La muerte llama a mi puerta

Epílogo

Mismas luces blancas, misma mano rodeando su muñeca, temiendo perderle. No se puede mover, hace tiempo que va en una silla de ruedas de un lado a otro, sin poder correr, sin poder hacer algo normal. El sonidito del aparato que está a su lado, leyendo sus pulsaciones, va decayendo, cada vez más bajo, lentamente.

Hace una semana cumplió diecinueve... Aún no puede creerlo y una sonrisa se instaura en su rostro simplemente al recordarlo. Aún recuerda tener 16 y pensar que solo iba a durar unos meses, tal vez un año y cuando ella se fue, simplemente unos días. Pero seguía allí, luchando hasta su último suspiro, que por lo que se ve, será ahora. 

Mira a su madre, tan tranquila, durmiendo mientras le cuida a la vez, sin esperanzas pero luchando con fuerza. Quiere darle un abrazo en estos momentos, avisarle que su corazón se parará en unos segundos y ya se irá por siempre. Se quiere despedir, gritarle que se despierte para poder decirle el último te quiero, pero hace tiempo que sus cuerdas vocales fallan y todo en ella ha dejado de funcionar. 

-Claudia...- susurra entre sueños y se permito sonreír al saber que está pensando en ella aún mientras descansa.

"Sí, mamá, soy yo"

No puede decir nada, no puede moverse y solo siente como todo le pesa. Los párpados, los brazos, las piernas y la cabeza. Se permito cerrar los ojos unos segundos, apreciando su vida, lo que ha aprendido y lo que nunca olvidará aunque no exista el cielo. 

Algo llama a la puerta y sin poder evitarlo sonríe al ver a la muerte, tan tranquila, tan acostumbrada a su trabajo que casi ni tiene empatía con los próximos difuntos. Ella extiende una de sus manos hacia la pobre muchacha, esperando a que ella la coja, aunque debe saber de sobra que no puede moverse. Insiste, queriendo que a se una a ella para llevarle a donde pertenecerá a partir de ahora, pero no puede. Hace fuerza, intentando demostrarle que es cierta su enfermedad, que no puede levantarse de la cama, aunque, contra todo pronóstico, consigue elevar su mano hasta la de la sombra que espera frente a ella y rozan sus dedos.

Se escucha un pitido constante de fondo, indicando que su alma ha abandonado su cuerpo, que su corazón ha dejado de latir aunque ella sigue pudiendo ver todo a su alrededor, gracias a la muerte. Ambas se sonríen por unos instantes y puede visualizar aquellos ojos azules que tanto añora.

-Te reuniras con ella- le asegura, causando una sonrisa en su rostro.

Todo se vuelve negro, como una pesadilla de la que ya no puede escapar. Punto a punto va viendo las estrellas en un hermoso cielo hasta comprobar que hay una constelación que le llama la atención. Es una "V", justo arriba de su cabeza. Sabe quién es, quién formó ese dibujo en aquel lugar lleno de oscuridad para que cuando ella estuviese lista, se uniese a ella.

-Ve.

Estira su mano hacia aquel cielo estrellado y coloca cada estrella en su sitio, siendo ahora una constelación junto a ella, volviendo a escuchar su risa.

-Amor...

Un abrazo se formó entre dos estrellas, causando un escalofrío en todo aquel que amaba y aún seguía vivo, sintiendo como el amor volvía a unir a dos almas en pena. Ahí, entre la luz y la oscuridad, V y C se volvieron a coger de la mano posándose en el cielo para que otras personas pudiesen contemplarlas y admirar su constelación.



#25282 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor lgbt, lgbt juvenil

Editado: 25.08.2021

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