Se cumplían 5 años de haber formalizado mi relación con Aron y mientras más pasaba el tiempo, más segura estaba que este hombre había sido hecho exclusivamente para mí, amaba cada parte de él hasta sus defectos, si es que los tenía, en cuanto al ámbito profesional las cosas estaban disminuyendo, las presentaciones eran cada vez menos.
Por otro lado Clarice había decidido no continuar más con “alma de tango” por recomendación del doctor, claro está, tras descubrir que su estado de salud estaba siendo afectado por el medio que la rodeaba, su presión arterial había aumentado, no dejándole otro camino que cerrar el establecimiento para irse a vivir a Cartagena, nuevamente por recomendación del doctor, fue doloroso despedirnos de ella, pero era tanta la gratitud que sentía con esa noble mujer, por haberme sacado del hueco en el que estaba, además gracias a ella Aron estaba en mi vida, como no agradecer, así que mi único deseo era que estuviera bien.
Afortunadamente Aron y yo teníamos un ahorro y eso nos permitía vivir bien sin pasar necesidades, además con las presentaciones que realizaba podía seguir cumpliendo con la cuota que enviaba mensualmente a mi casa, eso me daba tranquilidad.
Estar menos sobrecargados laboralmente contribuía a que Aron y yo pasáramos más tiempo de calidad, eventualmente visitábamos “noches de América” este establecimiento se había convertido en nuestro espacio personal para conversar y celebrar ciertas fechas, como cumpleaños, aniversarios en fin, era nuestro segundo hogar.
Los últimos días Aron estaba bastante intranquilo por la falta de trabajo, hasta parecía no dormir bien, era evidente que le preocupaba que la situación no se solucionara, aunque trataba de disimular fingiendo estar bien, lo conocía a la perfección y sabía que estaba perturbado.
-¿amor… quieres ir hoy a bar? –una expresión bastante divertida se reflejaba en su rostro.
-¿Qué? ¿Hoy? –su invitación era bastante extraña, teniendo en cuenta su comportamiento durante los últimos días.
Él asintió con la cabeza esperando mi respuesta.
-está bien, vamos. –acepté aunque seguía pareciéndome extraño, se veía feliz con la idea y no iba ser yo quien acabara con felicidad matutina.
Aquella noche me esmeré mucho en estar bella para él, quería que supiera que nada cambiaba entre nosotros a pesar del tiempo y sus ojos al mirarme salir de la casa me confirmó que había logrado cumplir mi objetivo, sus ojos se abrieron como platos y por poco su mandíbula cae al suelo, una sonrisa victoriosa se apoderó de mi cara al instante.
-¡por Dios Marlyn! –frunció el seño tocándose la mandíbula con los nudillos.
-¿pasa algo amor? –pregunté irónicamente dedicándole una mirada de complicidad.
-no te hagas… sabes a que me refiero… -dijo sonriente mientras me señalaba.
-eso hago… -repasé mi vestuario rápidamente.
-¡me vas a volver loco un día de estos mujer! –advirtió tendiéndome la mano para que la tomará.
-ya lo sé. –le guiñé el ojo mientras entrelazaba mis dedos con los suyos.
Estando en el establecimiento y después de un par de tragos, Aron parecía estar nervioso, se removía inquieto constantemente en su silla, hasta me percate de que sus manos sudaban, ¿Qué le pasaba? No era usual que se comportará así, intenté disipar mi mente, fijándome en las parejas de baile en la pista, hasta que su voz llamo mi atención.
-Marlyn… -se detuvo en cuanto me giré para verlo. –amor, ¿recuerdas a mi tía Ester? –preguntó dándole un sorbo largo a su trago.
-sí recuerdo, ¿Por qué preguntas? –su nerviosismo me estaba contagiando, a donde quería llegar.
-pues… en vista de que no hay nuevas oportunidades de trabajo aquí. –respiró profundo para continuar. –mi tía me ha conseguido una oportunidad para ir a Estados Unidos para participar en un campeonato de tango y pasillo. –concluyó diciendo sin mirarme a los ojos.
Sentí que el estomago cayo a mis pies, mis ojos se abrieron tanto que pensé que mis globos oculares iban a caer sobre la mesa.
-no amor, tranquila no me malinterpretes. –añadió rápidamente al ver mi expresión. –mi pregunta en realidad es, si quieres acompañarme y ser mi pareja de baile. –sus ojos me miraban intrigados.
Solté el aire que mantenía aprisionado en mis pulmones, ni siquiera me había dado cuenta de que no respiraba, las entrañas se me estrujaron al escuchar su propuesta, era como si me pidiera matrimonio, la emoción brincaba en mi interior casi se me salía del cuerpo, pero no quería mostrarle cuan aliviada estaba de saber que no se iría sin mí, que no me abandonaría.