La mujer de Lucifer

Capítulo#8 La nueva.

Capítulo 8 La nueva.

La Ariete de hacía mil años atrás había renacido varias veces hasta llegar a su más reciente versión de la actualidad, en pleno siglo XXI. En todas las vidas pasadas, sin excepción, gosó de las mejores de las vidas, nunca le faltó nada y el mundo estuvo a sus pies. El Dios todopoderoso nunca faltaba a su palabra.

—Padre, yo quiero trabajar en la empresa donde eres una de sus accionistas —le pidió al respetado señor, Anton Thomas. El hombre podía ser muy poderoso sin embargo frente a su hija era un pan, moldeado a la forma que quisiera la jovencita. No podía negarse nunca a sus caprichos, por más absurdos que le parecieran, tarde o temprano terminaba por ceder, no podía mantener un No por mucho tiempo, su rostro angelical y el amor ciego que le profesaba eran su mayor debilidad.

—Hija, eres muy joven, aprovecha la juventud y diviértete con tus amigos. ¿Para que quieres trabajar si lo tienes todo?

Ella era su tesoro más preciado y no podía permitir que nadie la lastimara. Ser un empleado no era tarea fácil y tenía que obedecer a todos sus superiores. Todavía la sentía muy niña para tener que pasar por amargos momentos. Sentía que sus estudios eran demaciada responsabilidad para su princesa, cómo para sumarle algo más.

—Estoy enamorada del vicepresidente, papá. Si no entro allí no tendré ninguna oportunidad de acercarme a él.

Lo tenía cansado con ese tema. Lamentaba el momento en que se lo presentó.

—Ese hombre no me gusta para tí, mi pequeña consentida. A pesar de ser muy exitoso para su corta edad es demasiado frío, autoritario y arrogante, sufrirías mucho con él hija mía, jamás te consentiría como lo hacemos nosotros tus padres.

Una vez más se esforzaba en vano por hacer entrar en razón a su hija.

—Pero papá, si no me dejas voy a sufrir, me encerraré en mi habitación y no comeré. Prefiero morir si no me dejas trabajar con él —amenazó a su progenitor con deliberada intención.

—Déjala hacer lo que quiera, cariño; es nuestra bebé y no quiero que se deprima —intervino su madre a su favor, de alcahueta.

El señor decidió no oponerse más, si su esposa la apoyaba en ese capricho por un hombre, ¿qué más podía hacer?; eran dos contra uno.

—Está bien, ustedes ganan, haré todo lo posible para que la acepten en el período de práctica de este año.

Karla chilló entusiasmada, otra vez había logrado salirse con las suyas, como siempre.

Unos días después empezó las prácticas en la empresa donde el vicepresidente era Owen, el hijo de Lucifer y de ella cuando era Ariete (1000 años atrás).

—Hola, vicepresidente —lo saludó cuando se lo encontró en el pasillo por casualidad, no tan casual. Salía muchas veces de su oficina con cualquier escusa para intentar verlo. Con el objetivo de proporcionar encuentros “casuales” como este que acababa de ocurrir. Ella no dejaba las cosas al destino, ella iba en busca de él por su propia cuenta. Era muy caprichosa y estaba acostumbrada a salirse con las suyas.

—Buenas tardes, señorita Karla —la saludó cortés.

Él era frío e indiferente con todos y no detenía la mirada en nadie por más tiempo de lo necesario, sin embargo a ella la miraba de una forma un poco más especial. Luego del saludo siguió su camino de regreso a la oficina, indiferente.

El tiempo fue pasando y los reiterados encuentros casuales, no iban más allá de eso, muy contrario a lo que imaginó. Era la primera vez que las cosas no salían a su manera y eso la frustraba. Él hombre que amaba sabía mantener a todos a rayas, nadie podía o se atrevía a cruzar sus límites personales, una sola mirada de él, congelaba hasta la primavera.

Un día llegó una chica nueva, se veía muy joven y su forma de vestir era muy excéntrica, para nada apropiada para laborar en las oficinas de una empresa tan prestigiosa, la verdad para ninguna en general, pensó Karla con interés; sin embargo, a pesar de ser extraña le calló bien la nueva integrante y desde un inicio quiso acercarse a ella y ser su amiga. El señor Moore, presidente de la compañía, se la encargó personalmente a Darien, el jefe superior de la oficina, «una lástima que no le asignaron el mismo tutor», lamentó.

Miró con detenimiento a la recién llegada y analizó su vestimenta, era de un estilo rockero, emo, gótico, dark o algo parecido aunque no tan extravagante, concluyó, no sabía mucho de esas cosas, pero sí de marcas y se percató de que todo era barato.  Darse cuenta de ese hecho, en vez de apagar su interés, lo avivó más. Le causó mucha curiosidad cómo una chica tan simple, fuera presentada formalmente por el propio dueño de la compañía en persona.

«Interesante.»

—Bien, eso es todo, sigan en lo que estaban —expresó el poderoso señor Moore y se retiró. Estaba decidida a qué él se convirtiera en su suegro, volvió su atención a la chica y le pareció que estaba acomplejada, su forma de vestir no la favorecía y por eso se convirtió en el centro de atención más que por la novedad. Detrás de la recién llegada apareció Owen y su expresión se volvió soñadora y suspiró, todos los demás empleados volvieron a la anterior expresión de sumisión y respeto que pusieron cuando entró su padre el presidente, e incluso era más marcada que antes. Respetaban más al hijo que al padre. Para sorpresa de Karla, el joven se acercó a la nueva y le dijo algo al oído que no pudo escuchar aunque se esforzó, luego se apartó y ordenó para todos; con esa voz varonil, profunda y autoritaria que la cautivaba.

—Sigan con su trabajo, no necesito nada de ustedes por el momento —y enseguida todos obedecieron a excepción de la nueva chica que se quedó en posición estática.

El amor unirateral de Karla siguió hablando con la nueva en una conversación privada que no duró mucho porque la joven lo ignoró con maestría. Karla sintió admiración, era la primera vez que veía a alguien comportarse de esa forma con el vicepresidente y también a la única que él le había dedicado más atención. Paradójicamente, dado a lo que creía que sentía por Owen, no sintió celos en ese momento, en cambio le agradó más la desconocida.




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