La Montaña de los Tengu

Capítulo 19.- Sōjōbō Rey de los Tengu

Capítulo 19.- Sōjōbō Rey de los Tengu:

Seiscientos años atrás:

Los fuegos artificiales hacían al cielo brillar en cientos de colores, el estruendo de estos alimentaba el éxtasis en los presentes.

—¡Las cosechas de este otoño han sido abundantes! — Exclamó Sōjōbō con emoción.

—Sin duda este año es especial — Dije con una gran sonrisa.

Nos encontrábamos en el balcón del último piso del templo, contemplando la algarabía del festival.

—Dígame, diosa del sol ¿nos complacerá con su presencia los próximos años? — El rey me observaba expectante a la espera de mi respuesta.

—No veo motivos para no hacerlo — Dije admirando los fuegos artificiales — Los humanos son muy creativos, son capaces de crear cosas tan maravillosas con el poco tiempo que tienen para vivir.

Sōjōbō asintió — Es una lástima que se afanen en banalidades con facilidad. 

—¿A qué te refieres? — Pregunté confundida

—Son pocos los humanos que son de utilidad, la mayoría pasa sus cortas vidas sin hacer nada de importancia. 

—¿Qué es eso que los afana tanto que les impide crear cosas magnificas?

— Se juntan y procrean hasta morir.

—Así perpetúan la vida de los de su especie — Dije indignada — Eso no es afanarse en banalidades.

—¿Una especie que solo existe para extender su tiempo en la tierra es necesaria?  los humanos solo aportan más humanos.

—No estoy de acuerdo rey Sōjōbō ¿acaso no los ves? ellos aportan esa alegría que ningún otro ser posee, tú tienes descendencia ¿acaso tus dos hijos no te hacen feliz? 

  —Diosa Amaterasu, usted defiende a estos seres porque ellos le rinden culto, pero para los Yokais no son de utilidad, estas tierras albergarían el doble de nosotros de no ser por los humanos, una vez se establecen en un lugar lo invaden con su descendencia, acaparan el agua y las tierras de cosecha, son en realidad una plaga.

—Ellos no son una plaga, es solo que aún no han aprendido a convivir con los seres que los rodean, es cuestión de tiempo para que haya más armonía, míralos celebrar junto con tus Tengu, todos ellos se ven muy felices.

El rey Sōjōbō bajó su mirada al lago donde humanos, y Yokais bailaban alrededor de este —Supongo que como entretenimiento no están mal.

—¿Entretenimiento? — Pregunté desconcertada.

—Es una alegría saber que al finalizar este festival ellos bajarán de mi montaña y no volverán hasta la próxima cosecha, tiempo suficiente para limpiar todo el lugar.

Las palabras de Sōjōbō me molestaron bastante, pero no podía castigar al rey de los Tengu solo por decir lo que piensa.

—Rey Sōjōbō, bajemos un momento para que pueda convivir con los humanos, una vez los conozca mejor su opinión sobre ellos cambiará.

—Diosa Amaterasu, yo no estoy tan seguro de eso, sin embargo, no puedo ignorar su petición — El rey pidió mascaras para ambos y se puso de pie, nos dispusimos a bajar ocultos bajo mascaras.

La música alegraba mi corazón, dejándome llevar por esta comencé a bailar junto con humanos, yokai y Tengus, el rey observaba de lejos con admiración.

—¡Vamos señor de los Tengu, permítete disfrutar el momento! — Llamé a Sōjōbō con la esperanza de que su corazón se conmoviera.

Sōjōbō dejó salir una pequeña risa de su boca, tomó mi mano y nos dejamos llevar al ritmo del tambor, el frío viento de otoño sacudía el cabello de la peluca de Sōjōbō, de un momento a otro su mascara voló con una ráfaga de viento, él cubrió su rostro con sus manos mientras corría detrás de esta.

—¡Señor de los Tengu! — Exclamé con preocupación, exponer su identidad en medio de tanta gente podría causar un alboroto.

Sōjōbō continuó corriendo tras su mascara sin embargo no pudo alcanzarla, esta cayó al lago quedando lejos de su alcance. 

 —Tome esta mascara para que pueda ocultar su rostro, señor rey de los Tengu — Dijo la infortunada chica con una dulce voz.

Sōjōbō alzó su rostro quedando maravillado con la belleza de la joven humana— ¿cómo es que sabes quién soy?

—Lo vi bajar del balcón en lo alto del templo, es un honor al fin conocerlo — la joven hizo una rápida reverencia.

—Gracias por la máscara — el rey se colocó la máscara roja con rapidez —¿cuál es tu nombre?

—Inoue Kazumi.

—Que lindo nombre — Dijo el rey en un suspiro.

—Ese nombre a estado seis generaciones en mi familia, es un honor portarlo al igual que mis antepasados.

—¿Vives en la aldea de humanos bajo la montaña? — Preguntó con ímpetu.

—Así es, mi familia es una de las tres familias que fundaron la aldea.

—Los Inoue tienen una larga historia en estas tierras ¿cómo es que no sabía de ellos, mi señor? — Isamu, el segundo hijo de Sōjōbō se acercó a ambos antes de que yo pudiese hacerlo.

Isamu, el hijo mayor del rey, heredero de la montaña y todo lo que en ella habita, la belleza de Isamu deslumbraba a todo aquel que lo mirara, su mirada tenia el poder de poner de rodillas a quien él quisiera, el más alto entre todos los Tengu, sus alas las más grandes y fuertes de la aldea, no se había visto jamás a un Tengu con tal gracia y belleza como la de Isamu el príncipe de los Tengu.

—Isamu, te esperábamos para el siguiente otoño ¿qué es lo que te trae tan pronto a la montaña? — Preguntó su padre nervioso.

— Me temo que no puedo dar mis razones en este momento, esperemos, mi señor, que en otra ocasión pueda darle los pormenores de mi viaje — Dijo mirando con recelo a la joven.

—Al finalizar el festival te espero en el gran salón — Ordenó el rey, Isamu asintió — Retomando nuestra conversación, Inoue Kazumi ¿está disfrutando el festival? Puedo hacerla subir a lo alto del templo para que contemple con mayor claridad los fuegos artificiales — Ofreció el rey con una gran sonrisa — Como agradecimiento por su amabilidad, claro.

— No se preocupe, señor — Dijo haciendo una rápida reverencia — lo hice sin esperar nada a cambio, suficiente agradecimiento tengo con poder hablar con el rey de los Tengu, es realmente un honor cruzar palabras con usted.




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