La Muerte Escarlata (retelling de la Caperucita roja)

Capítulo 6

—Buscando a Débora —la tensión en el ambiente se podía cortar con cuchillo a la sola mención de ese nombre.

—Llevas años buscándola, no deja rastros, no hay testigos, no hay nada por donde ella pasa —caminó hasta la pizarra y analizó cada paso que se había investigado—. Para tener poco tiempo, has hecho una buena investigación.

—A ustedes también… todo los lleva hasta esa casa. —Él asintió—. Mi abuela no me dice nada al respecto, dejé de preguntar y empecé a investigar. Igual que ustedes, yo también sospecho que mi… que Débora, es la causante de que desaparezcan tantas chicas. El perfil de cada una, es similar al mío.

—Así es, ¿tú sabes quién es tu padre, Casie?

 —Supe quien fue —dio la vuelta para sentarse de nuevo en la silla y seguir con sus drones para vigilar al hombre que había llamado su atención.

—¿Que harás cuando encuentres a Débora?

—Tendrá el mismo destino que tuvo mi progenitor cuando lo encontré —una sonrisa malévola se formó en los labios de ella—, solo espero que ella me implore por su vida, como lo hizo el cobarde de mi padre antes de matarlo.

—No tienes remedio Red, no lo tienes.

—¿Por qué no te sorprende lo que hago? Lo que soy espantaría a cualquiera.

—¿Lo que eres? Te refieres al ser el verdugo de Storyland —ella asintió—, quizás tú y yo no seamos tan diferentes después de todo, aunque yo estoy en el lado legal y tú en el que está por encima de la ley, ambos tenemos ese sentido de justicia por así decirlo, amo asesinar a los que considero que se lo merecen. El infierno es aquí Red, aquí es donde deben pagar por todo lo que han hecho —los puños de Wolf estaban apretados a su costado recordando quizás algún acontecimiento trágico de su pasado.

—¿Qué sentiste la primera vez que mataste? —preguntó ella, viendo los puños apretados del grandulón.

Wolf parpadeó varias veces para volver de su letargo.

—No lo pensé, solo lo hice, no fue planeado, solo le enterré el hacha al tipo y le partí la cabeza en dos.

—Y tú hermana, ¿cómo está? —La mirada de sorpresa del hombre se posó en Red quien sonrió con satisfacción ante la reacción del tipo—, yo también tenía que saber con quién me estaba metiendo. Así que el vengador, rescató a su hermana de un violador que resultó ser su padrastro, uno que llevaba meses tratando de poder tocar a tu pobre e indefensa hermana, un bastardo asqueroso que tuvo su merecido. Yo también me hubiese quedado con un buen sabor de boca después de partirle el cráneo a esa basura.

—¿Cómo sabes eso? Los registros están bajo la protección del sistema de seguridad del FBI.

No le contestó, siguió frente a los monitores observando al hombre encapuchado, quien se metió en un callejón y se quedó ahí sin hacer ningún movimiento. Ambos identificaron el proceder.

Va a cazar —dijeron al unísono viéndose con asombro.

—Wolf, vigila sus movimientos, ya regreso. —La chica corrió hasta su habitación para rápidamente vestirse, enfundó sus dagas en las piernas donde gracias al traje era perfecto para ponerlas.

Cuando tenía misiones con su Abu, lo hacía a distancia, con su rifle de compañero, pero cuando cazaba, peleaba cuerpo a cuerpo con sus víctimas, deseaba que la vieran a los ojos, le encantaba observar como la vida de ellos se extinguía entre sus manos. Como la sangre salpicaba cuando enterraba sus cuchillos en la humanidad de estos seres desagradables que dañaban a los inocentes, a aquellos pobres que no podían defenderse.

Cuando salió de la habitación, la vio con una sonrisa de satisfacción al notar el atuendo rojo fuego de la chica ceñido a su figura, el traje de cuero le hacía resaltar más su mirada azul, penetrante.

—Fiuuuuu —el silbido que salió de la boca de Wolf, hizo que Red volteara sus ojos, y le lanzara una patada, la cual esquivó con agilidad.

—Eres bueno, toma —le dio un pequeño audífono para mantenerse comunicado—, me gusta trabajar sola, pero si es lo que sospecho, necesitaré de tus habilidades. Tu conduce. —Le lanzó las llaves y este las vio maravillado, admiraba la navecita de Red, una Ducati Panigale V4 R | 221 CV—. Veo baba chorrear —se burló la pelirroja al pasar a su lado poniéndose un casco.

Equiparon una maleta donde llevaban lo necesario para lo que se enfrentarían, ambos estaban muy conscientes de que las cosas que verían no iban a ser de su agrado, pero que se divertirían aplastando algunas cabezas.

Ambos salieron de la casa sobre la motocicleta de Red, hacia la ubicación que les mandaba el dron.

A Wolf, no le sorprendió para nada las cosas que poseía la pelirroja, ya la había vigilado por seis meses, la conocía muy bien, desde la ropa que tenía, hasta los juguetitos que poseía, incluso, sabía de ella más de lo que se imaginaría.

La luz parpadeada en su pulsera inteligente, lo que indicaba que el hombre aún no se movía de donde estaba escondido.

Wolf, aceleró hasta el fondo, para llegar a ese lugar en menos de cinco minutos, se sentía maravilloso montar semejante nave. Su salario no le permitía tener una como esta, a duras penas tenía una Harley que le había dejado de herencia su padre, cuando apenas era un niño de diez años. El precio de una como la que poseía Casie, ni siquiera se había establecido en el mercado. Quizás la obtuvo con sus contactos.




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