La Montaña de los Tengu

Capítulo 30.- El Regalo de un Dios.

Las horas pasaron y Haruki parecía estar mejor, actuaba como si nada hubiera pasado, eso me tenía realmente confundida.

—¿Haruki, te sientes bien? — Pregunté acariciando su cabello castaño.

—¿Por qué no me sentiría bien? — Preguntó en tono juguetón.

—¿Entonces en realidad no recuerdas nada? — Dije frustrada— Supongo que se trata de un juego de niños — Me levanté y fastidiada me encerré en mi habitación.

«Los niños pueden ser muy irritantes» pensé.

—Eso es verdad.

Sobresaltada tapé mi boca para no gritar —¿quién eres tú?

—Veo que tienes una buena vida, me debes agradecer a mí por eso.

—¿A ti por qué? — El hombre de blanco cabello se sentó en mi cama con mucha confianza.

—No me recuerdas, pero en tu vida pasada solíamos ser buenos amigos, muy cercanos en realidad — Sonrió con descaro.

—Lamento si te ofendo, pero no lo siento así.

—Descuida, no me ofendes, conozco tu situación y sé que has olvidado tu vida pasada, una vez recuerdes todo volveremos a ser tan cercanos como antes.

—No creo en vidas pasadas.

—¿Ah no? — Preguntó con una gran sonrisa— ¿También dejaste de creer en los dioses y los Tengu? — Se puso de pie al lado de la ventana dejándome verlo con más claridad, vestía ropas muy elegantes, parecía brillar con luz propia.

—Tu ropa está pasada de moda ¿no lo crees? — Dije aun irritada.

Me miró molesto, sus ojos parecían arder — Una era pasajera no hará que cambie de alguna manera, no pienso adaptarme para agradarle a seres que morirán en un pestañeo.

—¿Vas a decirme quién eres? — Con desconfianza retrocedí — No se que es lo que buscas aquí a mitad de la noche, pero te aseguro que no lo obtendrás, vete por donde llegaste o llamaré a la policía.

El hombre cerró la ventana sin siquiera tocarla, solamente le bastó con un pequeño movimiento de su mano, apenas evidente — No entré por la ventana si eso es lo que piensas — Dijo con una gran sonrisa.

—Puedo ver que no eres humano, si piensas que vendrás a mi habitación durante la noche para engañarme, estás equivocado, he leído sobre dioses y otras criaturas antiguas y he llegado a la conclusión que ninguno de ustedes es digno de confianza.

—No desconfíes de mí, por favor Yuriko, me lastimas— Se mostró triste y fingió lamentarse.

—Cada palabra que sale de tu boca hace que desconfié más de ti. 

—¿Si te muestro un poco de tu vida pasada, confiarás en mí? — Su tristeza se esfumó al instante mostrando una pequeña sonrisa maliciosa.

—¿Por qué harías eso?

—¡Porque es tu cumpleaños Yuriko! — Dijo entusiasmado— Tu cumpleaños número veinte ¿no lo recuerdas? tu moriste teniendo veinte años.

Un fuerte dolor invadió mi pecho, lleve mis manos a mi cabeza y mis oídos comenzaron a zumbar —¡¿Qué es esto?! ¿qué crees que haces?

—Mi regalo para ti— Dijo con calma levantando mi rostro con un ligero toque en mi mentón— Por favor, disfrútalo— Susurró.

Todo se oscureció, y me invadió la sensación de estar flotando.

—¿En dónde estoy? — Pregunté en la soledad.

—Estás en los fragmentos de tus recuerdos.

—¿Quién eres?

—Un simple guía, soy solo un angel de la muerte.

—¡Muerte! — Exclamé recordando las palabras del hombre de blanca cabellera —¿Estoy muerta? ¿morí a los veinte años?

—No Yuriko, no has muerto — Dijo la suave voz en la oscuridad— No esta vez.

—¿Es verdad, tuve vidas pasadas?

—En efecto, esta no es tu primera vida y con algo de suerte no será la última.

—¿Qué es lo que vas a mostrarme?

—Tu pasado.

En un instante los recuerdos regresaron como olas que llegan a la playa.

—¡¿Por qué me haces recordar esto?!— Exclamé al borde de las lágrimas.

—Lamento no entregarte todos tus recuerdos, desearía poder regresarte tus recuerdos más felices, sin embargo, él no me lo permite.

Al abrir mis ojos estaba de regreso en mi habitación, sus ojos me miraban con atención.

—¿Y bien? — Preguntó sonriendo— ¿Ya lo has recordado?

—¿Por qué me haces recordar, O- Wata-Tsu-Mi? — Reclamé con frialdad.

—¿No eres más feliz ahora que has recuperado eso que sentías haber perdido? — La confusión era visible en su rostro.

—Tal vez lo fuera si me hubieses regresado todos mis recuerdos y no solo fragmentos de ellos.

—Mi intención era regresar todos tus recuerdos— Dijo aparentando estar confundido — Lamento no poder hacerlo— Añadió tomando delicadamente mis manos— Pero hay cosas que están fuera de mi alcance.

—¿Volviste a ser un dios?

—Si.

—Entonces él murió — Afirmé soltando bruscamente sus manos — Lo mataste.

—¡Te salvé! — Exclamó, mostraba una gran sonrisa sin embargo en sus ojos se reflejaba su molestia.

—No te pedí que me salvaras.

—Tu no sabias que tenías que ser salvada, gracias a mi ahora tienes una buena vida, una nueva oportunidad de ser feliz y más importante, gracias a mí no te verás involucrada en problemas de Yokais, pensaba que serias más agradecida después de tu primera conversación con kai.

—No lo has entendido.

—¡¿Entender qué?!— Exclamó perdiendo la compostura, rápidamente se dio vuelta y acomodó sus ropas — En todos los años que he vivido, jamás me había encontrado con un humano tan indescifrable e irritante. 

—En todos los años que has vivido, jamás habías intentado entender a un humano ¿no es así? — Me acerqué a él buscando su rostro— Solo les das lo que crees que ellos quieren, sin embargo, nunca te has preocupado por entender a alguien más que no sea a ti mismo.

—No digas estupideces— Dijo escondiendo su rostro.

—¿Acaso no fue eso lo que hiciste con los Yokais que vivían debajo de la montaña? compartiste con ellos durante trescientos años y jamás hiciste lo que se supone que debías hacer, solo los engañaste y te burlaste de ellos por siglos.




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