La muerte llama a mi puerta

Promesas

Cogidas de la mano, sintiendo el pulso de la otra sobre nuestra piel, caminamos por las calles, aguantando la risa para no molestar a los que nos rodean. Queremos sonreír sin más y acabamos comiendo helado en la primera tienda que vemos que los vende a un precio razonable. Damos vueltas, cantamos y llegamos al parque, disfrutando del sonido de los pájaros, nuestras palabras en susurros y el ruido del viento cada vez que mueve las hojas de algún árbol. Siempre con ella parece todo tan irreal que necesito pestañear varias veces antes de sentirme completamente segura de que esto no es un sueño creado por mi mente para hacerme pasar un mal rato nada más despertar.

-Nunca entenderé porqué tu sabor favorito es la vainilla- murmullo para no romper el momento.

Ambas, tumbadas en el suelo, contemplando las vistas y con mi cabeza apoyada en su barriga, esperando a que ella esté lista para comenzar a leer el libro que hemos elegido para las dos. Ella solo suelta una pequeña risa cada vez que ve mi cara de desagrado porque está comiendo un helado del sabor que más odio. Todo suena tan melodioso que no me quejo cuando ella se burla de que tengo un gusto pésimo para la comida. Su ojos dejan atrás la tristeza cuando se ríe de verdad.

-Vale, comienza a leer o me quedaré dormida- le amenazo, bostezando para fortalecer mis palabras.

En pleno verano, con el sol en la cara y después de solo haber dormido dos horas en toda la noche, irme al mundo de los sueños sería tan simple como cerrar los ojos y dejarme llevar mientras siento las caricias que ella me hace sobre mis mejillas.

-Quejica- carraspea varias veces, dejando de lado el helado- esto... Siento si leo algo mal.

-No seas tonta, todos tartamudeamos o nos equivocamos al leer, tu solo hazlo y yo sonreiré cuando note tus nervios- contesto de la manera más casual que puedo, queriendo de verdad escuchar su voz mientras lee.

-También... Si hay incoherencias, no me ha dado tiempo a editarlo y...

-Vic, hazlo, enserio, me encantará y todo será perfecto.

-¿Segura?

Asiento, dedicándole una sonrisa para tranquilizarle, consiguiéndolo y pudiendo escuchar la lectura segundos después.

"Nunca pensé poder tocar el cielo, las estrellas, concretamente. Mi padre me repetía una y otra vez que aquel lugar estaba muy lejos de mi y que era mejor no ir o por lo menos retrasar el momento. No lo entendía, tal vez siga sin entenderlo. Recuerdo la risa de mi madre a mis espaldas cada vez que mi hermano hacía una tontería, diciendo que debía parecerse a mi o acabaría partiéndose la espalda. Ahora ella está en el cielo, tal y como me dijo papá, mi hermano va en silla de ruedas, tal y como dijo mamá, yo sigo sin entender cómo puede ser que aún con todo lo que pasa a mi alrededor, no lloro."

-¿Te está gustando?

Aún con los ojos cerrados, siento su mirada sobre mi y puedo visualizar cómo se muerde el labio inferior, con la duda de si seguir o no plasmada en su rostro. Quiero decirle que está perfecto, que no tiene de qué preocuparse, pero se que no se lo creerá o seguirá dudando y preguntándome cien veces más antes de acabar el primer capítulo. Sonrío, simplemente con la imagen de Vic siendo insegura cuando tantas veces he creído que era más segura de si misma que yo.

-¿Por qué no llora?- pregunto, indicándole que si le estoy atendiendo.

Ella sonríe, lo sé.

-No lo sabe.

-¿Y tu?

-Te lo explicaré más adelante.

-Pues continúa, que ahora tengo curiosidad.

"Las calles cada vez son más grises, los vecinos solo me saludan por compromiso, ya que soy solo una sombra de lo que fui y no puede importarme menos. Camino paso a paso, mirando el suelo nada más entrar en clase, sin querer hacer contacto visual con nadie a mi alrededor. Compruebo que en mi mesa, como siempre, hay dibujos extraños que yo no hice y palabras como "bruja" o incluso peores, escritas en ella con bolígrafo. Suelto un suspiro, queriendo gritar pero sin que las palabras pudiesen salir de mi boca a tiempo. Solo cojo un pañuelo, desinfectante y comienzo a limpiarla para seguramente hacer lo mismo al día siguiente."

-¿Le van a hacer bullying durante toda la historia?- pregunto, interrumpiendo su lectura, aunque ella parece feliz de que haya hablando justo en ese momento.

-La mayor parte, ella tiene miedo.

-¿Miedo?

-Por eso no llora.

-No lo entiendo...

-Es que tienes que leer.

-¿Y si vamos a mi casa y leemos con el aire acondicionado puesto a tope?- propongo, abriendo los ojos por primera vez desde hace varios minutos solo para mirar su reacción.

-¿Segura?

-Mi madre estará trabajando.

-¿Y tu padre?

-Comprando tabaco.

Ambas reímos por lo bajo, sin poder evitarlo. Al fin y al cabo, ninguna tiene un padre al que acudir si lo necesita.

-¿No te importa?

-Te estoy invitando yo, Vic.

-Lo se, pero... No quiero incomodar o entrometerme, no sé- se encoge de hombros, restándole importancia aunque por dentro se carcome, queriendo que yo le transmita seguridad.

-No incomodas.

Me levanto de golpe, cogiendo su mano y ayudándole a levantarse, aunque parece como si le pesase el culo porque tenemos que hacer varios intentos antes de que ella se pueda poner de pie como es debido. Caminamos rumbo a mi casa, ella siguiendo mis pasos al no saber dónde se encuentra el lugar en el que vivo, simplemente repitiendo mis pasos, como una sombra.

-Ya estamos.

Abro la puerta de mi casa, dejando ver la pequeña entrada que causa una sonrisa en su rostro por una razón que no logro comprender. Juntas, de la mano, llegamos hasta el salón, sintiendo miles de cosas en nuestro interior, esperando que esto fuese real y no un maldito sueño. El lugar se queda en silencio cuando, aún sin poder despegar los ojos de la otra, juntamos nuestros labios, sintiendo el calor que desprendemos cada una. Acaricio su mejilla con mi mano libre y ella sonríe ante el gesto, cerrando los ojos.



#21833 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor lgbt, lgbt juvenil

Editado: 25.08.2021

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