Bruno estaba en la sala con los otros dos detectives, saber que él iba a estar allí no sé si me ponía más nerviosa o me daba más tranquilidad, desde que Lia le contrató ha sido uno más de la familia.
La detective me daba mala espina, tenía una presencia intimidante y su mirada estaba clavada en mí. En cambió el otro detective que la acompañaba estaba más pendiente de la decoración de la habitación que de lo que estaba haciendo, porque casi se clava la esquina de un mueble en la espalda.
- Tome asiento por favor. - Daba igual lo amigable que fuera el tono de su voz, esos ojos que no mostraban emociones daban mal rollo.
Me senté en el sofá enfrente de ellos, la chica era la que llevaba la voz cantante. Me preguntó cómo me llamaba, mi relación con Lia, si podía saber de algún posible sospechoso, pero cómo es normal en nuestro mundillo, si no tienes cien enemigos, es porque ya te han matado.
- ¿Cómo fue la noche en la que murió Lia? Bruno nos ha dicho que había una fiesta.
- Sí, me acuerdo perfectamente, pero eso ya se lo contamos a los policías que investigaron el caso.
- Lo sabemos, pero no tenemos acceso a esas declaraciones y las necesitamos, así que si fuera tan amable. - El chico intervino.
- De acuerdo, además así Bruno puede saber lo que se perdió por no venir.
La fiesta comenzó a eso de las siete y media, los invitados fueron llegando hasta las ocho, primero nos pusimos un poco al día mientras preparábamos la barbacoa y la mesa. La verdad todo fue bastante bien, me esperaba alguna disputa pero todo fue sobre ruedas, durante la cena estuvimos haciendo negocios.
La verdad es que mi prima estaba teniendo unos problemas con unos compradores y distribuidores suyos, por cosas como el precio y tal. Además la policía estaba empezando a destruir algunas de sus plantaciones y a arrestar a sus camellos, así que la cosa últimamente pintaba feo para ella.
- Un momento, un momento, ¿Lia tenía problemas con compradores y distribuidores? - El detective me interrumpió.
- Sí, con ella en el foco de la policía ya no se fiaban de que fueran a salir ilesos, y los distribuidores la empezaban a vender la droga más cara, los compradores se largaban, Bruno, ¿no sé si recuerdas esa semana en la que Lia tuvo que empezar a despedir a gente a lo loco?.
- Es verdad, fue una locura, tuve que cubrir como tres turnos y cuando la fui a ver al despacho estaba estresadísima.
- ¿Esos distribuidores y compradores asistieron? - La detective insistió en el tema.
- Algunos, pero la mayoría ya había cortado lazos con Lia y pasaron de venir.
- ¿Sabes si pasó algo entre ellos y Lia? - El chico parecía bastante concentrado en anotar cada detalle.
- No, no hubo nada grande, de hecho actuaban como si nada hubiera pasado.
- ¿Algún otro dato?
- Nada más que yo sepa. Después de la cena Christian, Suleika y Lia jugaron a las cartas con algunos de los invitados, y Luka y yo estuvimos jugando al billar con el resto de los presentes.
- Mientras jugabais al billar, ¿escuchaste o viste algo que pudiera dar motivos para matar a Lia.
- Que sensibilidad para preguntar chica, pero no, nada que pudiera usarse como móvil.
- ¿Eso es todo? - El chico me volvió a preguntar.
- Bueno, Lia se fue un poco antes de que se empezaran a ir los invitados, decía que tenía que repasar unas cuentas que le habían dejado sus distribuidores antes en la cena. Los invitados se fueron a ir sobre las doce y media y cada uno nos fuimos a la cama y nadie escuchó ningún ruido ni nada hasta que la abuela la encontró muerta esa mañana.
- ¿Nadie escuchó nada?
- No, no hubo ni un ruido, si lo hubiera habido de seguro que nos hubiéramos enterado, todos tenemos un oído muy fino en esta familia.
- Eso es verdad, me escuchan llegar todas las mañanas y eso que mi coche no hace mucho ruido.
- Fue la última vez que Bruno intervino en el rato que me tuvieron allí.
Después me hicieron las típicas preguntas de si alguien de la familia tenía motivos para matar a Lia y me pidieron todos los contactos de sus distribuidores y compradores. Les dije que evidentemente yo no los tenía, pero que quizás estuvieran o en su despacho o en su habitación, aunque Lia no solía apuntar ni números de teléfono ni direcciones, esos los memorizaba, aunque para los nombres era un poco mala, tenía cientos de libretas llenas de nombres a los que les asociaba cosas random como lasaña, mesa o Nilo. Lia tenía una forma de organizarse un poco peculiar, pero nadie se metía con sus métodos, a pesar de que el resto no entendía nada, ella se apañaba muy bien.
Cuando no tuvieron más preguntas me dejaron largarme, nos dijeron que cómo no querían molestarnos, que nos podíamos ir a nuestros despachos o a cualquier sitio de la casa mientras que no nos fuéramos por si nos tenían que anunciar cualquier cosa, o hacernos más preguntas. Yo me encerré en mi despacho y me puse en contacto con uno de mis socios para ver si el encargo que habíamos pedido ya había llegado.
Por las escaleras me crucé con mi hermana, le dije que me habían hecho preguntas que ya habíamos contestado a los policías y que si me necesitaba estaría en mi despacho encargándome de un pedido de armas que me llegaba hoy.