La muerte del amor

Capítulo 58 · Elige a quién traicionar

LVIII

FLYNN

Puse a cargar el celular que había en caja al cabo de unos minutos, luego de discernir entre si debía comunicarme primero con Dante o no. Supuse que de tratarse de Hades, ella sabría cada uno de mis movimientos, pero al mismo tiempo el pelirrojo era la única seguridad que tenía, el único que de verdad podría aconsejarme antes de enfrentarla. Sin embargo, ninguna de mis dudas encontró calma en cuanto vi que la pequeña y quebrada pantallita del celular se encendía.

Me senté sobre la cama, apoyando caja y móvil sobre mis piernas. Tampoco fue demasiado difícil unir puntos para darme cuenta de que esa era la manera de Hades de advertirme que, si pensaba ir en su contra, ella también iría en la mía.

Porque la había encontrado.

Dio con el paradero de Josephine.

Y a diferencia de Dante, Hades sí me recordaba. Si supo de mi relación con Jo antes de que me uniera a Catábasis. De mis insistencias por sacarla, por desligarnos de cualquier cosa que tuviese que ver con el infierno mismo.

La imagen de fondo de pantalla era oscura, asimilándose a una foto sacada en un lugar de poca iluminación. Al ser un modelo tan viejo, ni siquiera tenía código o contraseña. Lo primero que se abrió fue un menú con tres opciones: contactos, mensajes y galería. No había nada más.

Empecé por orden de importancia, dirigiéndome a los mensajes. Encontré una casilla vacía, a excepción de una única charla con una persona guardada como X.

Intercambiaron tan pocos mensajes que la conversación se reducía a un ida y vuelta de insultos, promesas sinsentido y direcciones. Me llamaron especialmente la atención los últimos mensajes que aparecían ahí. Leí:

Mentiste.

Dijiste que ella estaría en el campamento, pero no había nadie.

Tú también mentiste.

Se acabó el acuerdo.

Ningún acuerdo se acaba hasta que yo lo diga.

Pero te daré una última oportunidad.

Esta vez elige bien y no me decepciones, X.

Ya elegí.

No pienso traicionarla.

Olvídate de seguir recibiendo mi ayuda.

Puedes meterte mi redención bien por el culo, Plutón.

Déjanos en paz.

Te ofrecí paz a cambio de ella.

Todo lo que tenías que hacer era dejarla sola en la dirección exacta.

Pero no lo tomaste, ahora puedes llorarle a quien quieras.

La encontraré.

Y vas a lamentar no haber hecho esto por las buenas.

Inténtalo.

Yo nunca intento.

Ahí acababa la conversación.

La vomitiva necesidad de encerrarme en el baño volvió, esta vez de la mano de querer correr hasta Catábasis para detener lo que poco a poco empecé a entender que sucedía de fondo. Aun así, supe al instante lo que tenía que hacer. No había ningún otro contacto además de ese, y la galería estaba vacía, a excepción de la foto oscura que estaba de fondo.

Cerré la puerta con llave, me acurruqué en una esquina de mi cama y marqué el número. Predije quién contestaría incluso antes de escuchar su voz, diciéndome:

—Mira quién llama, justo a tiempo para la fiesta—Hades y yo habíamos hablado en solo dos ocasiones, una con Josephine de por medio y la otra en el Tártaro, el día de la muerte de Kit—. ¿Cómo te va, Flynn? ¿Todo bien? ¿Qué tal la vida universitaria?

El tono con el que pronunció mi nombre falso dio el indicio de que ya debía de haber averiguado mi identidad, la real. Eso solo me aterró un poco más, haciéndome recordar que dicho detalle ponía en peligro también a mi familia.

—Dime qué quieres a cambio de dejarla viva—exigí, agudizando mi audición en un desesperado intento por distinguir los sonidos de fondo que alcanzaban a hacerse oír por detrás de la grave voz de Hades.

Ella profirió una carcajada larga, sonora y maléfica.

—No tengo ni idea de qué me hablas, cariño.

—Sé que tienes a Perséfone—rugí, hartándome con facilidad de la cantidad de vueltas que ella adoraba dar al hablar. Dante y su hermana siempre se diferenciaron por eso, siendo él directo, conciso y de vez en cuando exagerado, mientras ella era constantemente dramática y teatral—. Así como también sé que lo más probable es que le hayas ofrecido un contrato. Liberarla a cambio de mí, ¿verdad?

—Eres más inteligente de lo que parecía, chico listo—me felicitó Hades. Por un momento dio la impresión de que se movía hasta encerrarse en una habitación diferente, porque todos los sonidos de fondo se extinguieron de un segundo al siguiente—. Si quieres mi opinión...




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