La Montaña de los Tengu

Capítulo 31.- Dioses y Humanos

Habían pasado tres días desde la visita del dios O-Wata-Tsu-Mi, mi cabeza seguía dando vueltas, no entendía lo que estaba pasando, sin embargo, no podía detener mi vida, continue yendo a la escuela buscando un poco de normalidad.

—Los exámenes finales están próximos, prepárense, el próximo año será el ultimo para ustedes y será de prácticas, si hay algo que deben aprender, apréndanlo ahora.

La profesora habla, pero yo era incapaz de ponerle algo de atención, todos esos malos recuerdos habían causado en mí una gran tristeza.

«Basta, deja de pensar en algo que pasó hace siglos atrás, eso no me pasó a mí, le pasó a alguien más» Pensé golpeando mi frente «¿por qué habría de importarme algo que le pasó a alguien más, alguien que ya murió?»

—No puedo hacer nada ya, deja de torturarte con esos recuerdos, no vale la pena — Me dije a mi misma.

De camino a mi casa, no dejaba de pensar en Kurama —¿Cómo habrá muerto? — Me pregunté — Espero que no haya sufrido.

«¿Por qué a los dioses les gusta jugar conmigo?» Me pregunté entrando a mi habitación.

—Vivía tan tranquila, todo es culpa de esta maldita pluma— Murmuré sosteniendo la pluma negra de Kurama.

—Tu amabas a ese Tengu ¿por qué ahora maldices al único recuerdo que tienes de él? — Haruki, mi hermano menor entró en mi habitación sin avisar.

—¿Como es que tu recuerdas esas cosas?

—¿Recordar qué? — Preguntó mirando a su alrededor.

—Olvídalo— Dije frustrada.

—¿Ya terminaste de leer el libro que te regaló mamá? — Hurgando entre mis libros lo tomó, sin mi permiso.

—No, y no te lo presto— Me apure a decir.

—Claro— Susurró lanzando el libro a mi cama.

Mi atención se centró en el libro que por meses busqué.

—Apresúrate a leerlo— Dijo sonriendo — Quiero leerlo también.

Se marchó corriendo de mi habitación, como un niño que nunca se detiene.

—Mitos y Leyendas: Dioses antiguos — Leí el título del libro — Tal vez en él venga la historia de Tsukuyomi — Hojee el libro buscando su nombre en él— Vamos, dame tan solo una idea del porqué no permitió que me regresaran mis recuerdos felices.

Después de un rato encontré su nombre y su historia

—Tsukuyomi, el segundo de los tres hijos nobles, hermano de Amaterasu — Susurré — ¿Amaterasu tendrá algo que ver en esto? — Me pregunté, continué leyendo sobre él— Claro, es el mito del sol y la luna.

—¿Encontraste algo interesante? — O-Wata-Tsu-Mi apareció detrás de mi sin previo aviso.

—No me interesa quien seas, no tienes permiso de entrar a mi habitación de esta forma— Dije cerrando el libro con brusquedad.

—Entonces no encontraste nada— Afirmó.

—Solamente hay media página sobre él, lo demás es sobre Amaterasu— Dije decepcionada.

—Nunca hay respuestas para tus preguntas— Sonriente tomó el libro en sus manos— ¿qué es lo que los humanos escriben sobre mí?

—Que eres un viejo.

Indignado buscó su nombre en el libro— ¿Acaso me veo como un viejo?

—Pero lo eres — Afirmé molestándolo— Has vivido durante siglos ¡no, milenios! eres un viejo.

—Sin embargo, no me veo como uno— Lanzó el libro a la cama— En fin, los humanos no nos conocen bien, nunca lo harán.

—Porque no quieren, si en verdad les importáramos nos permitirían verlos y convivir con ustedes, sin embargo, se la viven escondiéndose de nosotros ¿quién puede adorar a un ser que no quiere ser visto? eso solo hace que desconfiemos de ustedes, alguien que se esconde no tiene buenas intenciones.

—¡Vaya, en verdad no te agradamos! — Exclamó entre risas —Te confundes, no nos escondemos, simplemente no son capaces de vernos— Su sonrisa se esfumó al instante.

—Sabes que no creo en lo que dices.

—Tú puedes verme porque tienes un fuerte vínculo conmigo debido a tu vida pasada, sin embargo, si viene Tsukuyomi o algún otro dios y se para frente a ti no serás capaz de verlo, es un defecto propio de los humanos ¿qué se le va a hacer? y tu actitud de incredulidad lo hace más difícil.

«Realmente lastimé su ego» Pensé.

—Yo no me escondo de nadie— Dijo mirándome a los ojos — Descuida, no lastimaste mi ego, solo quiero dejarte claro cómo funcionan las cosas, como ha funcionado el mundo los últimos milenios— Su sonrisa volvió a aparecer.

—Pienso que está mal, pero si es así como ustedes quieren seguir viviendo, háganlo que es su problema.

—¿Sugieres que lo hacemos a propósito? 

—Solo digo que los seres que crearon todo y controlan absolutamente todo, tal vez tengan el poder para cambiar eso, sin embargo, no lo hacen, peor aún, no lo intentan ¿todos ustedes dan por hecho que no pueden cambiarlo o simplemente lo ignoran?

O-Wata-Tsu-Mi dejó salir un largo suspiro— Sigues siendo la misma humana irritante que eras hace doscientos años.

—Gracias, supongo.

—No es como si yo aprobara todas las leyes que tenemos, sin embargo, no puedo darme el lujo de continuar rompiendo las reglas, ya fui castigado una vez, un segundo castigo será insoportable.

—Nunca me dijiste porque fuiste castigado— Dije acercándome a él — Dime dios O-Wata-Tsu-Mi — Tomé sus manos y lo miré a los ojos— Se sincero conmigo, hazlo en honor a nuestro antiguo lazo de amistad.

—Aléjate de mí— Dijo retrocediendo — Soy lo suficientemente viejo como para notar tu hipocresía con facilidad.

—¿Tu castigo tiene que ver con un Shinigami llamado Kai? — Inquirí sonriendo.

Guardó silencio durante unos segundos, segundos que parecían ser minutos, desviando su mirada finalmente respondió —Si ¿Cómo es que lo sabes?

—Un dios y un shinigami nunca podrían estar juntos — Susurré.

—Así es como debe de ser— Dijo sonriendo amargamente— Así es como ellos quieren que sea— Murmuró.

—¿Y por qué seguimos haciendo lo que ellos quieren?

—Porque no podemos contra ellos— Susurró mirando al rededor.




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