La muerte para empezar: Luz, Libro 1 (editado)

Capitulo 18: Rey dragón

Un toque en la puerta de mi habitación me despertó de mi profundo sueño, después de regresar ayer con los miembros del clan Dragonslav un par de sirvientas y Trea, me escoltaron a mi cuarto. Recuerdo haber roto en pedazos pequeños la nota escrita por 266 y tirar los pedazos sobrantes en la basura. Decidí hacer esto porque tuve la corazonada de que seria sospechoso si alguien llegara a encontrarla, podrían considerarme un espía o algo por el estilo, y sinceramente no quiero problemas innecesarios.

—Ya voy… —Gemí mientras me ponía en pie de la cama y abría la puerta frotándome los ojos somnolientos.

Saque la cabeza por la puerta entreabierta y una mujer con aspecto agudo y cabello rojizo me estaba esperando. Portaba un traje de una sola pieza estilo militar que combinaba con su cabello. —He venido a escoltarlo para la audiencia con el rey Arturo Caeleste, está programada para dentro de 30 minutos. Por favor, vístase apropiadamente, lo estaré esperando. —Anuncio ella viéndome hacia abajo con una mirada examinadora, sus ojos azules me atravesaban como un scanner. Su tono tampoco era muy agradable.

—Seguro, estaré listo en un segundo. —Asentí calmadamente y cerré la puerta. Me recosté contra esta y entre en pánico inmediatamente.

¡Mierda! Grite en mi cabeza, había sido informado sobre esto ayer por la noche por Lucius antes de volver a mi habitación, pero ahora que realmente estaba sucediendo no podía evitar estar nervioso. El rey Arturo Caeleste, el conocido como “El rey dragón” el guerrero mas poderoso de todo el reino, subió al trono hace mas de 20 años, gano con ventaja abrumadora el torneo del rey (una competencia para determinar el próximo candidato al trono) está en el núcleo de su corazón mágico y sus dos afinidades elementales son muy puras. Las únicas afinidades que no puede manejar son la tierra y el agua, pero su magia doble elemental es de las mas fuertes de todo el reino Theorin y la más poderosa en este lugar, la capital del reino, Viride. Puede manejar las formas superiores de el fuego y el viento, que serian el rayo y sonido respectivamente. Y mientras recordaba toda la información que aprendí de Trea mientras volvíamos mi habitación, estaba buscando desesperadamente un conjunto de ropa que no me dejara en ridículo en la audiencia de presentación con el rey. 

—¿Esta? Creo que esta bien. —Me decidí por una camisa negra manga larga par encubrir las cicatrices de mi muñeca por las esposas de castigo. La camisa tenía arreglos blancos aquí y allá.  También escogí un pantalón que combinase y peiné mi cabello en un estilo formal hacia atrás.

—Estoy listo. —Abrí la puerta y avisé a la mujer guerrera que estaba listo. Ella simplemente reviso mi vestimenta y asintió.

Mientras caminaba por los enormes pasillos del castillo de color marfil imaginaba preguntas que podrían realizarme y ideaba respuestas de antemano como me había acostumbrado a hacerlo en mi vida pasada. Pero mientras estaba en eso algo me sacaba de mi concentración cada poco tiempo. Podía sentir la mirada penetrante de la mujer cuando me observaba sobre su hombro. Era una mirada un tanto engreída y desconfiada, como si estuviera examinando mi poder de combate para calcular sus posibilidades. Ella no portaba arma alguna, pero constantemente jugaba con un anillo dorado en su mano derecha y me vigilaba. El traje que vestía era de color rojo fuego con bordados naranjas, era similar a lo de los guardias, pero era mucho más llamativo. El emblema que tenia en el lado izquierdo de su pecho era el de un ave hecha de llamas.

—Eh… ¿hay algún problema? —Después de que me observara un par de veces mas no pude soportarlo más y abrí la boca.

—Hmmp. —Resoplo y aparto la vista. Su actitud no era la mas educada. De alguna manera me recordaba a la del anciano Aidan, ese hombre portaba el mismo emblema de un ave en llamas carmesí, además su cabello era del mismo color.

Sin mirarme por el resto del viaje, la mujer con figura esbelta camino con paso seguro guiándome por el castillo.

—Llegamos. —La voz de la mujer me saco de mis pensamientos.

Dos guardias con alabardas y trajes como los de la mujer que me guiaba nos observaron a los lados del pasillo, después de ver a la chica ella sintió y ambos saludaron. La mujer volvió a caminar hacia un lugar que no tenía puerta, solo un enorme marco que filtraba la luz del sol, pero no dejaba observar nada a dentro debido a su brillantez. Sin notar mi confusión camino hasta que pasamos el enorme marco.

—Bienvenido al salón del trono. —Anuncio con voz monótona la mujer pelirroja que hacía de guía.

Tarde un par de segundos en adaptarme a la luz que se filtraba del salón del trono, entrecerrando los ojos hasta que estos pudieron ver con claridad me quede asombrado por la vista. Un enorme puente de alrededor de 10 metros de ancho y unos 20 de largo me recibió.  El enorme puente estaba suspendido a una altura vertiginosa, las nubes formaban un mar blanco un poco por debajo de nosotros, el sol en su apogeo brindaba luz al paisaje. La mayoría de los pisos superiores en el castillo solo contaban con ventanas pequeñas que apenas podrían catalogarse como tales, en contraste, esto era algo fuera de mi imaginación. Pareciera una ubicación mística gracias a las nubes y columnas que daban la impresión de estar en un olimpo para dioses, estar suspendido en el aire ayudo a dar esa impresión. Al otro lado del puente una plataforma circular con un trono, columnas y varias personas nos esperaban. Era un lugar muy por encima de la enorme sala donde el consejo de ancianos llevaba a cabo sus reuniones, esta sala era para demostrar el poderío de su reino, como muchos dicen el salón de trono es la cara de un reino.




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