Fuego, muerte, cenizas vienen a mi mente recordando ese día, el día en que lo perdí todo, estos recuerdos me han tenido absorta dentro de mi mente.
— ¿qué es lo que tiene tan pensativa?— Preguntó el Tengu con curiosidad. Cada día Kurama se abría más a mi, me gane su confianza poco a poco, al menos eso percibía yo.
—Tengo esperanza de que salga el sol después de la nevada— Dije desde la ventana con la mirada perdida.
«Debo aceptar mi propio temor y confusión, mi pasado no debe anclarme, sigo con vida debo levantarme y seguir»
— Ya pasaron dos meses de aquel día — Dijo Kurama despreocupado— ¿cuanto tiempo necesitan los humanos para superar algo así?
—Me asombra la inmensidad del cielo —Continuaba absorta en mis pensamientos —Si su inmensidad fuera nuestra inmensidad nunca nadie tendría que morir.
Kurama me miró confuso y con un rastro de compasión en sus ojos —Al parecer mucho tiempo—Dijo para si mismo.
Colocando un taza de té frente a mi, avanzó a la puerta — Tengo cosas que hacer montaña arriba , será algo muy breve— Poniéndose sus zapatos sentenció— No vayas a ir detrás de mi.
Quedándome sola, pensé «Es la primera vez desde que estoy aquí que Kurama debe ir a la aldea de Tengus» Mirando por la ventana me pregunté «¿qué es lo que lo hace subir hoy?»
Dándole un sorbo a mi té, mi mente comenzó a darme ideas
«¿como será la aldea?¿irá a ver alguna novia suya?» Riéndome de mis proprios pensamientos di otro trago al té — Claro que no tiene novia, las mujeres tienen prohibido subir.
Sin haber terminando el té lo dejé en la mesita, y dispuesta a ir a mi habitación me detuve, viendo a la puerta no dejaba de pensar en Kurama y la aldea de los Tengu, la curiosidad me estaba matando — No seas tan entrometida — Me dije a mi misma, al siguiente instante me encontraba corriendo hacia la puerta, sin pensarlo más salí del templo.
— ¿será que me atrevo? — Cubriendo mi boca para evitar reírme muy fuerte entré de nuevo al templo dispuesta a tomar ropa de Kurama para disfrazarme de Tengu—Mi plan es realmente perfecto—Me convencí a mi misma.
Husmeando entre su ropa tomé unas cuantas cosas, me enredé mal en un hakama azul y cubrí mi rostro con una capa y una bufanda también azul, salí del templo corriendo de la emoción— Debo apurarme antes de que él vuelva.
Subí por las escaleras que se encontraban detrás del templo, supuse que se trataba del camino a la aldea; después de los cuarenta escalones, aproximadamente, comencé a cansarme, caminar con tanta tela encima y con esos zapatos no fue nada fácil, al echar un vistazo hacia arriba me percaté de que falta subir cien escalones o aún más, estaba perdiendo la fuerza en mis piernas, me sostuve de un Torii enorme, como los que se encontraban montaña abajo, jadeaba por recuperar el aliento, la altura de la montaña no me ayudaba en nada.
Decidida a llegar corrí por los escalones, cincuenta, Treinta, veinte escalones, diez y finalmente llegue al final, emocionada mire al rededor — ¿un cementerio?— Mi decepción se hizo evidente.
Un cementerio que abarcaba un gran tramo de la montaña, la neblina no me permitía ver sus limites —¿por donde es que subo a la aldea?— Me pregunté con desesperación — A este paso Kurama-sama ya debe de estar de regreso.
Caminando hacia adelante en busca de más escalones me encontré con una silueta inclinada en la niebla, rápidamente me escondí entre las tumbas — ¿un Tengu?— Con temor comencé a acercarme, al verlo más de cerca lo reconocí, se trataba de Kurama— ¿de quien será esa tumba?— Dije en un susurro para mi.
— ¡te ordené que no me siguieras! —Exclamó Kurama — ¿qué hubieras hecho de haberte encontrado con otro Tengu?
— Lo lamento Kurama-san, no pude evitarlo —Poniéndome de pie me dirigí de inmediato hacia él—Por favor no se enoje, tenia demasiada curiosidad.
— ¿qué demonios tienes puesto? — Preguntó con rabia — ¿es mi ropa acaso?
— Si, mi plan era ir vestida de hombre para no ser descubierta— Sonreí ampliamente para intentar romper la tensión.
— Humana tonta, los Tengu podemos olerte, solo basta con que alguno pase cerca de ti para notar que no eres uno de nosotros.
Al decirme esto me sentí estúpida por no haber pensado en eso.
—Ahora tendré que quemar esos trapos, ya no podré acercarme a otros Tengu con eso puesto ya que te olerán a ti — Dijo con más rabia.
— ¿Kurama-san puedo hacerte una pregunta?—Kurama asintió —¿de quien es esa tumba?
Permaneció un largo rato en silencio, claramente le costaba responder
— Si no quieres decirme no lo hagas, lamento ser tan entrometida — Comenzaba a disculparme cuando me interrumpió.
— Es mi madre.
— ¿tu madre?— Dije con sorpresa — Yo pensaba que no permitían subir a mujeres.
— Mi madre fue la ultima mujer en pisar esta montaña— Tomó un pausa y continuó hablando— La ultima mujer antes de ti.