La Montaña de los Tengu

Capítulo 23.- La Fuerza de Yuriko.

Amaterasu caminaba de un lado a otro con la mirada perdida.

—¿Qué sucede mi señora, acaso es eso arrepentimiento? — La risa del rey de los Tengu invadió el templo — ¿no es tarde ya para sentir algún rastro de culpa?

—No seas insolente Sōjōbō — La diosa del sol lo miró con furia — Te he perdonado por tus errores en el pasado, solamente por aprecio a nuestra amistad, pero estoy comenzando a cansarme de tu actitud, recuerda tu lugar.

—No necesito recordar mi lugar, mi señora, yo se perfectamente quien soy y lo quedo hacer ¿usted lo tiene claro también? Si no ha encontrado otra solución a nuestro error es mejor que no nos atrase más— El rey hizo énfasis en “nuestro error” algo que despertó mi curiosidad.

—Si me permite, diosa del sol, quiero saber cuál fue su error, porque el error del rey lo conozco, sin embargo, en su historia nunca me habló de un error cometido por usted, mi señora sea sincera, por favor.

—Kurama nació del amor entre Isamu y Kazumi — Dijo con la mirada perdida y un largo suspiro — Mi único arrepentimiento en tantos siglos que he vivido es haber condenado su amor y castigarlos por ello, fui injusta con los tres, ahora Kurama es infeliz y pronto tú también lo serás.

El rey Sōjōbō permaneció en silencio apretando su taza de té, miraba al techo con descontento.

—Entra y cierra la puerta — Me ordenó Amaterasu — Que nadie, ni nada puede escuchar lo que hablaremos.

Obedecí a la diosa del sol — Dejen de aplazar esto, hablen de una vez que desde que llegué a esta montaña lo único que he tenido son cientos de preguntas y nadie ha podido responderlas — Dije con frustración — Entiendo rey que le haya dolido que la mujer a la que amaba haya preferido a su hijo, en verdad entiendo que debió dolerle mucho, pero eso no justifica su muerte, ni mucho menos la miserable vida que le dio a Kurama, él no tenía la culpa de nada.

El rey permaneció en silencio evitando mi mirada.

—Y diosa del sol, fue injusta, lo fue y lo sigue siendo, la vida de Kurama está en riesgo y solo está aquí lamentándose y haciéndome perder el tiempo.

—No puedo hacer nada por él, Kurama debe morir— Amaterasu habló con una profunda tristeza — Pensé que criándolo como un Tengu Yamabushi nadie lo notaria y podría vivir una vida tranquila, sin que otro dios reclamara su vida, sin ser molestado por otros Tengu por su origen, pero me equivoque, yo misma lo condené enviando a O-Wata-Tsu-Mi a esta montaña.

—Ayari — Me detuve de inmediato para corregir mi error — Me refiero a O-Wata-Tsu-Mi, ¿él que tiene que ver con que Kurama esté en peligro?

—El desgraciado pretende erradicarlo para ser perdonado por los otros dioses— El rey por fin habló — Nosotros cometimos errores, pero acordamos respetar la vida de Kurama, O- Wata -Tsu- Mi quiere aprovecharse del único error de Amaterasu para limpiar su nombre ¿sabes lo problemático que es que los demás dioses se enteren de lo que pasó en esta montaña? no solo le arrebatarán su vida a Kurama, yo, incluso mi hijo Daiki seremos asesinados por ellos.

—Estás haciendo esto para salvar tu vida y la de tu hijo — Dije molesta — No finjas que te importa la vida de Kurama.

—Niña ya no importa si me preocupo por él o no, es más olvida el dolor de Amaterasu ¿qué piensas que va a pasar si deja de haber un rey en la montaña? todos esos Yokais que viven debajo de la montaña morirán a manos de Onis, la vida de Kurama se hace pequeña e insignificante en comparación de todas las que se perderán si él sigue con vida.

—Piensas matarlo antes de que Ayari lo haga — Sentí una punzada en el corazón — Es por eso que se lo entregaste a los Oni.

—Es por eso que estás aquí Yuriko — Amaterasu se acercó a mi — Yo quiero darles a ambos una solución, una en donde nadie tenga que morir.

—Olvídelo mi señora, esta humana perderá su memoria antes de llegar con los Oni.

—¿Es por mi transición? — Pregunté desesperanzada.

—Así es — Afirmó Amaterasu — Como ya te lo dije con anterioridad, necesito que hagas esto antes de que dejes de ser humana, una vez hayas pasado tu transición podrás decidir marcharte o quedarte.

—¿Qué tanto es lo que olvidaré?

—Olvidarás quien fuiste antes de morir.

Permanecí en silencio durante unos minutos, no podía tomar una decisión sobre mi futuro si mi presente y mi pasado iban a ser olvidados.

—No quiero olvidar a Kurama, ni a Hito — Dije en un hilo de voz.

—No lo harás — Dijo el rey entre risas —¿por qué habrías de olvidarlos? 

Lo miré con confusión — ¿A qué se refiere? 

—A las jovencitas hay que explicarles todo lentamente de otra forma no entenderán de que les estás hablando — Dijo poniéndose de pie — Niña ¿no es obvio? moriste antes de conocerlos.

—¿Qué dice? no, no yo no he muerto.

—Le pido rey, que esta clase de noticias me las deje a mi — Amaterasu habló con una voz suave y compasiva.

—Entonces es verdad— Dije entre lágrimas.

—Me temo que sí.

—¿Cuándo sucedió? 

—Durante el saqueo a tu aldea, recibiste un fuerte golpe en la cabeza y ya no despertaste.

—¿En dónde está mi cuerpo? — Pregunté sollozando.

—Kurama te sepultó en esta montaña.

—Lléveme a mi sepulcro que quiero verlo con mis propios ojos.

—Lo lamento, no es el lugar exacto en donde fuiste sepultada.

El tiempo parecía detenerse — Kurama no me lo dijo — Intentaba respirar con tranquilidad para no ahogarme con mi llanto — Estuve aquí tanto tiempo y él nunca me lo dijo.

—No te sientas tan mal, piensa que ahora puedes ser lo que quieras ser, tienes una infinidad de opciones— Dijo el rey intentando animarme.

—Quiero ser humana otra vez — Dije sin consuelo.

—No puedes, y no veo porque querrías serlo, son débiles, frágiles, son...

—Basta — Amaterasu lo detuvo — Nunca entenderé tu desprecio hacia los humanos, tal vez me equivoque al elegirte como el rey de estas tierras.




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