Kurama siempre se mostró reacio a la idea de tener visitantes en su templo, sin embargo, no pude predecir que perdería la compostura de esta manera, a este paso terminará destruyendo su propio hogar.
—¡Detente, Kurama-san! — Suplicaba mientras lo seguía por todo el templo — ¡ya basta, incluso has destruido tus propias paredes! ¿no es tu templo algo sagrado? no lo destruyas de esta manera.
—¡Puedo olerlo, él está aquí! — Exclamaba con ira.
La siguiente habitación por inspeccionar era la mía, sabía que tenía que detenerlo pronto o Hito moriría, corrí hasta la puerta para impedir su entrada — ¡tienes que calmarte!
—¡Estos destrozos son culpa tuya! — Con su dedo apuntaba a mi rostro, se encontraba bastante cerca así que me tomé la libertad de sujetar su mano.
—Hito no es malo, no tienes que matarlo — Supliqué sosteniendo su mano con mis dos manos — Te prometo que se irá al anochecer y ya no regresará, pero por favor no le hagas daño.
—El Hitotsume-Kozo no es inofensivo, recuerda que se trata de un Yokai, aunque tenga la apariencia de un niño es cientos de años mayor que tú, no necesita que una humana lo proteja.
—Hito es mi único amigo, por favor no le hagas daño — Suplique una vez más.
Kurama apartó su mano con rapidez y retrocedió — Claro — Dijo sin rastros de la irá que unos segundos antes lo invadía.
—Si estás tan molesto conmigo por dejarlo entrar entonces me iré con él, Ayari le pidió a los Yokais que me dieran un refugio, estoy segura de que Hanako y su hermano me dejarán tranquila ya que su plan no funcionó.
—Ve con ellos, solo no me vuelvas a llamar cuando estés en peligro porque no iré a salvarte— Salió del templo sin mirar atrás.
Solté un largo suspiro, estaba aliviada y feliz por haber protegido a mi nuevo amigo — Ya puedes salir Hito, ya estás a salvo — Hito salió del armario y tomó su lampara de regreso — No necesito empacar ya que Hanako envió un bolso con ropa, entre otras cosas útiles para mí, ella es realmente considerada tal vez pensó que necesitaría ropa ya que usaba la de Kurama— Hito asintió con la cabeza — Ahora solo necesito descansar un poco, faltan algunas horas para que el sol se vuelva a poner y no he dormido lo suficiente — Me recosté y al siguiente instante ya me encontraba profundamente dormida.
Nadie ha tenido el valor de subir a ese lugar.
—No puedo escucharte con claridad — La voz de mi abuelo se escuchada como un eco, de no conocer la historia no entendería sus palabras.
El templo en la montaña es visto como un lugar maldito...
—Abuelo yo subí a la montaña — Podía sentir el frio de aquel día permaneciendo en mis recuerdos, podía oler el humo, pero claramente estaba soñando.
Para mí es tan sagrado que no puede ser tocado.
—¿Contamine el templo? abuelo él ya no me quiere aquí ¿a dónde iré ahora? — Intenté correr hacia la voz, sin embargo, mis piernas no reaccionaban— Necesito recordar la historia completa, cuéntamela una vez más ¡quienes suben al monte y entran al templo son brutalmente asesinados por unos seres de maldad llamados Tengu, los guardianes de la montaña, mitad hombre, mitad ave, con grandes picos rojos y garras que lo cortan todo! — Grité esperando que él continuara con la historia.
Hija debes recordar que...
—¡¿Recordar qué, abuelo recordar qué?! — Mi desesperación estaba creciendo, comencé a agitarme.
Ellos lo han olvidado...
—¿Qué es lo que han olvidado?
A los Tengus se les confió la tarea de proteger y amar, no de destruir y odiar.
Al escuchar las últimas palabras de mi abuelo desperté, Hito me observaba desconcertado, me encontraba empapada en sudor —Hito llévame con Ayari, necesito saber que son los Tengu.