La Montaña de los Tengu

Capítulo 16.- Kurama Príncipe de los Tengu

Las nubes atravesaban la cima de la montaña, imposibilitando mi vista más allá de lo que tenía enfrente, sumado al frío viento que corría solo podía sentir una desagradable sensación, debí tomar mi incomodidad como una señal de que todo saldría mal, una vez más los dioses conspiraban en mi contra.

— ¿Ayari tienes algo de tiempo? — Me preguntó Kurama — Podría darte un recorrido por la aldea antes de llevarte con el rey, sí así lo deseas, nunca tenemos visitantes y hay mucho que apreciar en este lugar.

Sin dudar acepte la propuesta del Tengu, no me siento con ánimos de verme con el rey necio, no aún.

Después de visitar cada sitio de la aldea nos detuvimos frente un gran acantilado de donde se podía ver el nacimiento del río Kesshō.

—Ese es tu río — Afirmó Kurama sonriendo —¿Cómo es ser un espíritu protector? jamás había conocido uno ¿en qué son diferentes a los dioses?

—Realmente no lo es — Dije sin ánimos— Este es mi primer día como espíritu protector y ya estoy evadiendo mis responsabilidades paseando por la aldea de los Tengu.

Sonriendo negó con la cabeza, parecía asombrado y le causaba gracia mi sinceridad —¿qué es lo que te trae a la montaña? — Preguntó sonriente el príncipe de grandes alas negras.

—Solo quiero conocer al tan respetado rey de los Tengu, ya que seremos vecinos es mejor tener una buena relación con él— Mentí.

El Tengu me observaba con detenimiento «¿estaré perdiendo la cabeza o él ya sabe que miento?»

—Me han dicho que antes solíamos tener muchos visitantes, desde humanos hasta dioses, sin embargo, yo nunca he podido contemplar tal cosa — Quitó su vista de mi para ver el vacío lleno de nubes— Me gustaría presenciar un festival de los que hacían para la diosa del sol, pero ella nos abandonó.

—¿Y no te has preguntado por qué? — Inquirí con curiosidad.

Soltando un largo suspiró me respondió sin emoción alguna — Supongo que las cosas simplemente cambiaron.

 —¿Al punto de no permitir subir la montaña a nadie? ni siquiera a la diosa del sol— Insistí.

—No es así — Afirmó apurado — El paso a la montaña no está cerrado ¿cómo has subido tú de ser así? solamente nuestro pueblo está protegido, todos son libres de visitar el templo.

— ¿Y a cuantos Yokais has visto últimamente? — Pregunté sin temor — ¿no solían vivir en esta montaña junto con los Tengu?

—¿Yokais? — Preguntó confuso — Aquí solo han vivido Tengus — Se detuvo para mirarme de frente.

—Yo no subí la montaña por mi pie — Revelé y este no ocultó su asombro.

—¿Estás diciendo que eres un dios? — Preguntó mirándome a los ojos — Solo ellos pueden llegar aquí sin tener que subir la montaña.

Lo miré durante unos segundos buscando una respuesta adecuada, sin embargo, nada de lo que le diría lo iba a tranquilizar y mucho menos lo haría confiar en mi nuevamente.

—Solía ser uno — Decidí decir la verdad.

—¿Cuál es tu misión en este lugar? 

—Mi deber es hacer que el rey entre en razón y permita que tanto humanos como Yokais vuelvan a la montaña, él no es el único con derecho a estas tierras.

—¿Y si no lo haces que te sucederá? — Preguntó sin dejar de verme a los ojos — Supongo que fuiste castigado por los dioses mayores y ahora tienes que seguir sus órdenes ¿me equivoco?

Agaché mi rostro por la enorme vergüenza que sentí en el momento — Si, fui castigado por ellos y ahora tengo que restablecer la relación de humanos, Yokais y Tengus, no tengo otra opción.

—¿Por qué te han castigado? — Después de un largo rato sin mostrar emoción alguna, sonrió — Si me dices cual fue tu error tal vez te ayude a convencer a mi padre.

  Trescientos años después:

«¿Qué es lo que tengo que hacer? sí, mi tiempo aquí se extendió a dos centurias por culpa de ese rey necio, es algo que a este punto ya superé o al menos eso pensaba hasta que este Yokai lo dijo en voz alta con su sucia boca de sapo ¿debo matarlo? al final solo he demostrado que yo no merezco el título de dios ¿pero realmente hay alguno entre los dioses que lo merezca?»

—Eres un insolente, Kappa — Dije molesto, alzando dos dedos dirigí agua del río a la cabeza del Yokai, estaba dispuesto a ahogarlo.

—¡Detente! — Exclamó la humana —¿no ves que le harás daño?

—Es un Kappa ¿quién, si no él resistirá estar tanto tiempo en el agua? — Dije con una pequeña sonrisa, hace tanto tiempo que algo no me causaba algo de alegría.

—¡No eres ni remotamente mejor que Kurama! — Exclamó furiosa.

Solté al Kappa con fastidio — No me compares con ese Tengu cobarde.

—¡Maldito Ayari! — Berreo el Yokai — ¡sabía que me estaban diciendo la verdad, eres el más fracasado de los dioses, O-Wata-Tsu-Mi, dios de los mares ¡eres una burla!

— ¿O-Wata-Tsu-Mi? — La humana se veía aterrorizada — Discúlpeme, no quise ser irrespetuosa, hablé desde la ignorancia — Haciendo una reverencia hasta el suelo agachó su cabeza.

—Pero ¿qué haces? — Pregunté horrorizado — ¿acaso no has escuchado que ya no soy un dios? no me humilles recordando el nombre que solía poseer.

— A ti ya no se te puede humillar más, pronto el río dejará de ser caudaloso y se convertirá en una charca, todos nosotros moriremos y tú te quedarás solo en una tierra árida por la eternidad, todo por tu ineptitud.

—Kappa — Gruñí fastidiado para que se callará.

—Te enviaron para ayudarnos y solo nos has usado como tu entretenimiento ¿has disfrutado vernos pelear contra los Tengu y huir de ellos? espero que tu indiferencia te haya dejado satisfecho.

Indiferencia 

«Esa palabra, esa maldita palabra usada de nuevo para describirme, me niego a revivir todo lo sucedido, necesito hacer las paces con Kurama, de lo contrario las palabras de Kappa se harán realidad y yo permaneceré en este lugar por siempre»




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