La mujer de Lucifer

Capítulo#17 Sueños o pesadillas.

Capítulo 18 Sueños o pesadillas:


Un hombre increíblemente guapo, un hermoso prado nos rodeaba, mi corazón se aceleraba cada vez más con su presencia y luego todo cambió repentinamente. Estaba en una habitación con decoración muy antigua, mis ojos contemplaban una cruz mientras gemía por el placer que me causaban las caricias suaves y sensuales de un hombre. Alzó su rostro y me encontré con una mirada azul celeste, tan clara y cristalina como un manantial.

—¿Quién eres tú? —pregunté extasiada con su magnífico físico.

—Tú sabes quién soy —respondió enigmático.

Abrí los ojos de golpe, jadeaba sin parar. Otra vez ese sueño recurrente. Se sintió tan vívido. Siempre era así, parecía que lo había vivido y lo que más me desconcertaba era que al despertar olvidaba su rostro y hoy no era la excepción. Por más que me esforzaba en reconstruir esa imagen varonil en mi cabeza, nada. Una suave niebla distorsionaba la claridad de la imagen. Me levanté de prisa y me alisté para ir a la universidad, estaba en período de exámenes, no podía perder el tiempo con la interpretación de un sueño sin sentido.


—Miren quién llegó, la chica modelo. No falta aunque venga en muletas —ironizó Karla.

Layla estaba cansada de que se metiera con ella cada vez que le daba la gana. Pensó disgustada.

—Hola, Karla —no obstante la saludó calmada. En verdad no estaba de ánimos para seguirle el juego.

Karla puso los ojos en blanco.

Era una pesada, pensó Layla y no se refería al peso corporal precisamente. Ocupó su puesto y la ignoró, sin comprender por qué razón seguía aquí si Owen no estaba.

Karla no quería ser así con ella, pero no sabía cómo actuar, no daba su brazo a torcer y no era porque no quería, era porque no sabía cómo hacerlo, siempre había sido muy orgullosa. Se quedó observando a Layla por más tiempo del normal, aprovechando que esta la estaba ignorando por completo, se sintió muy mal al recordar la forma en que la recibió.

«Debo cambiar mi actitud», se decidió, »para la próxima vez será.»

Al día siguiente cuando se volvimos a ver, Layla no pudo evitar soltar la pregunta que rondaba por su mente.

—Karla, ¿por qué regresaste?, Owen se fue y no volverá.

Karla se había estado preparando mentalmente para hablar con delicadeza, pero jamás esperó recibir un ataque por para de la chica, que no lo era, sin embargo ella lo interpretó de esa manera y se alteró.

—¿Tú que sabes? —espetó altanera.

—Su padre me lo dijo personalmente —respondió Layla con paciencia, eludiendo la verdadera razón de su seguidad.  

Karla se entristeció visiblemente de repente.

—La esperanza es lo último que se pierde —expresó reflexiva.

Layla sintió compasión. Le extrañó mucho su actitud inesperada.

—Eres muy joven y hermosa, no pierdas más el tiempo con alguien que no te amará, tú le recuerdas a su madre. Es imposible que te vea como mujer.

Le conto lo que Owen le había dicho una vez. No pretendía herirla con sus palabras, únicamente quería lograr que entrara en razón. Le daba lástima ver cómo esa chica sufría por Owen.

—Sé que no se fijará en mí y con eso que me acabas de contar me queda claro que no puedo esperar nada..., pero esto que siento está más allá de mi control —expresó afligida.

—Lo siento, entiendo muy bien cómo te sientes.

Después que Layla le reveló lo del parecido con la madre de Owen comprendió muchas cosas, se le hizo obvio el porqué de las atenciones que tuvo con ella y que había malinterpretado.


Una tarde Karla entró al baño de mujeres tras de Layla. No sabía por qué tenía tanta fijación con ella. Le provocaba curiosidad y se sentía atraída como si fueran imanes con polos opuestos. La ropa olgada que repentinamente estaba usando su compañera llamaron su atención; también despertaba su curiosidad lo mal que estaba y no mejoraba, recordó el esguince de tobillo que había tenido y se imaginó el peor escenario.

«¿Y si estaba recibiendo maltratados físicos?»

«En la intimidad del baño puede que baje la guardia y pueda descubrir algo.» Pensó y por ese motivo fue que se había tomado el atrevimiento de seguirla con mucha precaución para no ser descubierta.

Miró por debajo de todos los cubículos hasta ver sus pies. Se metió en uno que estaba a su lado, se trepó sobre el inodoro sigilosa y observó para el lado que estaba su amiga. Ser alta la ayudó muchísimo o de lo contrario no hubiera logrado ver nada. No estaba preparada para lo que vieron sus ojos. Layla tenía levantada su blusa y acariciaba su abdomen abultado con mucha delicadeza y de pronto murmuró.

—Bebé, no importa que tu padre se haya ido, yo estoy aquí y te amo.

Todo le dió vueltas. Sintió tanta indignación, el corazón le dolió profundamente.

«Pobre Layla, tan joven embarazada y abandonada por el hombre que amaba.»

Pensó abatida.

Ponerse en su lugar le causó un terrible dolor de cabeza y a su mente acudieron recuerdos que no podían ser reales. Se bajó con cuidado y salió del baño aturdida. No rebeló su presencia porque creyó que no sería bueno para Layla. Debía darle tiempo a que ella misma se lo contara cuando estuviera preparada. Además no estaba en condiciones de hablar con ella, se sentía tan mal y no era bueno trasmitir malas vibras a una embarazada, eso había escuchado.

En vez de regresar a su puesto de trabajo se encaminó al área de los ascensores. Se sentía mareada y se le dificultaba mantener el equilibrio. Seguía recordando cosas ilógicas, sin ningún sentido para ella: un hombre muy atractivo..., encuentros furtivos con él..., el descubrimiento de un embarazo en una biblioteca antigua..., una mujer igual a Layla que decía ser su hermana..., en una habitación los tres y de repente el desconocido se transformó en un monstruo aterrador.

¿De dónde venían esos recuerdos absurdos?

¿Por qué le parecían tan vividos?




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