron a molestarme a la mañana siguiente despertándome, vi al rededor sorprendida de haberme quedado dormida en el suelo de madera, y aún más sorprendida de ver que estaba cubierta con una cobija que no tenía cuando me dormí.

  — Ya has despertado — Afirmó kurama al otro lado del salón — ¿ustedes los humanos tienen como costumbre el dormir donde sea?  

— Claro que no— Respondí rápidamente levantándome.

  — ¿Y tienen como costumbre llorar hasta quedarse dormidos?  

 Me giré de inmediato hacia él, su pregunta me tomó por sorpresa — Discúlpame por hacer tanto ruido.

 — No te disculpes por algo que salió de tu corazón— Una pequeña sonrisa se asomó por su rostro, fue efímera pero lo suficientemente agradable para quedarse grabada en mi mente y corazón.

 — Quisiera hacer una pregunta — Dije temerosa de hacerlo enfadar; me observó pensativo pero sabía que esta era mi oportunidad para aclarar mis dudas, justo ahora que ha bajado la guardia.  

  — No has dejado de hacer preguntas desde que te conocí, una más no hará daño— Respondió con seriedad.

  — ¿Podré conocer algún día la aldea de los Tengu? — Su mirada cambió, ya no era la misma mirada serena que tenía segundos antes, era una mirada de disgusto. 

  — Hay cosas que un humano no podrá ver nunca y esta es una de ellas ya me estoy arriesgando mucho al permitir que estés aquí, cada segundo que permaneces en este lugar tu vida tanto como la mía, corren peligro, no sentenciare nuestras vidas llevándote allá.




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