La muerte para empezar: Luz, Libro 1 (editado)

Capitulo 11: Un aliado poco fiable

La puerta se abrió con un crujido que pareció interminable, encabezando el camino, camine lentamente y alerta. Una fría ventisca golpeo mi torso desnudo cuando entrecerraba mis ojos para lograr ver en la penumbra, el cuarto era de la misma piedra negra que mi celda, solo que sin las extrañas runas verdosas que anulaban la magia. En la oscuridad atenuada por la puerta abierta a mis espaldas. examine mis alrededores con mi brazo izquierdo levantado listo para atacar a cualquier cosa que se moviera, era una habitación de varios metros cuadrados sin ventanas, una mesa polvorienta con unos cuantos pergaminos y una lampara de aceite era lo único que decoraba esta lúgubre habitación.

—Parece que no hay nadie, por suerte dejaron una salida—Viendo la fuente de aquel viento helado que me ponía la piel de gallina, me percate que la puerta al otro lado de la habitación esta levemente abierta.

Caminando detrás mío como un patito que sigue a su madre, venia Trea, con pasos temerosos entro en la habitación, al no percibir a nadie, le ordene. —Revisa esa mesa, si tenemos suerte abra un mapa o algo así.

Con su asentimiento de confirmación, caminé rápidamente a la puerta del otro extremo de la habitación, al asomarme un poco, vi que lo que había del otro lado, era nuevamente un corredor, este estaba ligeramente iluminado por piedras verdes en el techo que proporcionaban luz continua, aunque era tenue, era suficiente para poder caminar satisfactoriamente. Las paredes escurrían agua debido a la humedad y al final del tenebroso pasillo se encontraba otra puerta. Deseando que fuera la tan anhelada salida, deje de lado el corredor por el momento

—¿Encontraste algo? —Mirando por encima de mi hombro, le pregunte a Trea, con sus delicadas manos rebuscaba entre un cajón debajo de la mesa.

Ella simplemente negó con la cabeza. No sentí decepción, dejar algo así como un mapa en una habitación seria innecesario. Suspirando por mi mala suerte, abrí la puerta que conducía al corredor y le indiqué a Trea que me siguiera.

Después de pasar la puerta al final del pasillo y caminar por un par de minutos más, llegamos a unas escaleras ascendentes, estas conducían a una trampilla de metal robusto, aunque oscurecido por el paso de los años. Acercándome a investigar intenté empujar hacia arriba sin éxito, era más pesada de lo que pensé, aun no me acostumbro a tener cuerpo de niño, es bastante molesto. Mientras trataba de encontrar una solución, observe a mi acompañante, tenía una complexión física saludable, debería ser suficiente para abrir la trampilla si no esta cerrada por fuera, lo que seria poco probable, ya que el tipo anterior no tenia una llave consigo, solo las de las celdas, no intente usarlas debido a que no hay una abertura visible, solo un relieve cuadrado con unas runas con un brillo verdoso tenue.

—¿Qué tal si me ayudas un poco? —Sugerí a Trea un tanto molesto, ella me observaba sin dar indicios de moverse.

—Esta bien, aunque no creo que sea de mucha ayuda. — a regañadientes se acercó a mí.

¿cuan poca confianza tiene en si misma esta chica? Pensé mientras la veía acercarse.

Posicionándose a mi lado, contamos hasta tres y empujamos, pero la trampilla no dio indicios de ceder, dejando caer sus hombros tristemente, Trea susurro. —Te lo dije.

—Maldición, esta cosa no tiene una cerradura, ¿cómo se supone que iban a regresar esos tipos? —Mientras reflexionaba, las runas que estaban dibujadas en un cuadrado en relieve de la puerta empezaron a iluminarse, el brillo tenue se engrandeció dando paso a una iluminación casi tan potente como las luces led de mi mundo anterior, y así, seguía aumentando su resplandor cada vez más.

Con un clic satisfactorio una abertura apareció en la trampilla y esta se elevó hacia arriba como un puente levadizo. Luz empezó a filtrase y nos quedamos aturdidos, ambos paralizados vimos estúpidamente la trampilla elevarse, un silueta se asomo y nos vio desde arriba, era una persona que había visto solo una vez. Viendo hacia abajo el dejo escapar un suspiro y abrió la boca. —Supuse que algo así paso cuando esos imbéciles no regresaron. Buen intento. — Me felicito con un tono desinteresado y una mirada aburrida.

Cerrando la trampilla y probablemente yéndose para pedir refuerzos hable desesperadamente. —¡Espera! ¡Espera! —Al escuchar mi suplica, sus acciones se detuvieron, esperando a que hablara se quedó en silencio.

Aunque le había dicho que esperara no tenia idea de que decir en esta situación, mas bien ¿había algo que pudiera decir? Si dijera algo en plan “¡oye! déjame escapar ¿sí?” mientras hago cara de cachorrito cerraría la trampilla de inmediato. Después de un par de segundos escogiendo mis palabras cuidadosamente, ofrecí lo único que tenía.

—Ayúdanos a escapar, si lo haces, hare lo que sea, no importa que, te devolveré el favor, lo prometo. —Pronunciando estas palabras de forma patética, decidí esperar una respuesta.

—Realmente no hay nada que quiera de ti, si tuvieras dinero, sería una historia diferente. —Había rechazado mi propuesta rapidamente, pero no planeaba darme por vencido tan fácilmente, no ahora que había llegado tan lejos.

—Necesitas dinero, lo entiendo, ahora no puedo darte nada, pero una vez escape, podría conseguir dinero. —Dije como un farol de esperanza.

—Esa es una oferta muy vaga. — Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón como si dijera que no teníamos nada que pudiera interesarle.

—yo… yo puedo darte dinero. —Una voz inesperada resonó de mi lado.

La expresión de aquel hombre desinteresado cambio ligeramente por primera vez y pregunto —¿Así? ¿Cuánto dinero podrías darme?

—100 monedas de oro. —Respondió después de un breve silencio.

No sabia si eso era mucho o poco, mis conocimientos sobre la economía en este mundo dejan mucho que desear, pero por la reacción del hombre, no es poco, ocultando su interés, hizo otra oferta. — ¿Qué te parece 200 monedas de oro? Por supuesto, solo si son del reino de Theorin.




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