La mujer de Lucifer

Capítulo#1 El encuentro.

Capítulo 1 El encuentro.

Estoy cansado de este mundo, me siento sofocado, ¿por qué, padre; has creado un planeta maravilloso para los mortales y yo tengo que vivir en este infierno! No es justo; ¡yo soy tu hijo verdadero! Reclamó mirando el tétrico cielo de nubes rojizas, el sol tan cercano a la superficie lastimaba sus ojos de deidad. ¿Por qué tengo que sufrir aquí y por qué debo cuidar a los humanos?, ¡por qué me tienen que importar sus malditas almas?

En un acto de rebeldía contra su padre, el Dios supremo, Lucifer descendió a la tierra. Estaba cansado de su mundo árido y desértico, y de habitar en su reino subterráneo. Añoraba contemplar la hermosura del mundo de los mortales. Salió del portal que lo trasladó a la Tierra en un instante y fue como aparecer de la nada. Lo primero que vieron sus fríos ojos, fue a una joven de piel muy blanca y cabello largo, recogiendo flores blancas. Se quedó absorto observando cada una de sus acciones.

Lucifer estaba acostumbrado a ver demonias muy hermosas, pero el encanto natural de esa chica lo cautivó como nada lo había hecho antes en su larga existencia inmortal. La joven tenía una larga cabellera castaña clara, con mechas rubias naturales y le provocó colar sus dedos en ese sedoso cabello, que era agitado por la fresca brisa de la tarde. La contempló por un largo tiempo, sin hacerse notar; pero cuando la vio tomar el camino para irse, decidió salir de las sombras y detenerla.

—Joven, no se vaya todavía, espere un momento —la chica se asustó al escuchar esa voz fuerte, demandante y varonil, desconocida.

Lucifer no sabía expresarse de una forma cordial, nunca lo aprendió; aunque sus palabras eran normales, fueron pronunciadas con mucha fuerza, en tono de órden en lugar de un pedido, lo cual era su real intención. Quería conversar amablemente con la inocente y encantadora chica que lo cautivó.

Ariete se giró a pesar de la desconfianza que sentía y quedó frente al hombre más atractivo que había visto jamás, se quedó impresionada y aturdida. No fue capaz de emitir ningún sonido.

—¿Vives por aquí cerca? —ella asintió con un movimiento de la cabeza arriba y abajo—. ¿Puedo verte otro día?

La jovencita abrió demasiado sus bellos ojos sorprendida, por la pregunta inapropiada del arrogante y atractivo desconocido. Lucifer se contempló en sus pupilas y quedó prendado del fascinante color azul intenso de sus iris.  

—¡Oh! —su asombro se manifestó en ese simple sonido. Ella era una chica muy tímida y no acostumbraba a socializar con el sexo opuesto, por no decir que era nulo.

—No me rechaces por favor, soy un buen hombre, te aseguro que no tengo ninguna mala intención —aseguró, sintiendo la necesidad de estar cerca de una mujer por primera vez y un deseo absurdo de saber más sobre ella.

—Pero no lo conozco... —objetó reponiéndose un poco de su aturdimiento. Iba a decirle señor, pero encontró que era muy joven para dicho término y vestía muy extraño, prefirió callar. Aunque sus vestimentas jamás las había visto, no le pasó desapercibido lo bien que le quedaban en ese cuerpo formidable, como si hubiera sido esculpido por las manos expertas de un escultor. Cada detalle era perfecto, hasta su cuello era fuerte y fabuloso y para qué mencionar el resto si basta con decir que cortaba la respiración. Tragó su saliva con dificultad, sin poder apartar la mirada del atractivo joven. Cualquier mujer babearía ante semejante ejemplar masculino.

—Esa es mi intención, que me puedas conocer —insistió.

La chica lo miró con dudas, pero su corazón latía demasiado fuerte y arrítmico por culpa del desconocido y la mente se le embotó, no era capaz de pensar con claridad.

—Está bien —aceptó impulsiva—, puede ser mañana en este mismo lugar —sugirió.

—Me temo que mañana no podré..., dame un mes —pidió y se quedó pensativo, analizando—, en un mes estaré aquí y nos volvemos a ver de nuevo.

La joven se sorprendió por su respuesta extraña,« ¿por qué necesitaba todo un largo mes?, quizás era un comerciante de tierras lejanas.» lo supuso por su vestimenta, su porte y su personalidad única; pero no pudo contener la duda que la asaltó y le preguntó para estar más segura.

—¿Por qué esperar tanto tiempo?

—Porque necesito reponer mis fuerzas.

Esa respuesta la intrigó más.

—Está..., ¿enfermo?

—Algo parecido, pero nada de lo que haya que preocuparse.

Ariete sintió pena por él, era tan joven y sufría una enfermedad, pensó con pesar. La empatía fue mucho más grande hacia él que el temor a lo desconocido y confió plenamente en Lucifer desde ese momento. Sonrió bondadosa y comprensiva.

—Prométeme que te cuidarás.

Lucifer se asombró por la gentileza que le mostraba la chica, sus ojos eran inocentes y bondadosos, hasta parecía preocupada por él. Le pareció increíble y conmovedor que se sintiera de esa manera por un completo extraño.

—Lo prometo.

—Entonces nos vemos aquí, dentro de 30 días, a la misma hora —concertó ella y le sonrió amable.

—De acuerdo —Lucifer asintió conmovido, esa chica no lo conocía de nada y lo aceptó con tanta facilidad.

—Tengo que irme, mi madre está muy enferma y vine a recoger estas flores que tanto le gustan, son las mismas que les regalaba mi padre cuando eran novios —sonrió con tristeza.

Aún no hacía un año de la muerte repentina de su padre y su madre parecía querer seguir su camino. Después del fallecimiento de su cónyuge se había ido consumiendo de a poco como una vela y estaba en la recta final. Lucifer supo con certeza que esa chica estaba a punto de quedarse huérfana, sin embargo no podía hacer nada, no debía intervenir en el mundo humano. Para cuando se volvieran a ver, tendría que consolarla por su pérdida.

—Vete pronto y pasa el mayor tiempo posible con tu madre. Eres una buena hija, seguro que ella está muy orgullosa de tenerte.

—Lo haré, gracias.

Se marchó presurosa, había estado ausente de su hogar por más tiempo del que esperaba. Lucifer la observó alejarse por el ancho sendero, sintiendo su corazón inmortal latiendo fuerte como nunca antes lo había hecho. Se llevó una mano al pecho confundido. Estaba experimentando algo completamente nuevo.




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