La muerte del amor

Capítulo 03 · De vuelta a donde comenzamos

III

MARLENE

Nunca me quedaba a esperar a que te levantaras. Sabía que eso probablemente te traería problemas con tu padre así que lo primero que hice el día después de dormir contigo fue robarte esa camiseta que me habías prestado e irme con la esperanza de que nadie me viera.

Lo logré, no te preocupes.

El problema fue llegar a casa caminando desde la tuya. Pensé que mi cabeza no podía dolerme más pero el dolor que me generaba haber dormido menos de tres horas iba a matarme. Lo peor de todo es que vivimos lo suficientemente lejos como para haberme hecho replantear el hecho de necesitar no molestarte ni en lo más mínimo.

Llegué a casa sobre el mediodía. En parte por la lejanía y en parte porque yo misma estaba planeando no llegar nunca.

No me sorprendió encontrar la puerta abierta, sin llave. Mamá no era muy atenta, menos cuando estaba borracha y salía de noche. Entré para descubrir que todo estaba hecho un desastre. De por sí nuestra pequeña casa no era la gran cosa, demasiado pequeña incluso para dos personas, pero ver la cantidad de botellas de cerveza que habían tiradas encima de la mesada me sorprendió hasta a mí.

Mamá lo había hecho de nuevo, Louie.

La busqué por toda la casa, de esquina a esquina. No estaba en el baño, ni en la cocina, ni en su propia habitación. Tampoco en el pequeño espacio verde que tenemos detrás de casa como si fuera una especie de jardín, pero el cual terminamos usando más como basurero que otra cosa. No pude encontrarla en ningún lugar.

¿Sabes en dónde estaba? En mi propia habitación.

Tumbada en la cama con los calmantes a un costado.

Me jode bastante tener que dejarte ver este lado de mí. Me jodió más permitirte verlo en su momento, pero ahora que tengo que escribirlo parece llegarme de una manera diferente. Cada cosa que esa mujer hacía solo conseguía enfadarme cada vez un poco más, no parecía haber un límite. Justo cuando creía que no podía caerme peor, llegaba y lo superaba. Mamá estaba ahí para destruirme.

Toda mi cama estaba llena de sus vómitos. Tuve que levantarla y arrastrarla a su propia habitación, obviando limpiarla o cambiarle la ropa. No tenía el cariño ni mucho menos las ganas suficientes como para hacerme cargo de ella, mucho menos habiéndola encontrado en el estado de inconsciencia en el que estaba. No era la primera vez que algo así sucedía.

Fue peor cuando no me lo esperaba. La verdadera primera vez que me hizo eso fue esa semana en la que la abuela había muerto y llevábamos tan solo días viviendo juntas. Me asustó tanto que hasta llamé a los vecinos, quienes me confirmaron que volvería a la consciencia pronto. Parecía algo usual en ella, o al menos eso dijeron.

—A veces hasta aparece tumbada en nuestro jardín—me confesaron.

Intenté esconderle los calmantes pero fue peor. Sin ellos se pasaba toda la noche hablando a los gritos o llorándome para que se los devolviera.

Pero ya es suficiente mierda para una vida entera, ¿no? Mejor hablemos de algo que nos permita querer vivir hasta los veinte, mínimo.

Nosotros.

Volver a las clases era igual de gratificante que tener que convivir con mi madre. Si, disculpa que siga recordándolo a cada rato. Creo que ya sabes cuánto detestaba tener que asistir a ese lugar de mierda, más teniendo en cuenta que la única persona a la que más o menos toleraba se había ido y con las razones suficientes y necesarias.

Sé que todos ustedes estaban enojados con Cameron por lo que había hecho. En especial William, con quien peor me llevaba conforme los meses pasaban. Una parte de mí sabía que él tenía gran parte de la culpa. Aunque nunca nos enteramos qué sucedió entre ellos dos, es evidente que Cameron no se hubiese ido como se fue de haber estado todo bien entre ellos. Así que estuve, estoy y estaré para siempre segura de que algo le hizo William.

ANDREW

4. Tu intuición nunca falla.

MARLENE

Tampoco iba a decirle nada tan directamente. El pobre chico se había convertido en una bola de tristeza insoportable que se pega a una emoción sin soltarla. Daba la impresión de tener el cuerpo cansado todo el rato, cosa que yo podía entender y compartir a la perfección. Lo que me molestaba era que se quedara así tanto tiempo.

Su tristeza me cansaba, en fin.

Las ironías de la vida.

Llegué dos minutos antes, como es usual en mí. Te vi en el pasillo, como era usual también. Estabas con Bailee y Will, pero no les prestabas atención. Ellos parecían estar metidos en alguna discusión bastante acalorada por algo que al parecer sucedió en la noche de la fiesta de Joanna. Por tu lado, lo único que hacías era recostarte a un costado para mirar a los que pasábamos por ahí.

Hiciste la excepción conmigo.

Ni siquiera parecías registrarme.

Tampoco me importó tanto. No es como si fuéramos amigos, ni mucho menos como si hubiese estado esperando que me saludaras o cualquier cosa. Seguí de largo para llegar a mi primera clase lo menos tarde posible. Ese día tenía un gran plan para Teatro, mi primera materia del día. Estaba bastante más ensimismada que de costumbre, incluso algo nerviosa. Tener que presentarme ya era un problema para mí.




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