La Montaña de los Tengu

Capítulo 20.- Hijo del Rey.

Los meses pasaron e Isamu cumplió su promesa de llevar a la humana Kazumi a la aldea de los Tengu, las visitas de la mujer humana comenzaron a ser regulares, se podían ver compartir tiempo juntos a diario.

— Mi señora — El rey se levantó de su lugar para darme la bienvenida a su palacio— Es un honor tenerla nuevamente con nosotros tan pronto— Hizo una reverencia hasta el suelo.

—Esta montaña tiene algo muy especial que me hace volver— Dije sentándome a su lado — Espero no importunar.

—Claro que no lo hace, mi señora, siempre es bienvenida —Vaciló durante unos segundos — Mi señora, pude notar que su Hitotsume-Kozo nos acompañó en la montaña desde el día del festival.

—Al Hitotsume-Kozo le agradó el clima de la montaña y decidió quedarse un tiempo, espero que no haya sido una molestia —Me apure en responder— De ser así hoy mismo me lo llevo.

—No fue así, él no fue para nada una molestia, si su Hitotsume-Kozo quiere permanecer más tiempo aquí, es bienvenido, podremos darle una cabaña en la aldea si así gusta.

—Gracias, pero él se sentirá más cómodo en el bosque — Tomé un sorbo de mi té — Al llegar vi a Isamu con una humana paseando por la aldea— El rey guardó silencio — Se veían felices, me alegra que Isamu busque relacionarse con otros, se estaba convirtiendo en una persona muy solitaria ¿no lo cree así, rey Sōjōbō? Una amistad sincera alegrará su corazón.

—Isamu es Isamu, él solo está pasando el rato, no tarda en aburrirse y pasar a otra cosa — Se lamentó.

—Ya veo ¿y qué es lo que piensa de esa joven mujer humana? —Pregunté con curiosidad.

El rey llevó su mano a la cabeza intentando peinar su cabello, con nerviosismo habló rápidamente— ¿qué es lo que puedo pensar de ella? es solo una humana más, vivirá unos cuantos inviernos más y morirá, su existencia se esfumará por siempre— Dijo con pesar.

—La muerte es solo el inicio de una vida nueva — Dije con una sonrisa — Tal vez Isamu y ella puedan reencontrarse en un futuro.

—Isamu— Dijo en un hilo de voz.

—Claro, parece ser que Isamu ve a esa joven humana con interés ¿no lo cree así, rey Sōjōbō? tal vez esté preocupado por su hijo, puedo entender que no quiere que el corazón de su hijo mayor resulte herido.

—¿Es esta una trampa, mi señora? — El rey se veía intranquilo — Sabe perfectamente que una relación así es inconcebible, es absurdo pensar en que Isamu desarrolló sentimientos por esa humana, más allá de una sana amistad.

—Eso es lo que dice, rey, pero yo puedo ver que Isamu ya decidió.

— Isamu no ha decidido nada — Su voz se tornó sombría, había desagrado en sus palabras.

—¿Ya ha hablado con él?

—No necesito hablar con mi hijo para saber qué es lo que hará.

—Asume que Isamu solamente usará a esa joven humana y la dejará cuando se aburra ¿esa es la crianza que le ha dado a sus hijos, los herederos de la montaña y el valle? — Dije molesta.

—¡Isamu nunca heredará la montaña, ni el valle! — Exclamó con furia.

—¿Por qué? — Pregunté horrorizada.

—Lamento tanto haber alzado mi voz de esa forma — hizo una profunda reverencia buscando mi perdón— Es una absurda situación familiar, le aseguro que no me moleste con usted, señora mía.

«El rey se ve bastante perturbado respecto a Isamu» pensé.

—¿Isamu hizo algo que lo disgustó? — Indague buscando una respuesta— Póngalo en mis manos para que el honor de su familia no se vea manchado por el error de un Tengu joven e inmaduro, Isamu no olvidará comportarse después de su castigo.

—Mi señora, agradezco su interés por el honor de mi familia, pero el error de Isamu, pues me temo que...— El rey comenzaba a ponerse nervioso.

—¿Qué sucede rey Sōjōbō, tan grave es su falta? — Mi preocupación crecía, tal vez había decidido intervenir muy tarde.

—Me temo, mi señora, que se trate de algo de lo que no puedo hablar— Dijo con voz apagada.

—¿Hay algo que yo no pueda saber? — Pregunté indignada— ¿no es mi templo el que reside en esta montaña? tú has jurado lealtad a mi desde el día en que ese templo fue construido, no hay nada que debas ocultar de mí.

—Castígueme, mi señora, no expondré a mi hijo a su ira.

—¿Le temes a mi ira? — Molesta me puse de pie — No solo Isamu conocerá mi ira, cuando tenga conocimiento de la falta de Isamu, tu y toda tu aldea sufrirán las consecuencias.

Envuelta en furia salí del palacio del rey.

—¡Mi señora, mi señora! — Sōjōbō corría detrás de mí, suplicando mi atención.

Mirándolo a los ojos, hablé — No me gustan los secretos, rey.

—Tiene que entenderlo, él es mi hijo, no puedo dejarlo a merced de la ira de los dioses, él es mi responsabilidad yo sabré como castigarlo.

—Ustedes son mi responsabilidad, yo los puse aquí y les di su misión, no puedo permitir que hagan lo que les plazca sin pensar en las consecuencias, dime rey ¿ese error involucra a la humana?

—Prefiero no dar detalles, mi señora.

—Recuerda Sōjōbō, solo hay tres errores que jamás le serán perdonados a un Tengu.

—Lo sé — Dijo Sōjōbō con gran pesar.

—El primero es asesinar a un humano, el segundo es alimentarse de la carne de un humano y el ultimo es procrear con un humano, piensa bien en donde esconderás a Isamu de mí, cuando vuelva tendrás que entregarlo y si lo encuentro no lo volverás a ver.

—Sus ojos no volverán a ver a Isamu, es una promesa.

—Por nuestra amistad de tantos siglos, espero que sea así, lamento que la situación se tornara de esta forma, pero no puedo dejar pasar el hecho de que un Tengu falte a su propósito, ustedes fueron creados para proteger, no te olvides de eso.

 




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