La mujer de Lucifer

Capitulo#4 Consecuencias.

Capitulo 4 Consecuencias.

La abrazó con fuerza, estremecido. Sintiendo tanto por dentro que creía que explotaría. ¿Cómo los humanos, con sus frágiles cuerpos, pueden soportar tantos sentimientos por dentro?, se preguntó confundido y aturdido.

—No quería besarte por esto, mis temores no eran infundados —masculló con voz enronquecida y gutural, hablando más para sí, lujurioso.

—¿Cuáles temores? —indagó ella con timidez.

—Éstos —. Tomó su pequeña mano y la puso sobre su miembro erecto.

—¡Oh! ¡¿Qué es eso?!—. La jovencita se asustó por lo desconocido.

—Es la parte más animal que te desea como mujer —estaba tan excitado que no estaba siendo racional.

—No entiendo —la expresión de desconcierto y confusión por tocar la dureza de lo desconocido, le pareció conmovedora y lejos de apagar su fuego lo avivó más. Sus deseos se multiplicaron de forma desmedida, era muy tarde para seguir respetando y conservando su pureza intacta. Lo había intentado con todas sus fuerzas, de verdad que lo intentó; se había mantenido alejado lo más que pudo; pero el deseo que sentía por ella en este momento lo estaba consumiendo, tenía nublada la razón. No podía posponer por más tiempo lo inevitable.

—Quiero hacerte el amor, no puedo aguantar más —declaró con voz extremadamente gutural y los ojos brillantes por el deseo incontenible.

Ella no sabía nada sobre la intimidad de un hombre y una mujer. Pero quería complacerlo.

—Enséñame —pidió atrevida, quería todo con él, aunque en ese momento no supiera exactamente lo que eso significaba y las consecuencias que traería posteriormente.

Lucifer la cargó y la llevó hasta su lecho y allí le enseñó lo que era hacer el amor, paso por paso, con paciencia y delicadeza. Ariete sintió que tocaba el cielo, jamás había experimentado tanto placer en toda su vida. Gritó, gimió y hasta lloró de emoción mientras disfrutaba el placer de lo prohibido.

Los encuentros posteriores fueron en esa misma habitación, aunque el horario cambió, Lucifer la visitaba cuando todos dormían y siempre hacían el amor como si el mundo fuese a acabar al día siguiente; con tanta o quizás más intensidad y pasión que la primera vez. El amor crecía con el transcurso del tiempo, se hacía mucho más fuerte e intenso. Ambos sentían que ya no podían vivir el uno sin el otro.

Una mañana, Ariete se levantó corriendo y fue directo al baño para vomitar, últimamente le pasaba con mucha frecuencia, en un principio creyó que se trataba de un malestar pasajero, causado por algo que comió y le hizo daño; sin embargo se estaba prolongando por más tiempo de lo normal y comenzó a preocuparse enserio.

«¿Qué me estará pasando?»

«¿Estaré grave? ¿Moriré? »

«Debo contarle a mi hermana.»

Se detuvo en su camino.

«No puedo preocuparla más, ella ya tiene suficientes preocupaciones, mejor espero hasta estar segura de lo que tengo.»

Se decidió por ir a la biblioteca y se puso a buscar información en los libros y fue allí donde descubrió lo que le estaba pasando.

«¡Embarazada!, ¡no puede ser...!»

Estaba impactada. Pero sí podía ser porque había tenido relaciones sexuales con Oswald por un largo tiempo.

«¿Qué haré?»

Se preocupó enormemente.

« Oswald no puede ser mi esposo porque su padre no lo permitirá»

Recordó con angustia.

«¿Qué pasará con el bebé que se está formando dentro de mí? ¿Qué haré, Dios mío? ¡Mi hermana me va a matar! Y con razón. Seré su vergüenza, deshonré el honor de mi respetable familia. Madre, padre perdónenme, soy la causante de que se estén revolcando en sus tumbas.»

Se arrodilló en el suelo y les pidió perdón a sus padres fallecidos una y otra vez, avergonzada por su conducta inmoral. Eran tiempos antiguos, dónde se concideraba a una mujer soltera embarazada como lo peor de la sociedad, un grave pecado imperdonable y si el hombre que la perjudicó no asumía la responsabilidad, eran expulsadas de la familia. Le daban la espalda completamente y dejaban a esas pobres mujeres solas a su suerte, en el mejor de los casos; porque en otros las sacrificaban (las condenaban a muerte llevando su criatura en el vientre, un niño inocente que nunca nacería)

Su mente se llenó de pensamientos nocivos y se deprimió. Lloró allí tendida por largo tiempo. Se autoinfligió ese castigo (permanecer de rodillas) por su mal comportamiento. Al final decidió que esperaría hasta el próximo encuentro para darle la noticia al padre de la criatura y que juntos decidieran qué hacer al respecto. Pero aún faltaba más de medio mes para ese día.

«¿Qué haré hasta entonces?»

«¿Cómo ocultar los síntomas de Ariadna?»

—¡Señorita, Ariete! ¿Por qué está así?, ¿le pasó algo malo?, ¿no sé siente bien?

La sirvienta corrió a ayudar a su joven ama a incorporarse. Ariete aceptó la ayuda sin protestar, tenía las piernas entumecidas y acalambradas. Sola no hubiera podido levantarse del suelo, llevaba más de 3 horas en la misma posición incómoda y desfavorable.

—No tengo nada, estoy bien.

—No se ve para nada bien, está muy pálida y tiene los ojos inflamados... —vaciló un instante, por respeto, antes de decidirse a continuar—, por llorar, ¡tiene dolor! Le avisaré a la señorita, Ariadna.

—No —gritó despabilándose de su estado mental quebrantado.

—Pero usted está mal —insistió la criada.

—Extraño mucho a mi madre, eso es todo, no le digas nada a mi hermana, no quiero que se preocupe.

—Ah, entiendo.

—Puedes retirarte.

—Le traeré algo de tomar para calmar los nervios.

—De acuerdo —aceptó.

Se retiró la joven convencida de que no era nada grave lo que tenía su ama, sintió dolor en el corazón por ella y lamentó una vez más la muerte de su patrona. Apreciaba a sus amos, como todo el personal que trabajaba para esa familia.

***

Debido a que tuvieron intimidad, Ariete quedó embarazada. Estaba vomitando mucho y con mareos a cada rato, tanto era su malestar que no pasó desapercibido para su hermana mayor, por más que se esforzó por ocultarlo.




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