La Mujer de Ruslan Bozkurt

Capítulo 9

La rubia no alcanzaba a comprender del todo, su cabeza se negaba a seguir pensando y dar vueltas en lo mismo. Había sido una tonta, ¿cómo iba a ser posible llegar a más que una sola amistad en un mes? Inevitablemente comenzaban a rodar por sus mejillas mientras salía casi corriendo del lugar, si sorprenderse de los gritos de Ruslan, quien desesperado la llamaba. Una gran mano la jalo hacia una de las habitaciones, tomándola por sorpresa, casi provocando que gritara, era nada más y nada menos que Faruk, quien de forma maliciosa sonreía. 

— ¿No es como creías? — El tono de satisfacción en su vos era más que notable, y mientras veía las lágrimas que derramaba la chuca, no dejaba de preguntarse como estaría el Alfa en ese momento, ¡oh! Como hubiera deseado ver eso, era una pena. 

— Creí que... — Murmuro ella entre sollozos, tocándose la cara para limpiar las lágrimas. 

— ¿Qué él te amaba? — Pregunto el con sarcasmo — Tal vez, creo que tiene una retorcida idea de lo que es el amor — Eso confundía aún más a la rubia, quien se comenzaba a controlar, pues las lágrimas no le estaban ayudando en nada a calmar su alocado corazón. 

— No entiendo.... — Dijo ella captando la atención del hombre quien no dudo ni un segundo en volver a destrozarla aún más. ¡¡Oh diosa!!, él estaba cumpliendo el sueño de muchos, el sueño de destruir al gran Alfa Ruslan y sí que lo estaba disfrutando. 

Faruk la guio hasta salir del lugar, Aysel sin replicar solo hacia lo que él decía, y lo que más deseaba era salir de allí. No había pasado mucho cuando se detuvieron, mientras la rubia miraba atentamente al hombre con algo de recelo. 

— Yo no te mentiré — Afirmo él — Te abriré los ojos — Entre más hablaba el castaño ella menos entendía, que era eso que tanto ocultaba Ruslan — Esta historia será interesante... 

…......................... 

La diosa merecía castigarlo, él solo se había buscado eso, y tal vez no había forma de enmendarlo, pero, de una cosa estaba seguro, lo intentaría, por la diosa que lo intentaría, esa chiquilla no la soltaría por nada en él mundo. 

— ¿Sabes a donde fue? — Pregunto a Ekrem mientras este entraba a su despacho, la mejor idea, a pesar de todo no era seguirla, ella regresaría, lo sabía. 

— Realmente eres egoísta — Dijo Ekrem sin más, con un destello notable de enojo en su voz — Si pensabas hacer algo así, la hubieras dejado en paz, Daf lo dijo, ella no tenía la culpa de lo que el traidor de su padre hizo — Las palabras del beta había hecho enfurecer al Alfa quien comenzó a gritar. 

— ¿CREES QUE ELLA FUE PARTE DE ESTO? — Pregunto exaltado, provocando de igual manera a Ekrem. 

— Yo no sé qué creer — Hizo una pausa — Que creerías tu si el eres la hija del hombre que provocó la muerte de más de media manada en cuestión de horas, la hija de un traidor que vendió a su hermana, saber que hay alguien que desea venganza y tú no tienes idea de ello, pero, eres blanco de él, dime ¿Qué sentirías? — Pregunto más calmado. 

— No es su hija... — Respondió el pelinegro. 

— Y aun sabiendo eso, la usaste... — Entre más escuchaba más desconocía al Alfa, ese no era su amigo, su hermano, él no era tan malo como para ensañarse con un ser inocente y libre de pecado. 

— No...Ella es todo — Murmuro el pelinegro con la voz entrecortada como si estuviera comenzando a sollozar, mientras el beta se hacia la idea de lo que el Alfa quería decir. 

— Acaso ella... — Temía, temía decirlo, porque de ser así todo se complicaría más. 

— Si... — Ahora Ruslan sabia cuan tonto había sido en ocultarlo, pero, era tan bonita que el nunca deseo que la suave burbuja que había creado para ella desapareciera, ella era un tesoro que debía cuidar — No la compre por lastima — Siguió él — La primera vez que investigue al hombre supe de ella y la primera vez que estuve en su casa supe a la perfección que era ella por quien tanto había esperado — Le estaba constando decirlo, pues entre más avanzaba, más patético se sentía — La ame desde mucho antes de cruzar palabra con ella, la ame mucho antes de conocerla, porque ella es... 

— Tu Luna — Ekrem había terminado la frase, en tanto, con su mano derecha se masajeaba la frente — No sé qué decir... eres más tonto de lo que imagine — El amor nos vuelve así y parecía que Ruslan lo estaba, estaba enamorado más de lo que creía, pues eso le había nublado el buen juicio. 

— Iré por ella —Después de confesar todo, la desesperación lo estaba matando, no soportaba imaginar eso bonitos ojos que tanto amaba llenos de lágrimas, que la Luna lo ayudara, porque lo necesitaría, necesitaría toda su fuerza para corregir lo que había provocado su silencio y su desmensurado deseo de protegerla, hasta de él mismo, que lo ayudara porque estaba dispuesto a decirle todo sin mentiras. Lástima, que alguien más ya lo hubiera hecho. 

 …............................... 

¿Por qué a pesar de todo había regresado? Aun se encontraba asimilando si era real o no lo que Faruk le había dicho, se debatía en si era real o una mera locura del castaño, pero, la sola idea de que todo fuera una realidad le partía el alma, pues, la había engañado. 

Se encerró en la habitación que se le había asignado hasta que pudo escuchar la voz de Ruslan mientras al unisón se escuchaba el pequeño golpe en la puerta. 

— Corazón...abre — Dijo él con voz apagada, sonando más como una súplica. 

Sorprendentemente había abierto la puerta permitiendo que el Alfa pudiera entrar para hablar... 

— Todo tiene una explicación — Intento decir el, antes de ser interrumpido de forma brusca. 

— ¿Tan tonta soy? — El pelinegro no entendía la pregunta, no se imaginaba lo que esas simples palabras ocultaban — Deshacerte de mí sería fácil — Ah este punto las lágrimas se volvían a reunir en sus ojos dispuestas a salir en cualquier momento. 

— ¿Qué? — Pregunto él, mientras todo hacía clic en su cabeza, provocando un escalofrió en todo su cuerpo, uno que volvió en cuanto la escucho hablar nuevamente. 




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