La muerte para empezar: Luz, Libro 1 (editado)

Capitulo 13: El primer vistazo a la realidad

—Punto de vista de Nathaniel—

—¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Qué mierda pasa contigo?! —Grito furioso mientras desesperadamente trato de auxiliar a Emma. Esta tirada en el piso con un charco de sangre que se expande debajo de su flácido cuerpo.

Había sido apuñalada en el cuello por Darío, que se había escabullido en la habitación ocultando su presencia como un fantasma. No había nada que pueda hacer, pero, aun así, presionaba ambas manos contra su herida, rezando para que eso sea suficiente para frenar la hemorragia. Trea me estaba viendo desde atrás visiblemente en shock, y el perpetrador de esta tragedia estaba parado enfrente mía con una mirada fría y su rostro no transmitía emoción alguna. Al observarlo tan calmado no puedo evitar ponerme mas enojado, pero antes de poder pronunciar una serie de maldiciones a esa persona, el habla en un tono de voz que pareciera mandar una ventisca helada a la habitación.

—No se porque haces tanto drama, estoy seguro de que te iba a traicionar ¿no es cierto? —Pregunta Darío, mientras limpia la sangre de su cuchillo y lo guarda en su funda.

—Eso… —Aunque quería refutarlo, no podía hacerlo, porque me había dado cuenta de la intención de Emma de venderme. Pero, aun así, podíamos simplemente haberla noqueado o algo, no era necesario hacer algo tan drástico, así que hable de nuevo.

— Pero, aunque eso sea cierto, ¡No era necesario hacer esto! ¡era una buena persona! —Chille mientras la sangre de Emma pasaba entre mis dedos, sin poder detener su sangrado.

—Eres un niño después de todo, te juzgue mal… — Reflexiono con un tono decepcionado. — Toma esto como una lección, nadie es totalmente bueno en este mundo, estoy seguro de que Emma ha visto morir a muchas personas que ha podido salvar solo porque eran “enemigos” o “no valían la pena” Aun sabiendo eso, ¿sigues creyendo que era una buena persona? — Planteo en un tono retador.

—Tu… no sabes que eso es cierto ¡solo estas haciendo conjeturas! ¡no la conocías una mierda! — Brame incoherencias mientras veía el pálido rostro de Emma, una de las únicas personas que han sido amables conmigo en toda mi vida, en mis dos vidas.

—Ha… realmente me has decepcionado, tenía otra impresión sobre ti, pensé que entendías como funcionaban las cosas, pero sigues diciendo mierdas sin sentido. La vida no es tan fácil como te lo hicieron creer en esa estúpida granja tuya donde creciste. Dame las gracias, esta experiencia te servirá más adelante. —Suspiro Darío mientras me da una mirada algo lastimera, lo que hace que la ultima pizca de cordura que aun sostenía se perdiera.

Levantando mis manos del pálido cuello de Emma, veo su sangre manchar mis manos mientras las sostengo frente de mi cara, mis manos tiemblan ligeramente y gotas de sangre caen de mis dedos. La sangre a dejado de expandirse en un charco, indicando que se ha desangrado por completo, me pongo de pie lentamente con mi rostro fijo en el charco de sangre que tiñe el suelo de madera de rojo, veo como Darío suspira como si supiera lo que voy a hacer a continuación, pero no me importa, solo quería desahogar esta frustración que carcome mi mente en estos momentos. Me lanzo contra Darío en un ataque de rabia, el, esperando mi ataque simplemente recibe mi puño con su abdomen (el único lugar que logro alcanzar con mi estatura infantil) al no tener muchas energías mis ataques son poco más que patéticos para él, pero aun así son suficientes para dejarme satisfecho y más calmado que antes. Después de unos cuantos golpes sin fuerzas a su vientre, pero cargados de complicados sentimientos caigo sobre mis rodillas, salpico la sangre que ha llegado hasta la entrado de la habitación y mancho un poco mis pantalones sucios, la impotencia que sentía no se podía describir con palabras. Si hubiera sido un poco mas fuerte, podría haber evitado todo esto, evitando herirme y que Darío pudiera usarme para conseguir dinero, escenarios posibles e imposibles pasan como un tren haciendo que me hunda más en una sensación de debilidad que no sentía hace mucho tiempo, desde mis días en el instituto.

¿Siempre fui tan débil? Pienso para mi mientras veo las botas de cuero de Darío.

—No es tiempo para esto, debemos irnos. Bueno podríamos quedarnos si no quieres volver a ver a tu familia y amigos. — Dice la voz juvenil de Darío. Antes de levantarme le doy una mirada hacia arriba profundamente resentida. A lo que el responde con una pregunta.

—¿Hubieras preferido que los traicionara y los encerrara nuevamente? —Pregunta fingiendo sorpresa.

—Si es así, aún están a tiempo para cancelar el contrato. — Dando un paso atrás, sostiene la empuñadura de la espada en su espalda. Puedo escuchar como Trea que sentada en la cama se agita, lo que hace que entre un poco en razón. —Ambos perdemos, pero si así son las cosas, así son las cosas. —Empezando a sacar su espada, rápidamente lo detengo.

—Espera… solo espera. —Detengo su movimiento con mi voz áspera. Poniéndome de pie limpio la sangre de mis manos con mi pantalón. —vámonos. —Le digo a Trea, que esta viendo el cuerpo sin vida de Emma fijamente con una expresión un tanto triste, supongo que también la trataba bien a ella.

Caminaba tratando de no pisar la sangre. Trea esquiva ágilmente el fluido carmesí que se esparce en el suelo como un lago, viendo la mochila de Emma tirada junto a ella, observo un frasco de liquido verdosos que llama mi atención, recogiéndolo lo limpio un poco, lucia como una bebida de verduras, no se veía para nada delicioso. Mientras trato de averiguar que es, Darío lo explica.

— Es una medicina, Emma solía crearlas, era muy buena haciéndolas. —Anoto Darío mientras salía de la puerta abierta de la habitación.

Planeando llevármela como un recuerdo de la existencia llamada Emma, la guardo en mi bolsillo derecho, el frasco de vidrio hace un leve sonido al chocar como mi collar, dando un ultimo vistazo arrepentido a Emma, salgo de la habitación junto con Darío y Trea. Mientras caminaba mi expresión parece lucir sombría ya que, Trea, que caminaba a mi lado parecía querer decir algo, pero al no encontrar las palabras adecuadas eligió permanecer en silencio. Preguntándome que hay después de la muerte en este mundo, espero que Emma encuentre la paz o reencarne como yo. Llegando al vestíbulo de la enorme casa, me surge un malestar al fondo de mi cabeza, y no puedo evitar preguntar.




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