La muerte llama a mi puerta

Ella

-Mejor yo que un loco borracho- sonrío de lado, sacándole una pequeña risa.

-Cierto, mucho mejor.

Vuelvo a la casa de Lorena con las manos entre mis brazos, muerta de frío pero con una sonrisa en mi rostro. Al final me quedé durante dos horas con Vic, mirando el amanecer, sin hablar y cogidas de la mano. Cada vez me gustan más esos momentos, me relajan, me hacen sonreír y olvidar mis problemas, solamente estamos ella y yo. ¿Lo malo? Solo la conozco de cuatro días o menos y siento que en realidad llevo junto a ella toda una vida. No debería sentir eso.

-Siempre coincidimos aunque no lo pensemos.

-Tal vez es el destino que nos quiere unir.

-Tal vez deberíamos hacer caso al destino, cada noche, vendremos aquí y miraremos las estrellas, ¿te parece?

-Si.

Sonrío al recordar todo y no me doy cuenta de que la casa está con las luces encendidas y un montón de personas yendo de un lado a otro. Abro la puerta silbando y todo se queda en silencio. Frunzo el ceño y levanto la mirada para encontrarme cinco pares de ojos mirándome incrédulos y aliviados, tal vez un poco enfadados. La primera en abrazarme es Lorena que corre hasta tirarme al suelo como si llevase sin verme años. Después el resto se une.

-¿Qué pasa?- sonrío al sentir un beso en la mejilla de mi mejor amiga- ¿por qué tanto amor?- pregunto extrañada.

-¡Llevas desaparecida horas, Claudia!

Eso me cae como un balde de agua fría y me doy cuenta de la preocupación en sus miradas. Había desaparecido y me estaban buscando mientras yo simplemente cogía la mano de una desconocida observando las estrellas y el amanecer. Quiero reír, quiero llorar, pero me limito a sonreír para calmarlos. 

-Tranquilos, ya estoy aquí, solo salí a dar un paseo.

-Te podría pasar cualquier cosa- se queja Adrián medio gritando.

-Pero estoy bien.

-Por suerte- niega con la cabeza Hugo- vamos, mejor volvamos cada uno a su casa.

Todos recogemos nuestras cosas y básicamente mi mejor amigo me saca arrastras de la casa como si fuese una niña pequeña que necesita ser regañada. Comenzamos a andar en silencio, yo temiendo lo que va a decir y él intentando tranquilizarse para no gritarme. Entiendo su enfado, pero estoy bien, está exagerando un poco.

-Nos has dado un susto de muerte- dice con calma y midiendo sus palabras.

-Lo siento.

Agacho la cabeza, de verdad arrepentida. Debería haber dejado una nota o algo por el estilo.

-¿Dónde estabas?

-Dando un paseo ya te lo he dich...

-No, dónde estabas de verdad- habla de manera estricta, enfadado.

-En el parque- confieso después de unos segundos.

Eso parece alarmarle y tiene que contar hasta diez para seguir hablando.

-¿Sabes que allí hay locos que te podrían haber hecho algo?

-Lo se.

-¿Y qué hacías ahí?

¿Se lo digo? Es mi mejor amigo, debe entenderme y no juzgarme, no creo que lo haga ¿o si? Tal vez debería arriesgarme, no quiero que se preocupe. Simplemente contándole las cosas por encima lo tranquilizaría un poco o puede que se enfade más porque seguía pudiéndome haber pasado algo, aunque hubiera estado acompañada. Suspiro con pesadez y decido hablar en un susurro.

-¿Te acuerdas de mi amiga del parque?

-¿La que cantaba?

Asiento mordiéndome el labio inferior.

-Fui al parque inconscientemente y cuando llegué al banco, ella estaba en la hierba muerta de frío, se ve que se había dormido mirando las estrellas y no se había dado cuenta- comienzo a explicar- le desperté y le dí mi sudadera para que se calentara un poco, después me quedé con ella, se me fue el tiempo estando a su lado.

-¿Quién es?

-Una amiga- contesto con el ceño fruncido- ya te lo había dicho antes.

-Pero, ¿de dónde le conoces?- pregunta esta vez más específico- no haces ninguna extraescolar y no tienes amigos fuera del instituto que no sea tu prima.

-Si tengo más amigos- me quejo, algo indignada- encima, no me apetece hablar de esto contigo, así que déjame, ya estamos en mi casa.

Si, me he puesto algo a la defensiva, pero me suele pasar cuando debo hablar sobre mis sentimientos o toco un tema incómodo para mi. Por suerte, Hugo lo sabe y se da cuenta de que no quiero hablar sobre ello, así que asiente y se despide de mi con un abrazo algo más largo de lo normal. Me he dado cuenta que mis amigos ahora me abrazan más, me demuestran que me quieren más, como si no quisiesen perder ningún momento a mi lado.

-Estaré bien- le susurro antes de entrar a mi casa y cerrar la puerta sin mirar atrás.

Saludo a mi madre y corriendo voy hacia mi habitación, cogiendo el móvil de encima de la mesita. No me lo había llevado pensando que no lo iba a necesitar y ahora me he dado cuenta de que he echado de menos hablar con mi amiga a distancia. Le escribo un mensaje lo más rápido que puedo y ella me contesta preocupada porque no había contestado en dos días sus mensajes. Si, puede ser que llevase desaparecida demasiado tiempo. Pulso el icono de llamada y ella contesta al segundo tono.

-Entonces, ¿qué tal la fiesta de pijamas?- pregunta como saludo, haciéndome sonreír.

-¡Me lo he pasado genial!- confieso con entusiasmo- no me había dado cuenta de lo que echaba de menos salir hasta que he me he encontrado a punto de dormir.

-¿Has dormido bien?

Muerdo mi labio inferior y a comparación de con mi mejor amigo, no dudo en contárselo.

-La verdad es que no- suspiro y bostezo al darme cuenta de mi cansancio- me fui a dar un paseo y...

-Espera, espera, ¿te fuiste a dar un paseo en la madrugada?

-Si...

-¡Que pasada!- grita dejándome sorda- ojalá poder hacer eso, pero vivo en la ciudad y no hay ningún lugar por el que pasear bonito- se queja con un suspiro- ¿y qué hiciste? ¿estuviste toda la madrugada?



#25292 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor lgbt, lgbt juvenil

Editado: 25.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.