La Mujer de Ruslan Bozkurt

Capítulo 4

Era obvio que la única incomoda era ella, no sabía que esperar del hombre que estaba a su lado quien se encontraba bastante concentrado en algunos documentos. Pensando con la cabeza fría era una suerte que mínimo fuera joven y no un viejo pervertido como había creído, pero aun así era difícil imaginar al hombre como una persona gentil y caritativa, no tenía ni idea. 

– Aysel Polat... – Murmuro el pelinegro sorprendiendo a la chica quien se tensó aún más al escuchar su nombre – ¿Qué significa? – Pregunto posando su mirada hacia la chica. 

– Ah... – Amaba el significado, pero, era algo que nadie sabía, porque tendría que decírselo aun extraño que compraba mujeres, aunque si sabía su nombre seguro también investigaría eso – Arrollo de la Luna.... Creo – Dijo en voz baja provocando una sonrisa en Ruslan quien emocionado rio sorprendiendo a los presentes quienes inmediatamente fijaron sus miradas en él. 

– Vaya ironía – Dijo él sin dejar reír. 

Parecía que el único animado era Ruslan quien todo el camino no dejo de sonreír, a Aysel le causó extrañeza, pero a Ekrem le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, aun así, nadie rompió el encanto que había envuelto al pelinegro. 

El sol aún no se ocultaba cuando llegaron a su destino, el lugar simplemente había deslumbrado a Aysel quien no dejaba de ver por la ventana, ante esto Ruslan no dudo en hablar. 

– Querida, ¿acaso esperabas que fuera algún burdel o antro de mala muerte? – Pregunto el pelinegro con evidente burla y sarcasmo, pero el silencio de la rubia le decía que eso era lo que justamente pensaba – ¿Qué cosas tan raras maquina esa cabecita tuya? – Pregunto nuevamente dándole un suave toque a la cabeza de la chica. 

La rubia se había reservado el derecho de decir algo, prefería no decir nada que pudiese enfadar al hombre. Todos habían bajado del auto cuando una suave voz los interrumpió. 

– Ustedes deben estar locos – Dijo Dafne mirando a la chica – ¿La secuestraron? – Dijo con horror jalando a Aysel a su lado. 

– Daf eres muy dramática – Hablo Ruslan subiendo las escaleras de la entrada – Mejor dale una de las habitaciones.... y algo de ropa – Aunque no lo hubiera dicho, Ruslan también se había sentido incomodo ante la vestimenta de Aysel, sabía que esa no era elección de ella, pero aun así esa sensación había sido inevitable. 

Ambos hombres habían desaparecido por la grande puerta de la mansión, dejando a Dafne y a Aysel afuera muy extrañadas. 

– Me llamo Dafne, pero me puedes decir Daf – Dijo la chica muy animada fijando su mirada en Aysel. 

– Aysel... – Dijo la rubia intentando comprender que era lo que estaba sucediendo. 

– Bien, deberíamos entrar – Parecía que a la chica le emocionaba mucho poder tener a alguien con ella, a alguien más que no fueran Ruslan o Ekrem, alguien posiblemente de su edad. 

Aysel siguió a la chica hacia al interior de la mansión, quedando sorprendida por lo inmensa de esta, era elegante y sofisticada con una apariencia como si ahí viviera la realeza. 

– Lo sé, es muy... Aburrido para mi gusto – No entendía como Dafne hablaba tan tranquilamente con ella, como si fueran casi amigas, su sonrisa le parecía muy amable y toda ella desprendía alegría. 

La rubia se limitaba a hablar u opinar, así que solo dejo que la chica la guiara hasta lo que sería su habitación. Pensaba tal vez en un cuarto aislado, oscuro o el más recóndito de todo el lugar, pero no, no era nada de lo que había pensado. La habitación era muy amplia, color melocotón y gris, los cuales graciosamente eran sus colores favoritos, otra ironía del destino pensó ella.  

– Espero te guste, te la asigno Ruslan – Dijo Dafne sonriendo viendo a la rubia desde el marco de la puerta, al no obtener respuesta de la chica, Dafne decidió hablar – En la habitación de al lado esta él, así que no dudes en decirle si necesitas algo – Aysel no sabía si realmente podría hacer eso, pero, intentaría que eso no ocurriera – Tranquila no es tan malo como parece, descansa – Dijo dejando a Aysel sola, quien inmediatamente cerró la puerta para al fin poder estar sola y deshacerse de la tela que cubría su rostro y desde hacía tiempo la estaba sofocando. 

– Maldit* trapo – Dijo la rubia en voz alta mientras intentaba tomar aire y dejaba en uno de los muebles la tela.  

No quería verse confiada, pero en primer lugar necesitaba un baño, el cual después de que Dafne se retiró se había dado, además necesitaba ropa limpia, la cual ya se había puesto, se recriminaba mentalmente el haber aceptado tan rápido lo que el hombre le había proporcionado, pero, al final esa sería su vida a partir de ese día, solo tendría que esperar expectante su nuevo futuro. 

.................. 

– Listo se ha quedado en la habitación – Dijo Dafne entrando en el despacho de Ruslan – Pero... aun no entiendo por qué la trajiste – Volvió a decir la chica mientras se sentaba junto a Ekrem quien también estaba allí. 

– Concuerdo, es una locura – Hablo Ekrem fijando su mirada en el pelinegro quien ahora tenía ambas miradas de los chicos sobre él. 

– No es nada malo, además no tiene derecho de hacerme preguntas – Respondió intentando dejar en claro que no quería más interrogaciones. 

– Mira Ruslan, no nos importa que hagas, pero no vayas a cometer una idiotez, espero que las causas sean otras y no lo que creo – Advirtió Daf antes de salir del lugar sin decir nada más. 

– Tiene razón, yo no creo en tu gran amabilidad, pero, ella no tiene la culpa – Dijo también Ekrem, esperando que Ruslan decidiera decirles lo que planeaba, cosa que no había sucedido, pues estaba más que seguro de callar lo que pretendía, y él mismo esperaba que nadie saliera herido, no por su culpa, pensó viendo como Ekrem también salía del lugar. 

– Lo intentare... – Susurro tomando un trago de su bebida que se había comenzado a calentar – Enserio lo intentare... – Él mismo intentaba creer lo que decía, no estaba seguro de que así seria, pero, seguro que lo intentaría, por él, por su hermana, por su pasado, por su presente y en definitiva lo intentaría por esos bonitos ojos bicolor…. 




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