La Montaña de los Tengu

Capítulo 32.- Sol y Luna

Caminamos por los largos pasillos del palacio de Amaterasu, hasta llegar a una gran puerta dorada.

—Hemos llegado— Dijo respirando profundamente.

—¿No piensas en acobardarte ahora? — Sonreí intentando aliviar la ansiedad que estaba comenzando a sentir.

—Es mejor que no bromees con eso, no sabes lo que nos espera, hemos tomado un camino realmente peligroso.

—Vamos— Dije empujando la puerta.

—Finalmente llegan— Amaterasu se encontraba sentada al lado de una mesa con té en ella, estaba completamente cubierta con telas suaves y estampadas, el humo del incienso hacía que mis ojos lagrimearan. 

—Hola Amaterasu, soy...

—Se quién eres, y se quien fuiste, también se quien serás — Dijo sin descubrir su rostro— No necesitas presentarte, no gastes así mi tiempo.

—Pensaba que por ser seres eternos el tiempo no era algo importante para ustedes.

—Veo que sigues resentida por lo que pasó hace doscientos años— Dijo con voz apacible.

—No finjas ser afable conmigo, no te queda— Caminé hacia ella con rabia— ¡He visto lo que eres capaz de hacer!

—¿Qué es lo que buscas? — Preguntó con tranquilidad— No puedo regresar el tiempo a cuando vivías con ese Tengu, nada puede ser cambiado, eso sería egoísta ¿no te has detenido a pensar en los Yokais que murieron y ya están viviendo sus nuevas vidas? no le robes su felicidad a otros solo porque tú no eres feliz.

—No te confundas Amaterasu, no quiero cambiar el pasado — Dije acercándome a ella con la intención de descubrir su rostro — Quiero que dejes de esconderte y te asegures de que todos los afectados sean felices en esta vida y las siguientes, te exijo que Hanako y Haruki, Hito, Kurama, Kappa y toda su familia no vuelvan a pasar por el dolor que pasaron hace doscientos años— Tomé la suave tela y la retiré de su rostro, Amaterasu me miraba con ira.

—La mirada amenazante de un dios no me va a atemorizar, mi señora— Dije mirándola a los ojos.

—Pides demasiado ¿qué estás dispuesta a dar a cambio? 

—¿No hemos pagado ya lo suficiente? — Lancé su manto al otro lado de la habitación— ¿Cuánto más quieren de nosotros?

—¿Estarías dispuesta a servirnos en tu siguiente vida como un Shinigami? — Inquirió con una gran sonrisa.

—¡Claro que no! — Exclamó O-Wata-Tsu-Mi — No te atrevas a proponer eso.

—Estoy tan decepcionada de ti hermano — Se lamentó — Tienes esa costumbre de relacionarte con los seres equivocados, deberías parar antes de conseguir más problemas.

—No me amenaces Amaterasu — El dios del mar se sentó frente a ella— Haz hecho tantas cosas a escondidas, no tienes la autoridad moral para hacerlo, tú no eres mejor que yo.

—¿Por qué reniegas de tu familia? —Puso con su mano con delicadeza en el rostro de O-Wata-Tsu-Mi.

—Yo no reniego de mi familia, eres tú el problema Amaterasu, detente estás siendo muy dura y cruel — Dijo al borde de las lágrimas— ¿por qué robaste los recuerdos felices de Yuriko? yo quería regalarle esos recuerdos para que dejara de sentirse vacía, el sentimiento de vacío es el peor sentimiento existente.

 —Tsukuyomi y yo solo nos asegurábamos de que no te volvieras a meter en problemas, hermano mío eres realmente importante para nosotros, no podemos permitir que continúes desviándote.

—No necesito que se preocupen por mí, sé que camino tomar, siempre lo he sabido— Un par de lágrimas se escaparon de sus ojos.

—Lo tuyo con el Shinigami dicen lo contrario — Dijo apretando su rostro con ambas manos— Después de esa caída, jamás volverás a tener nuestra confianza ¿no lo entiendes? amar a un Shinigami es una aberración, un dios no puede relacionarse con otros seres que no estén a su nivel ¡¿pero un Shinigami?! ¡entre tantos seres en el universo decidiste deshonrarnos a todos encaprichándote con un Shinigami!

—No metas a Kai en esto — Las lágrimas salían sin control — Ya le arrebataron todo lo que podían arrebatarle ¡te aseguraste de quitarle absolutamente todo! muestra un poco de respeto al ser que aceptó servirte por la eternidad como el esclavo de los dioses.

 —Watatsumi, es mejor que te vayas y te lleves a esta humana de aquí — Un tercer dios entró por la puerta.

—¿Qué estás haciendo aquí, Tsukuyomi? — Preguntó escondiendo el rostro —¿No se supone que Amaterasu y tu no podían estar juntos? ¡el sol y la luna nunca están juntos! — Gritó sin control —¡¿Qué haces aquí?! ¡los dos me han estado mintiendo por todos estos siglos!

—Podemos explicarlo —Amaterasu se puso de pie de inmediato — Tsukuyomi y yo hicimos una tregua para ayudarte a ti hermano, todo esto es por ti, por tu bien.

—¿Por mi bien o por el suyo? — Limpiando sus lágrimas se puso de pie — Ahora puedo ver con claridad que para ustedes no hay nada más importante que sus absurdas reglas.

—No te comportes como un humano — Tsukuyomi empujó a O-Wata-Tsu-Mi — Sabes que sin esas reglas los mundos entrarían en caos ¿eso quieres, irremediable caos?

—Sabes que eso es mentira — El dios del mar lo apartó del camino — Ambos saben que es mentira.

—Lamento que lo veas así— Tsukuyomi lo detuvo — Pero no sabía que más hacer por ti, entiéndelo tenía las manos atadas.

—¿Hay algo imposible para los seres que controlan todo? — Preguntó mirándolo a los ojos —¿Si nosotros no podemos cambiar las reglas para ser felices, entonces de que nos sirve tanto poder? la eternidad es un castigo si se vive siendo miserable.

—O-Wata-Tsu-Mi — Dije corriendo hacia él para abrazarlo — Perdóname, no tenía idea de lo que estabas sintiendo.

Tsukuyomi nos mirada sorprendido y algo confundido —Amaterasu — Susurró — Amaterasu ¿tú sabias eso? — Preguntó sin mirarla — Respóndeme.

—No cambia nada —La diosa del sol respondió con frialdad.

—¡Tú sabias lo miserable que estaba siendo! — Exclamó con furia —¡lo sabias y te lo guardaste! Me juraste haberle borrado sus memorias de aquel Shinigami, no lo hiciste.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.