La muerte llama a mi puerta

"Normalidad"

-Gracias por escuchar. 

Sonrío de lado al escuchar los aplausos y me siento satisfecha de que mis horas de trabajo hayan dado sus frutos. Se que parece una locura, pero amo las exposiciones, ya que, después de haber escrito las miles de hojas y haber estado días buscando información, exponerlo, que la gente te escuche por lo menos un poco y que se vea reflejado tu esfuerzo. Lo se, soy algo rara, soy consciente.

-Muy bien, señorita War, tiene un 10- dice el profesor, haciéndome señas para que me vuelva a sentar.

Me siento en mi sitio dejándome caer sin mucho cuidado y les sonrío a mis amigos que me felicitan por mi exposición. Respiro hondo tres veces antes de conseguir hablar. Aunque me gusten, el miedo y el pánico no se van, siguen ahí. La vista borrosa sin poder ver las caras de mis compañeros me causa mareos y de vez en cuando mis piernas amenazan por dejar de funcionar mientras estoy diciendo todo de memoria. Lo disimulo bien, parece que en realidad disfruto, aunque lo que más me gusta es el final, con los aplausos y las respiraciones para tranquilizarme y así no ponerme a llorar delante de todos. 

-¿Y si vamos esta noche a una fiesta?- les pregunto en voz alta, dejándolos callados, sin saber qué responderme- es viernes e Isabela me ha invitado a la suya, supongo que a vosotros también, ¿por qué me miráis así?

Una risa nerviosa escapa de mis labios y comienzo a temer ser juzgada, tal vez debí cerrar la boca y no decir nada. Se miran entre ellos y luego a mi, como si no pudiesen creer del todo que yo acabo de decir eso, aunque no entiendo su extrañeza. Espero unos segundos hasta que lo vuelvo a preguntar, devolviendolos a la realidad.

-No se, Claudia...- comienza Lorena, pero la interrumpo.

-Venga ya, si nunca nos perdemos ninguna fiesta- frunzo el ceño sin entenderlos del todo.

El timbre suena y todos se levantan rumbo al patio, queriendo almorzar y al fin salir de la clase para poder hablar en paz. Yo les espero en la puerta y uno a uno se van uniendo a mi. Paseamos por el pasillo en silencio, como temiendo que cuando alguien abra la boca todo el planeta explote, aunque no me pienso quedar callada.

-Entonces, ¿si?

-Claudia... Tu enfermedad...- susurra Hugo, aunque no se atreve a seguir hablando.

Mi ceño se frunce y comienzo a entenderlo todo. Me alejo de ellos para mirarlos cara a cara, ninguno parece pensar de forma distinta, todos están con la cabeza agachada, observando el suelo como si fuese lo más interesante en estos momentos. Nadie dice nada, todos esperan mi reacción.

-Ni se os ocurra decirme que no a una fiesta por mi enfermedad- sentencio algo enfadada.

-Pero es que corres mucho peligro si te llevamos, con las medicinas que tomas no podría beber alcohol, la música podría estar demasiado alta para tus oídos y estarías cansada a la hora de estar ahí- explica Adrián con calma, clavando su mirada en la mía.

-Voy a ir, con o sin vosotros.

-No, no vas- dice Hugo seriamente, como si fuese una niña a la que tiene que regañar.

-Me quedan dos años de vida- suelto sin más, con irritación en mi voz, lanzandoles una daga al corazón- no los pienso vivir encerrada comiendo palomitas y viendo películas con mi madre.

-Pero...

-No- mi voz se quiebra y me odio por eso- quiero algo de normalidad, quiero quedar con mis amigos y divertirme con ellos, aunque sea solamente una hora, solo quiero reír como antes ¿no lo entendéis? Llevo un mes encerrada en mi casa, sin poder salir porque os hacía caso cuando me decíais que no, pero estoy harta- siento una lágrima caer por mi mejilla y rápidamente la limpio, bajando la mirada para que no vean mi dolor- por favor, no tiene que ser a una fiesta, pero quiero pasar un rato con vosotros.

Eso parece convencerlos porque me abrazan, diciéndome que si o simplemente asintiendo, a punto de llorar algunos. Sonrío de lado y todos reímos por lo estúpidos que debemos parecer visto desde fuera. Quedamos para ir a casa de Lorena por la tarde y hacer una fiesta de pijamas todos, chicos y chicas, con películas, juegos y risas. Feliz, cuando acabamos las clases, me dirijo hacia el coche de mi madre y le abrazo cuando ella me saluda con una sonrisa.

-Esta noche hay fiesta de pijamas en casa de Lorena y pienso ir- sentencio sin dejarle tiempo a rechistar- vamos a casa, debo hacer la bolsa- medio grito y río a la vez.

La sonrisa de mi madre se ensancha al verme feliz y le agradezco interiormente que no me lo prohiba. 

Cuando llegamos a casa, cojo todo lo que necesito, pijama, sudadera, ropa para el día siguiente, cepillo de dientes y peine, unos cuantos chocolates y toda la comida chatarra que encuentro por mi casa. Cierro la bolsa con cremallera y la dejo encima de mi cama, miro el reloj y compruebo que aún me queda una hora antes de salir de casa. He quedado con Hugo en que vendrá a recogerme y juntos nos iremos a casa de Lorena andando, ya que no quieren dejarme sola.

Nunca entenderé porqué tanta preocupación cuando el médico les aseguró que hasta dentro de un año la enfermedad no se me notaría, simplemente estaría ahí, en mi organismo, matándome en silencio. Aún tengo defensas, aún puedo correr y reír sin cansarme en el intento, aún puedo comer todo lo que quiera y la sed no es algo que me venga durante todo el día. No tengo síntomas y actúan como si los tuviera. No quiero ni pensar como serán cuando si los tenga y me desmaye cada vez que haga un poco más del esfuerzo necesario en el día a día.

¿Cómo actuaré yo?

Siempre estoy pensando en que nada me pasará, he asumido que me voy a morir, que voy a deteriorarme y que lo que soy ahora no es el aspecto con el que me voy a ir de este mundo. Pero... Una cosa es pensarlo y otra vivirlo. ¿Estaré lista para morir? ¿Sonreiré? ¿Me arrepentiré de algo? Espero que no. 

-¡Claudia, Hugo ya está aquí!

El grito de mi madre me saca de mis pensamientos y salgo de mi habitación lo más rápido posible para dejar de pensar. Le doy un abrazo a mi amigo cuando lo veo y él me lo devuelve, mi madre nos sonríe y así nos vamos de mi casa rumbo a la de Lorena. El camino es corto, así que me deja ir andando mientras sea acompañada. 



#21873 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor lgbt, lgbt juvenil

Editado: 25.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.