Compañera
Al terminar mis cursos del día, me decidí.
Solo eran unos minutos de una ciudad a la otra.
Nil tenía casa propia para la universidad.
Algo innecesario ya que regresamos a nuestra ciudad natal todos los fines de semana.
Su madre no reduce en gastos cuando se trata de él.
Justo enfrente de la puerta, me preguntaba si sus cursos habían acabado.
¿Debería mandar un mensaje?
La idea era escalofriante, me temblaba la mano en cada tecla.
Es una persona muy ocupada.
Es presidente estudiantil, claro que está ocupado.
Enserio, ¿en que estaba pensando?
“Voy enseguida”
Los primeros minutos me parecieron infernales.
Miraba de un lado a otro tratando de divisar su carro.
Cuando decidí por fin subir al carro, él llegó.
Al bajar parecía salido de una conferencia.
Como extrañaba esos hermosos ojos.
Quiso avanzar pero tomó distancia al segundo.
“Estaba en tu casa”
La misma idea, tuvimos la misma idea.
Como no ponerme feliz.
“Te juro por lo más sagrado, que deje de tener ese tipo de relaciones mucho antes de empezar a salir”
Que me torturen por creerle, pero lo conozco.
Reconozco esa cara, no estaba mintiendo.
Un nudo en mi garganta, pero lo abracé.
Nos abrazamos durante tanto tiempo.
“Perdóname por no decirte”
“Perdóname a mi, por huir”
“Estas en todo tu derecho Lea, no te culpo”
Lo bese, extrañaba sus besos y sus abrazos.
Supongo que estar en esta tensión hizo que lo extrañara más.
¿Me creerás si te digo?, que se le corto la respiración al contacto con mis labios.
Dentro de la casa, no separamos nuestras manos.