La muerte más bella

I

Recuerdo que eran aproximadamente las doce de la noche cuando el teléfono de la oficina sonaba repetitivamente, de no ser Kast, mi asistente, hubiera perdido el caso más complejo y extraño de toda mi carrera en la estación nacional de policía de Ámsterdam. Soy teniente de Policía, trabajo en la oficina de Homicidios de la Policía Nacional, junto al cabo Dennis Kast. Mi nombre es Natalie Frank. 
Los rumores de lo sucedido, o más bien, lo que pudo haber sucedido, empezaron a correr por los pasillos de la estación. El simple hecho de que los altos mandos hubieran movido sus hilos para que, prácticamente en cuestión de minutos, la mansión perteneciente a la familia Van der Rohe estuviera rodeada de patrullas, acorralando todo ese terreno, hacía que aquel caso me atrajera por completo, empezando a obsesionarme desde aquella noche que puse un pie en aquella gigantesca propiedad a las afuera de la ciudad.
El mayordomo de dicha mansión había llamado minutos antes informando que la única heredera de la familia Van der Rohe yacía sin vida en su habitación pero con todo lo que explicaba, dijo algo que desconcertó a todos, "Era lo más hermoso que había visto". Al llegar a la habitación, criminalística estaba tan asombrado cómo el resto de los presente.
La fina tela de un hermoso vestido rojo adornaba aquel sofá azul dónde yacía una hermosa mujer de aproximadamente veinticinco años, recostada sobre el sofá, casi en una posición de sesenta grados con la cabeza casi tocando la alfombra con su cabello castaño perfectamente acomodado. Sus brazos estaban en una posición perfectamente artística que cualquiera hubiera creído que estaba posando para el lente de una cámara, sus ojos aún tenían ese brillo característico de una joven llena de vida con los retoques perfectos en el maquillaje, llegando a tener un parecido a un bello maniquí.
En ese momento dudaba que aquella hermosa joven estuviera muerta, eso pensábamos muchos de nosotros hasta que el forense confirmó que no había pulso.
Junto a Kast, delimitamos la escena para preservar absolutamente toda pisa que nos guiara para determinar lo que había sucedido.
Antes de que los peritos entraran, Kast y yo realizamos una inspección ocular por toda la habitación, incluyendo el baño. Todo estaba perfectamente en su lugar, no había muestra de alguna lucha o forcejeo, ni siquiera mancha alguna en el suelo. 
Di la orden para que el forense y su equipo volvieran a acercarse al cuerpo. La expresión que tenía el cuerpo era totalmente desconcertante, parecía totalmente relajada, pero por la comisura de sus labios escapaba levemente un hilo de aquel líquido carmín. 
—Un día normal de trabajo, ¿eh?— dijo Kast al cubrirse la boca con un pañuelo y desviar la mirada—Sólo debemos escribir suicidio, uno muy extraño.
— ¿Quién se suicidaría teniendo éste estilo de vida y usando un vestido tan caro?— Cubrí la boca y la nariz con un pañuelo.
La parte más complicada de éste caso es que la única escena era ésta, el resto de la casa había sido previamente revisada por los peritos y el patrullero que habían llegado antes, sólo encontraron un grupo de extranjeros que habían llegado a aquella residencia cómo invitados para una "pequeña" celebración que se realizaba anualmente, por motivo del cumpleaños de la occisa. 
Apagaron las luces de la habitación y con el uso de la luz ultravioleta conseguimos comprobar lo limpio de pruebas que estaban el suelo y el baño, incluso las paredes de toda la habitación, a excepción de la cama. Eso no me sorprendía del todo, lo que me sorprendía era el tipo de fluidos que había en ella y la cantidad, bajo las sábanas recogieron algunas muestras de semen que aún estaban "frescas", debíamos confirmar a quienes pertenecían y saber sí era parte o no de nuestra lista de sospechosos, junto a los invitados.
Retiraron el cuerpo del sofá y confirmamos la mancha de sangre que había en el sofá, y se extendía por completo por la parte posterior de aquel vestido.
En la espalda había cuatro heridas profundas realizadas con un arma blanca. Los hematomas producidos por cada herida mantenían una coloración oscura, posiblemente la fuerza con las que fueron ejecutadas sería la suficiente para inmovilizar a la víctima en el momento del ataque, debido a espalda podríamos decir que podría ser un hombre, tal vez más alto que ella para poder someterla o simplemente pude ser un ataque sorpresa, en ese momento era imposible saberlo.
