La muerte para empezar: Luz, Libro 1 (editado)

Capitulo 08: En el mundo blanco

Después de un tiempo, el traqueteo del carruaje se detuvo, escuche como personas se bajaban del carro, seguido una mano de mujer me agarro por el cuello de mi camisa, me bajo como un gatito que es cargado por su madre y me puso en el suelo, me pare con mis temblorosas piernas, me tomaron por las esposas y empezamos a caminar, tras una caminata de tal vez unos 10 minutos, nos detuvimos, el crujir de puertas de madera se hizo evidente, retomando nuestra marcha cada paso que dábamos provocaba un sonido chirriante proveniente de los tablones de madera por los cuales caminábamos, luego de un breve recorrido, escuche a jazmín murmurar algo, después un sonido agudo llego a mis oídos, tras un leve empujón por parte de alguno de mis captores, seguimos caminando, casi tropiezo por un desnivel en el suelo, al estar vendado en los ojos no adapte mis pasos a una bajada y casi caigo de cara, por suerte nuevamente como un gato que es llevado por su madre, bajamos por lo un pendiente que deduje eran escaleras.

El silencio fue eterno mientras los pasos hacían eco por el camino, un sonido que distinguí como una reja abriéndose reverbero, después con una patada me lanzaron hacia el frente, tropecé hacia delante, pero por suerte, logre detener mi abrupta caída con las manos, escuche un chasquido de lengua molesto, seguramente porque no me hice daño al caer.

Me senté en el frio suelo de piedra, segundo después alguien me quito el trozo de tela de los ojos, era jazmín. — Bienvenido, ponte cómodo, pasaras un tiempo en este lugar.

Ella camino de regreso a la reja y la cerro, deje que mi vista vagara por la habitación, solo había un catre de madera, una cubeta de madera, y paredes de roca lisas y frías, si, es una prisión.

Antes de que jazmín se marchara pregunte confundido—¿Dónde está el baño?

Ella me miro por encima del hombro y hablo con desdén. —Esta en la esquina de la habitación.

Volviendo mi vista, observe la solitaria cubeta de madera en la esquina de la habitación. —¿eh? Pero estoy esposado como se supone que-

Antes de que terminara mi oración jazmín me interrumpió mientras desaparecía por el pasillo oscuro. —Como si me importara.

Le di otra mirada a la esquina de la habitación como para confirmar mis temores, y efectivamente, mi retrete era un cubeta, el peor enemigo para alguien que vivió en una época más avanzada que esta, me consto mucho trabajo acostumbrarme al baño de la casa Edevane, ¿y ahora pretenden que haga en una cubeta? ¡Ja! ¡me niego!

Levante mi cuerpo y camine hacia los barrotes de mi celda, pegue la cara a las barras frías de metal con la esperanza de ver mejor el lugar en donde me encontraba, pero estaba demasiado oscuro para distinguir algo, supongo que es normal ya que es de noche, la luna iluminaba tenuemente mi celda, pero su luz solo me hacia recordar la noche en que paseamos en el pueblo con mi padre y fuimos con el señor Biel, repentinamente una sensación de soledad me golpeo, alejando pensamientos melancólicos, deje de observar la triste luna. Tendría que esperar hasta que sea de día para poder ver algo aquí adentro, cuando estaba dando vueltas incomodas alrededor de mi celda, note algo curioso, runas verdosas como las que tienen mis esposas están brillando tenuemente en la esquina de la habitación rodeándola por completo, son tan delgadas y su brillo era tenue que casi lo paso por desapercibido, no recuerdo haber visto algo similar ahora que lo recuerdo, aunque también cabe la posibilidad de que lo haya olvidado. Perdiendo el interés por las misteriosas letras, camine con pasos pesados hasta el duro catre de madera que supuse que seria mi cama y me acurruque abrazando mis rodillas, el único pensamiento que tenia en mi cabeza era que quería volver con mi familia.

Una sensación fría y gritos me despertaron de un salto, estaba empapado y sorprendido, no tenía idea de que me había quedado dormido, pero un líquido casi tan frio para estar en punto de congelación había sido rociado sobre mi cabeza. Limpié el agua de mi cara y vi hacia el frente, jazmín tenia un balde de agua y unos trozos de tela grises que parecían ropa. No tuve que preguntarle nada, sabía que había sido ella la que me había despertado de esa manera tan brusca, malhumorado me puse de pie, mi cabello pegado a mi frente por el agua derramada.

—¿Qué? —Pregunte con un gruñido.

Sin decir una palabra bajo el balde y las ropas, en incomodo silencio tomo un juego de llaves de su cintura, tomando una llave que lucía vieja y gastada me quito las esposas finalmente, sin embargo, no bajo la guardia ni por un momento, tenía una mano posada sobre la empuñadura de su espada lista para cualquier movimiento que pudiera hacer, finalmente libre de mis ataduras pude ver que realmente tenía una fea cicatriz en mis muñecas, mi piel que era blanca ahora estaba rojiza y se veía grotesca, no pude evitar suspirar con resignación. Observando de reojo a jazmín, que me vigilaba como si estuviera esperando algo, me preparé para atacar, apuntando mi mano hacia su pecho, rápidamente intenté manifestar una onda de choque, pero no fui capaz de hacerlo, algo estaba interfiriendo con mi poder mágico.

—Ni lo intentes, es una celda anti-magia. —Explico la chica rubia malhumorada.

Me sorprendí por la existencia de algo como esto, nunca escuché hablar de algo parecido, así que hablé inconscientemente. —¿Celda anti-magia?

Ignorando completamente mi pregunta, hablo nuevamente. —Quítate la ropa.

Al escuchar pronunciar estas palabras me puse rígido y no pude evitar tartamudear—¿Eh? E-eso… n-no.

Con una expresión de asco, Jazmín respondió a mi timidez con desprecio. —¿Qué mierda? Apúrate y báñate con esto, apestas. —Dejo en la habitación el balde de agua con el que me había empapado de antemano y un conjunto de ropa bastante fea. Salió de la celda.

Aun renuente a la desnudez, me quité todo excepto el collar que Neferet me había regalado, un colgante en forma de “N” después de lavarme me puse la ropa que la chica rubia me proporciono. Eran ropas simples y grises, con esto realmente parecía un prisionero, aunque era mejor que lo que tenía, estas al menos estaban limpias. Algunos minutos después regreso y tomo mi ropa del suelo, me vio con ojos enojados como siempre, me examino de arriba abajo, su mirada se detuvo en mi cuello.




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