La muerte del amor

La muerte del amor

«¿No es esto el amor? Apuntarnos entre nosotros, un tiro mortal, hasta que uno de los dos dispara y el otro, en su defecto, cede. El precio de negarte a matar es una consecuencia: quien recibe la bala eres tú. Sea por un lado o por otro, el amor solo reduce tus opciones a dos: morir o salvarte a cuesta de alguien a quien amas».

Yo me vi obligada a elegir. Toda mi vida fue morir. Recibir la bala, sangrar hasta que las habitaciones se llenen con el vacío de una despedida, de un corazón roto. En eso me convertí, en alguien cansado de estar exhausto, en alguien que por primera vez quería saber lo que se siente estar del otro lado, ser la que dispara para salvarse a cualquier costo.

Seré honesta, ojalá esta fuera una historia de amor donde el cielo es eterno, dulce y seguro, donde no existe el peligro y la felicidad es interminable, pero jamás aburrida.

Resilientes, competitivos, problemáticos, provocativos y los candidatos por excelencia a cometer el crimen perfecto. Así éramos nosotros, Darcie y Louie. Marlene y Andrew. Idénticos hasta convertirnos en desconocidos.

Ojalá él hubiese sido mi otra mitad, el complemento opuesto que faltaba en mi vida en lugar del reflejo exacto de cada uno de mis miedos. Ojalá hubiese sido lo que necesitaba en lugar del camino al infierno.

¿Ahora quieres la verdad?

Yo tenía el veneno para matarlo.

Él cavó la tumba.

He aquí el resultado: una muerte.

Y nosotros somos los asesinos.




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