El tiempo en la capital pasaba tan rápido que apenas podía creerlo, todo estaba saliendo según lo planeado, habíamos tomado en alquiler una hermosa casa aún más bella que la casona de pueblo, Clarice había hecho las adecuaciones necesarias para las presentaciones, ahora nos presentábamos dos parejas, Lucas y Perla que era una amable chica que se había unido al grupo en cuanto llegamos y por supuesto Aron y yo, además del éxito en las presentaciones nuestra relación se había formalizado y cada día se fortalecía.
Aron y yo estábamos más conectados que nunca, nuestros cuerpos danzaban y nuestras almas lo hacían simultáneamente, nunca logré superar el efecto que este hombre lograba en mi cuando lo sentía tan agitado y lleno de vigor pegado a mi pecho, razón por la que casi todas nuestras noches después de las presentaciones terminaban en un derroche de pasión incontenible, el deseo siempre le ganaba la partida a la razón, dejándonos abrazar por esa llama que se encendía en cuanto nuestros cuerpos desnudos estaban en contacto, nunca me cansaba de esto, al contrario, cada vez necesitaba más de él, era una sed insaciable, me había vuelto adicta a su piel, a su aroma a su ser.
Afortunadamente ya había cumplido 18 años, por lo que legalmente ya era libre de elegir lo que fuera mejor para mí, así que decidí irme a vivir con Aron aunque en realidad era más como una formalidad ya que la mayoría de las noches la pasábamos juntos, la convivencia no podía ser mejor, muchas veces despertaba sobresaltada pensando que estaba en otro lugar pero en cuanto los brazos de Aron me acogían haciéndome saber que no todo iba a estar bien, su dulce voz me confirmaba que no era un sueño, que era feliz, más feliz de lo jamás creí ser nunca.
-te amo Marlyn… -susurró a mi oído mientras me envolvía con sus fuertes brazos.
Contuve la respiración, más bien olvide como respirar en ese preciso momento, ¡me estaba diciendo que me amaba!, era un sentimiento más que correspondido, pero ninguno de los dos había pronunciado aquella palabra, esa palabra valía todo, si salía de su boca, yo lo amaba más que el mismo aire que respiraba.
-Aron yo te amo a ti… -las lagrimas se escapaban sin permiso de mis ojos.
-no… por favor no llores. –suplicaba mientras intentaba secar mis lagrimas. -¿Qué pasa? –preguntó con el seño fruncido.
-es que… todo esto es tan bello que me cuesta creer que sea cierto. –mi llanto era una mezcla entre la más grande felicidad y un miedo enorme. –tengo miedo de que esto termine, de que solo se esfume tan efímeramente como llegó a mi vida. –concluí un poco más calmada.
-no te preocupes linda, esto es real, tan real como que te amo y que lo nuestro es para siempre. –su mirada expresaba sinceridad.
Sus palabras como siempre eran como un bálsamo calmante para mi alma, sus dedos rozaron mis mejillas para secar cualquier rastro de lagrimas, cerré mis ojos para disfrutar de su caricia, el contacto de sus dedos en mi piel se había vuelto mi sensación favorita en el mundo, un segundo después sentí sus labios húmedos y tibios sobre los míos, esa era mi perdición, era el detonante para la lujuria y la pasión, no tenia con que compararlo pero no había nada mejor.
Mis manos se enredaban deseosas en su cabello tirando suavemente de él, mientras él dejaba escapar un anhelante gruñido, su beso se hizo más intenso, mas demandante y yo me perdía cada vez más, mi cuerpo se estremecía bajo el suyo pidiendo más, sentía que un calor abrazador me recorría la sangre mientras hacía que hirviera.
-no te imaginas cuanto te necesito... –gemía en mi boca mientras entraba en mí.
Las palabras no salían de mi boca, mi respiración estaba tan agitada que por un momento pensé que moriría, aunque no habría mejor manera de morir, en cuanto sus palabras llegaron a mi oído, se desató en mí, una corriente estremecedora llevándome al más exquisito orgasmo, podía sentirlo desde el cuero cabelludo hasta la punta de mis dedos.
Allí estábamos tumbados en la cama jadeantes y extasiados por el momento, Aron se giró a mí, yo lo imité.
-te amo… gracias por llegar a mi vida a revolcarlo todo… -una sonrisa sonora salía de su boca.
-gracias a ti, por permitirme hacerlo… -susurré en su oído mientras mordía el lóbulo de su oreja.
ya se cumplían 4 años desde que tomé la decisión de escapar de casa con la esperanza de alcanzar mis sueños, estaba bastante conforme con lo que había logrado hasta el momento, Aron y yo no solo seguíamos con nuestra relación sino que además seguíamos siendo la mejor pareja de baile, durante los últimos años ganamos varios trofeos por participar en campeonatos y concursos particulares que se organizaban en la Capital o en otras ciudades, así tuve la fortuna de conocer muchos lugares, Cali, Medellín, Cartagena y muchos otros.