Con el transcurso de varios días, mi vida volvió a ser la misma, salvo por un detalle que me molestó al principio en la universidad, pues resulta que, desde nuestro encuentro en la casa de Joel, del cual no tenía un solo recuerdo, Susi se tomó el atrevimiento de pasar sus ratos libres conmigo.
Su compañía me resultó un fastidio, y no por su comportamiento o el hecho de que se tuviese la confianza de abrazarme como si fuésemos amigos de toda la vida o que me tomase de la mano mientras caminábamos, sino por los rumores que se esparcieron respecto a una relación romántica entre nosotros.
Como era de esperar, el contenido que subía a mis redes sociales y a YouTube empezó a tener más vistas y reproducciones, pero con una contrariedad que aludía a mi vida privada.
Los comentarios en mis videos se llenaron de preguntas referentes a mi relación con Susi, pero con un morbo que me resultó incómodo, casi al punto de querer abandonar mis redes sociales y cerrar mi canal de YouTube.
Por suerte, un día Cata y Eva intervinieron en la sección de comentarios de uno de mis videos, por lo que toda la atención se volvió hacia ellas.
La ola de comentarios no se detuvo con esa intervención, pero al menos todas las preguntas que me hicieron se relacionaron con el comentario de Cata, de quien presumí ser un amigo cercano; sobre Eva, ya todos sabían que éramos hermanos.
Fue de gran ayuda que comentasen con sus cuentas verificadas de YouTube, aunque a través de WhatsApp, Cata me aconsejó que aclarase la duda de los usuarios respecto a mi relación con Susi, ya que dejar que los rumores creciesen habría sido perjudicial para mi futuro como creador de contenido.
La verdad es que no me importaba mi futuro como creador de contenido, pero sí me molestaban los rumores. Así que opté por pedirle un consejo a Cata con la esperanza de que me ayudase a enfrentar un momento tan incómodo.
Cata. Debes ser contundente y tomarte el tiempo de responder a cada comentario malintencionado o sugerente que encuentres. Sé que te llevará días, o tal vez semanas, incluso meses, pero es mejor hacerlo que dejar que la gente saque sus propias conclusiones.
Paúl. Sí, lo sé, pero más allá de aclarar que no tengo una relación con esa chica, me cuesta desaparecer de su vista.
Cata. Si tanto te molesta, debes ser directo y decirle que no te gusta pasar tiempo con ella.
Paúl. Se me hace un poco cruel, porque por mucho que no me guste que se la pase conmigo, sé que en el fondo no es una mala persona.
Cata. ¿No será que le gustas?
Paúl. En efecto, le gusto, pero ella no a mí.
Cata. Bueno, lo mejor que puedes hacer es dejar las cosas claras… Te lo digo por tu bien.
Paúl. Eso haré, y bueno, si la situación se complica, dejaré de crear contenido… Tampoco es que me mortifique desaparecer de internet.
Cata. Si es tu decisión, la respetaré… Buenas noches y cuídate.
Paúl. Gracias por todo, eres la mejor… Tu comentario calmó a la gente porque notó que una persona famosa me comentó. ¡Cuídate!
Después de terminar mi conversación breve con Cata, empezó una de las épocas más oscuras de mi vida.
Mientras hacía una tarea de la universidad, sentí una puntada en la cabeza que me hizo fruncir el ceño, aunque lo que me alarmó fueron las gotas de sangre que empezaron a caer sobre mi libreta de notas.
A causa de ello, para no ensuciar mi escritorio, miré hacia arriba y me dirigí a la cama para recostarme un rato, aunque de pronto sentí un hormigueo en mis brazos junto con una repentina tembladera que me hizo entrar en pánico.
Era como si estuviese experimentando un fuerte cuadro de ansiedad, así que respiré profundo y, en la medida de mis posibilidades, mantuve la calma hasta que decidí ir al baño. Ahí, tomé un poco de papel higiénico y contuve mi hemorragia nasal.
Luego, me miré en el espejo y noté una palidez inusual en mi rostro, así que tomé la decisión de decirles a mis padres que no estaba bien.
Sin embargo, antes de salir de mi habitación, recibí un mensaje a través de WhatsApp que pude haber ignorado, pero que, al creer que se trataba de Eva o Cata, incluso de alguno de mis hermanos, decidí revisarlo para percatarme de que era Susi.
«¿Qué querrá esta tipa?» Me pregunté, confundido.
Susi. Mañana quiero que almorcemos juntos. Prepararé algo especial para ti.
Me limité a responder con un emoticono de pulgar arriba, no por querer ser grosero con ella, sino porque era una de las formas de cortar su intención de mantener una conversación.
A fin de cuentas, empecé a sentirme mejor y volví al baño para lavar mi rostro, por lo que la idea de decirles a mis padres que no me sentía bien la descarté por completo.
♦♦♦
Al día siguiente, tal como sugirió Susi, me encontré con ella en el campus a la hora del almuerzo.
Su belleza siempre me impresionaba, a pesar de que me había acostumbrado a verla de lunes a viernes. Sin embargo, se le notaba nerviosa y afligida, por lo que traté de no ser tan distante con ella; además, me preparó un almuerzo que se veía delicioso.
Susi se había limitado a saludarme desde que nos encontramos, lo cual se sintió gratificante por la diferencia con su comportamiento habitual. De hecho, me sentí a gusto mientras degustaba el delicioso salteado de carne con verduras que preparó, que, junto al arroz blanco, combinaba de maravillas.
Quería decirle que estaba delicioso y que podría estar a la altura de un chef profesional, pero mantuve silencio al notar su expresión melancólica conforme comía de su lonchera.
—Buen provecho a esta par de tortolitos —dijo de repente Joel con un tono de voz juguetón.
Miré a Joel con rabia en ese momento, pues estaba seguro de que él era partícipe de lo que me pasó en la fiesta.