Los peritos encontraron material piloso cerca del cuerpo y bajo el sofá del mismo, aparentemente perteneciente a la misma persona, un cabello levemente rojizo, de un largo considerable. Al ser arrancado desde la cutícula serviría más, pero había una muestra de material piloso oscuro y corto, éste se encontraba cerca de la mano de la occisa; ambos fueron puestos en los sobres correspondientes. Firmé cada sobre, de cada pista importante y encargué a uno de los policías que había llegado conmigo, encargarse de la cadena de custodia de las pruebas. 
— ¿Quién pudo matar a esa pobre joven? —pregunté—.Cabo, haga que lleven el cuerpo a la morgue, necesitamos el reporte de inmediato.
—De inmediato lo haré—respondió.
Fue cuestión de pocos minutos para que empezaran a recoger toda muestra de lo podría ser el arma homicida y recolectando huellas mientras el vehículo de la morgue se llevaba el cuerpo.
— ¿Usted es la encargada de investigación?—una voz cavernosa me estremeció —Los invitados desean irse, ¿puede pedirle a las patrullas que se retiren?
— ¿Quién es usted?
—Mi nombre el Ludwing, mayordomo de ésta casa y realmente necesito que esas patrullas se retiren de inmediato o tendré que hablar con sus superiores.
—Yo soy el superior y lamento decirle que ninguno de los invitados podrá irse hasta que yo lo decida, así qué, ¿podría llevarme dónde se encuentran o prefiere que los lleve a todos a la estación de policías?
Aquel hombre de casi unos cincuenta años que aparentaba un cuerpo frágil que contradecían por completo sus expresión y su voz, frunció el entrecejo y me pidió seguirlo por la mansión. Kast me siguió, manteniendo la distancia, siempre hacia eso, observaba atentamente cada parte de los pasillos, murmuraba leve mientras hacía anotaciones.
Ludwing abrió la puerta de un gran salón que se encontraba en el piso superior de aquella mansión y dentro de ella había cinco individuos, de los cuales sólo había una mujer de cabellos rojizo, no muy alta pero suficientemente enérgica, que parecía estar exaltada desde antes de entrar a aquel salón dónde el ambiente era demasiado pesado, incluso sí pudiera decirlo yo.
—Soy la Teniente Natalie Frank y me gustaría hacerles unas preguntas a todos los presentes.
— ¿Ahora las niñas ordenan a los adultos?—preguntó un uno de los invitados de con rasgos asiáticos, observándome de reojo.
—Pregunta lo que quieras pero hazlo rápido. Empiezo a percibir el olor a formol—comentó la única mujer presente que parecía tener un acento ruso o alemán, no podía distinguirlos bien.
—Señor Ludwing, empezaré con usted, acompáñeme.
Salí de aquel salón y dejé a Kast custodiando aquella zona mientras regresaba a la escena del crimen, la habitación de la occisa.
— ¿Podría decirme porque la anfitriona dejó a sus invitados solos?
—Aún no empezaba la celebración, los invitados llegan cada año y pasan una larga temporada en la casa.
— ¿Dónde estaba usted durante la ausencia de la anfitriona?
—Atendiéndolos. Básicamente, esa es la función de un mayordomo.
—No parece muy afligido por la muerte de quién fue su... ¿jefe?, por años.
—Lo estoy pero debo parecer neutral, cuidé a la señorita Caroline desde que era pequeña, hubiera asesinado sí ella me lo hubiese sugerido pero, mientras haya visitas debo ser quién demuestre la hospitalidad propia de la familia Van der Rohe, sí me disculpa.
Aquel hombre hizo una leve reverencia antes de retirarse hacia la planta inferior de la casa.
Fui hasta dónde se encontraba Kast, quién estaba realizando anotaciones hasta que levantó la mirada un poco extrañado.
—Sí alguno de esos invitados fue el culpable, el caso sólo se hará más grande y los altos mandos se volverán locos. Cada día la violencia crece. Hay tanto loco suelto.
—Eso lo sé—señalé—pero a veces los locos parecen los más cuerdos. Bueno, su anfitriona murió y sólo quieren irse. Ve con criminalística, hablaré con los invitados.
Mientras Kast se alejaba hacia la habitación de la joven, volví a entrar al salón. Los cinco individuos voltearon a verme, sus miradas denotaban enojo y fastidio mientras una pertinaz lluvia empezó a caer, golpeando los vidrios de aquellos ventanales que eran la única conexión con el mundo exterior.



#3759 en Detective
#1934 en Novela negra
#12695 en Thriller
#7278 en Misterio

Editado: 19.02.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.