La Mujer de Ruslan Bozkurt

Capítulo 2

Lo peor que podría ocurrirle estaba sucediendo en ese momento, no sabía si el nudo en su garganta era por rabia o tristeza y no importaba por que aun así dolía tan solo tragar saliva. El corazón le palpitaba tan fuerte que en cualquier momento saldría de su pecho. 

– Vaya, al menos para ti valgo una cantidad digna – Dijo con ironía, y sin emoción es su voz, ¿Qué iba a hacer? Ya todo estaba hecho, su padre había realizado lo que por tanto tiempo había deseado. 

– Él quiso pagar esa cantidad y sabes que no iba a poner ninguna excusa para negarme – Mentira!! Sabía que él había pedido esa cantidad y dolía aún más escuchar de su propia boca que ella no le importaba en nada, pero que se le podía hacer, mínimo no estaba mirando su rostro en el cual seguramente había una gran sonrisa, pues el hombre no le daba era ni siquiera capaz de mirarla a la cara. 

Aysel luchaba por retener las lágrimas, pues no le iba a dar el gusto de verla así, no débil y mucho menos humillada. Las palabras la habían abandonado ante la rabia que la consuma, porque si, a este punto no podía cegarse a creer que lo que sentía era tristeza, al no tener nada más que decir, decidió dejar aquella sala, torpemente se dirigió hacia la salida, pero antes de que lograra aquello con éxito su padre la detuvo, pidiéndole fríamente que se alistara. 

– Descansa y busca algo bonito para mañana – Dijo el hombre con tono tranquilo sin inmutarse. La rubia solo escuchaba el pacífico tono en la voz de su padre y eso sinceramente ya no le afectaba como antes, después de todo las personas se acostumbran a no sentir afecto o al menos había sido así para ella y no se puede extrañar lo que nunca se tuvo, ¿no?  

Realmente la chica no tenía ganas de pelear, ya que cualquier reclamo sería totalmente innecesario y solo sería pérdida de tiempo, no podía rebelarse ante lo dicho por su padre, aunque eso era lo que más deseaba, pues ya era lo suficientemente mayor como para seguir acatando las ordenes de su progenitor. Aysel no se molestó en responder, al final haría lo que él decía, ¿Qué más podía hacer?, solo esperaba que el hombre que la había comprado no fuera un anciano, un hombre que solo buscara un juguete para que lo satisfacera en la cama. 

 Las escaleras hacia su habitación se le habían hecho bastante largas, necesitaba sentir el calor y resguardo que solo podía sentir en su habitación de bonito color purpura, fue ahí donde sus bonitos ojos bicolor soltaron las lágrimas que llevaba reteniendo en frente de su padre, deseaba huir, alejarse de su él y no volver nunca a aquel lugar, pero no podía, no era amor hacia aquel hombre con quien compartía lazos, no, todo era meramente personal, lo que provocaba aquella impotencia de no poder hacer nada.  

Temía salir de aquella casa y que la gente la mirara, pues lo más llamativo en su bonito rostro no era solo su extraordinaria heterocromía, las personas preferían centrar su atención en la cicatriz en su mejilla izquierda, algunos la veían con lastima y otros con un deje de asco, dejar de salir había sido el mejor escape a su tormentosa situación, tal vez nunca había destacado, pero por lo menos su cara no estaba marcada, sabía que su padre la había vendido para deshacerse de ella lo antes posible. 

Las empleadas domésticas interrumpieron sus pensamientos tocando la puerta de la habitación, esperando el permiso de Aysel para poder entrar, mientras ella rápidamente se limpiaba las lágrimas antes de responder. 

– Señorita, el señor le envía esto – Dijo una de ellas acercando una enorme caja, y la rubia extrañada pregunto a las jóvenes lo que era.  

– ¿Sabes qué es? – Pregunto con curiosidad y bastante incertidumbre, no negaría que también con algo de miedo por lo que esta podría contener dentro. 

– Desconocemos señorita, pero, por lo que podemos ver tal vez se trate de algún vestido – Respondió una de ellas mientras salían de la habitación, pues, aunque trataban bien a Aysel eso no quería decir que quisieran problemas con el señor de la casa ya que no se necesitaba ser adivino como para saber que él no sentía una gran estima hacia su única hija. 

Cuidadosamente Aysel tomo la caja y saco lo que había en su interior, inmediatamente se dio cuenta que era un vestido y eso aumentaba la ira y la frustración que sentía, pues no esperaba que aquella pieza fuera algo poco discreto de vestir, ella no era prejuiciosa, pero, podía ver que el vestido más que para una reunión elegante y formal era para un encuentro casual donde se vendía una pieza al mejor postor, que técnicamente era lo que habían hecho con ella pero eso no ameritaba aquella ropa que no era para nada su gusto. Inmediatamente regreso el vestido a su caja cerrándola rápidamente como si en cualquier momento fuera a tirarla por la ventana de su habitación y había estado tentada a hacerlo, pero una cosa era negarse a usarlo y otra deshacerse de él, tal vez eso su padre no se la perdonaría.  

Aysel Polat no deseaba que su vida terminara así, era segura que todo el mundo estaba de acuerdo con ella, pero no sabía que hacer, la probabilidad de escapar era nula, así que lo único que le quedaba era la resignación, resignarse a estar con el hombre que la había comprado. 

Esperando de todo corazón que aquello fuera una pesadilla se ducho y se dispuso a dormir, vaya que eso le había costado mucho, pues la idea de que mañana conocería a aquel extraño que la había comprado le revolvía el estómago, alrededor de la madrugada el sueño había llegado a ella y había dormido tan plácidamente sin imaginar que tal y como lo había pensado, le costaría haberse negado a usar el “regalo” de su padre… 

Hola!!

Aqui un nuevo capitulo de "La Mujer de Ruslan Bozkurt".

¿Que les ha parecido? 

Gracias y no dejen de leer. ❤️❤️✨




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