—Punto de vista de Neferet Rayword —
Antes de que Nathaniel naciera estaba bastante nerviosa, ya que mi primer embarazo no fue como lo había imaginado, fue básicamente una calamidad, no por el hecho de estar embarazada, ese suceso me tenía sumamente feliz, hasta el punto de dar pequeños brinquitos cada vez que miraba el más mínimo cambio en mi vientre.
En su día, yo era una joven noble que residía en la capital del Reino de Asvan, Luria, ese fue el mayor de los problemas, aunque a la mayoría de las personas les gustaría una familia con prestigio social, para mí no era más que una molestia, porque para las facciones nobles el estatus lo es todo, las mujeres tienen terminantemente prohibido escoger a su pareja, los padres arreglan acuerdos con otras familias para casar a sus hijos, así se aseguran de que la sangre de su familia permanezca "pura", pero esto para mí no era más que otra regla estúpida de las muchas que había.
Pero ya me había resignado, no podía hacer otra cosa, si me negaba me echarían a la calle, quitándome todos los privilegios de los nobles, al igual que me prohibirían usar mi apellido para conseguir beneficios, esta era su forma de mantenernos a raya, para que ninguno de nosotros levantara queja alguna sobre los casamientos arreglados.
Esta resignación duro muy poco, ya que la pareja que mi padre había escogido para mí era de la familia más repulsiva de todas, los Mountbarnel, este pequeño grupo selecto con poderoso apellido era el peor de los linajes nobles, una familia que no le importaba pisar a otros en su camino con tal de llegar a la cima, por eso era la familia más poderosa solo por debajo de la familia real, aun así, hasta el Rey de Asvan tenía problemas para controlar a esta familia, y había rumores de que estaban planeando apoderarse del trono.
Pero eso no era por lo que no quería emparejarme con alguien de esta familia, eso era porque todos y cada uno de los integrantes tenía innumerables acusaciones y rumores desagradables, de esos que te hacen sentir arcadas con solo escucharlos, pero el peor de todos estos sujetos era Oliver Mountbarnel, mi futura pareja.
El primogénito de la casa Mountbarnel había pedido mi mano, no estaba sorprendida, ya que desde que tengo 9 años ha estado interesado en mí, y ahora que por fin cumplí los 15 años, para él, es la fecha de recoger su cosecha, que consiguió endulzando los oídos de mi padre con promesas inverosímiles, no hace falta decir que siempre tuve una verdadera aversión hacia ese sujeto, con sus 30 años asechando a una niña de 9, con una sonrisa repulsiva en su rostro mientras me miraba con ojos lascivos cada vez que cruzábamos miradas, obviamente le comunique mi descontento a mi padre.
—Es por el bien de la familia.
Esa fue su respuesta al respecto, tan indiferente y despreocupada, casi parecía ofendido por mi protesta, me hizo cuestionar si en verdad era mi padre, o si tenía algún tipo afecto hacia mí.
Paso una semana, el casamiento aun no estaba ni siquiera cerca de realizarse, como pude, intenté alejar lo más que fuera posible la fecha de la celebración, dejándome así unos meses para disfrutar de una libertad pasajera, en lo que la familia Mountbarnel y mi padre realizaban los preparativos. Oliver no estaba feliz con esto, pero se tranquilizó, con todas sus concubinas esperar un par de meses no era nada para él, enserio lo odiaba.
Antes de estar condenada a pasar toda mi vida junto a un depravado me dispuse a disfrutar de mi libertad lo mas que fuera posible, aunque no podía salir sola, necesitaba protección, para eso, Usher Edevane, en ese tiempo aprendiz de caballero era mi escolta, paseábamos por la ciudad Luria, visitando distintas tiendas y comercios, disfrutando de comidas deliciosas y comprando baratijas, aunque Usher era mi escolta era más como un amigo, lo conocía desde que tenía 13 años cuando comenzó empezó a trabajar para mi familia.
Seguimos divirtiéndonos tanto como podíamos, después de 2 meses estando juntos algo cambio, contemplar a un apuesto joven portando una brillante armadura mientras era atento y cortes hacia a mí, era algo nuevo, no estaba acostumbrada a eso, pasar mi infancia adentro de una enorme mansión donde guardias y criadas no eran demasiado amables conmigo, tampoco tenía muchos amigos, todos los nobles son prepotentes y condescendientes, realmente nunca encaje con ellos. Mis guardaespaldas tampoco me dirigían mucho la palabra, quizá por temor o por respeto, nuca lo supe, pero por ese motivo, pronto empecé a percibir a Usher como un príncipe amable y sonriente, creciendo así mis sentimientos por él.
Cierto día decidí lanzarme a él, literalmente me tiré a darle un apasionado beso en un callejón de la ciudad, aunque estaba sorprendido me correspondió, y así empezó una relación, en la cual Usher me quito la virginidad, sinceramente estaba feliz, al menos mi primera vez fue con alguien que realmente me gustaba.
Dos meses después, me empecé a sentir mal físicamente, nauseas y somnolencia eran los síntomas. Los médicos privados intentaron usar hechizos de curación, pero no surtió efecto, cruzaron miradas entre ellos para posteriormente salir de la habitación, unos minutos mas tarde entro mi padre furioso.
—¡¿Estas embarazada?! — Grito mientras abría la puerta azotándola con la pared.
—¿Ah? ¿yo? — Dije con sorpresa.
—¡Me lo acaban de confirmar!
Después de procesarlo correctamente todo cobro sentido, no pude evitar mostrar una pequeña sonrisa de satisfacción, ahora Oliver tendría que criar a un hijo que no es de él.
Mi sonrisa ocasiono que mi padre golpeara un mueble de madera al costado mío, haciendo un sonido seco y tosco.
—¡¿Quién fue el bastardo?! ¡lo ejecutaremos hoy mismo! — furioso se me acerco para tomarme por la muñeca ejerciendo bastante fuerza.
—¿Ejecutarlo? ¿Por qué? — incline la cabeza mostrando mi confusión.
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Editado: 27.10.2021