Cuando finalmente fue una hora adecuada para salir, Clarice y Elsa trataron de continuar con su rutina diaria, en la cual Clarice entrenaba y Elsa desempeñaba sus deberes reales; aunque Clarice cumplió bien con sus tareas diarias, Elsa no podía dejar de pensar en ella y para el medio día decidió invitarla a un día de campo privado, solo Clarice y ella, al principio Clarice dudó en aceptar pero al final lo hizo.
– Clarice, ya es hora. –Dijo Elsa con una cesta en las manos.
– ¿Ya... son las 2 tan pronto? -Clarice estaba nerviosa-, qué rápido pasa el tiempo, está bien andando, disculpa Mérida, hoy no terminaremos nuestro entrenamiento. –Dijo Clarice.
– Descuida, diviértete. –Dijo Mérida resignada y Clarice se despidió con una sonrisa.
– Te dije que ella sólo me ve como una amiga. –Susurró Clarice a Elsa al oído.
Clarice y Elsa montaron unos caballos y se fueron, Anna las vio irse juntas y sonrió, ella siempre estuvo enterada de los sentimientos de Elsa hacia Clarice y se alegraba de que por fin se le hubiera declarado.
Mientras cabalgaban Elsa intentó abrir una conversación con Clarice sobre lo que había pasado entre ellas la noche anterior, pero cada vez que lo hacía Clarice evadía el tema, llegó al punto en que debió decirle a Elsa directamente que no quería hablar de eso, o al menos aún no; Elsa sólo dijo que entendía y el resto del camino fue silencioso.
Cuando finalmente llegaron al lugar que Elsa quería, ambas bajaron de los caballos y prepararon todo para el día de campo; en realidad no eran muchas cosas, sólo un par de sándwiches de jamón y algo de beber. Durante toda la comida, Elsa no mencionó la noche anterior, pero una vez que ambas terminaron de comer no pudo seguir conteniéndose; mientras Clarice estaba recostada boca arriba en las piernas de Elsa, ella le acariciaba el cabello y aprovechó la oportunidad para tratar de hablar con Clarice sobre lo que había pasado.
– Clarice... sobre lo de anoche.... -en ese momento Clarice apartó la vista de Elsa recostándose de lado izquierdo-, sé que dijiste que no querías hablar de eso, pero yo quiero hacerlo... yo necesito hacerlo. –Dijo Elsa, al oírla Clarice se quedó pensativa unos instantes y después volvió a mirar a Elsa.
– Está bien, te escucho. –Dijo Clarice.
– Yo... nunca me había sentido así por nadie, nunca había estado con nadie, lo de anoche... me gustó, pero no sé... ahora... no sé.... –Dijo Elsa.
– No sabes qué pasará ahora, qué pasará con nosotras. –Dijo Clarice.
– Sí, además tengo miedo de lo... me aterra el creer que podía lastimarte con mi magia, ya le hice daño una vez a una persona que amo, casi muere, no quisiera que eso se repitiera contigo, no lo soportaría otra vez. –Dijo Elsa.
– Elsa. –Dijo Clarice, pero Elsa no la escuchó.
– Además, jamás se ha visto a una pareja de personas del mismo sexo, no sé si las personas.... –Dijo Elsa.
– Elsa. –Dijo Clarice, pero Elsa siguió sin escucharla.
– Estoy segura de que Anna lo sabe, aún no le digo nada, pero ella es inteligente, yo sé que sabe. –Dijo Elsa.
– ¡Elsa! –Gritó Clarice.
– Dime. –Dijo Elsa.
– Estás congelándome la cabeza. –Dijo Clarice, ella tenía el cabello lleno de escarcha y en algunas partes tenía trozos de hielo, sobre todo en las zonas cercanas a la mano de Elsa.
– ¡Oh! ¡Lo siento! –Dijo Elsa retirando su mano de la cabeza de Clarice.
– Descuida, de todas formas necesitaba enfriar mis ideas. –Dijo Clarice sacudiéndose la escarcha y el hielo de la cabeza. -Ella trataba de ocultarlo para no preocupar a Elsa, pero ese hielo le había provocado un terrible dolor de cabeza-.
– Justamente a eso me refería, soy un peligro para los demás. –Dijo Elsa.
– No, no lo eres, sólo eres una mujer muy apasionada, además yo tampoco soy perfecta, lo que pasó anoche podría ser un ejemplo. –Dijo Clarice.
– ¿Lo dices... porque me mordiste? –Preguntó Elsa.
– Sí. –Dijo Clarice.
– Ya te dije que no me importaba, si no lo podías evitar estaba bien. –Dijo Elsa.
– Aun así, no quiero lastimarte. –Dijo Clarice.
– No, yo no quiero lastimarte. –Dijo Elsa.
– Lo sé, pero hay cosas que son parte de nosotras y por más que nos esforcemos no lo podremos cambiar, te amo Elsa y no me importa tener hielo en mi cabeza o en cualquier otra parte de mi cuerpo mientras pueda estar contigo. –Dijo Clarice.
– El frio me es parte de mí, puedo amar, pero mi amor es frio. –Dijo Elsa; Clarice acarició una de sus mejillas.
– El frio me encanta. –Dijo Clarice, Elsa derramó una lágrima y Clarice la besó en los labios.
– Te amo Clarice. –Dijo Elsa.
– Y yo a ti, y para tu tranquilidad... a mí también me gustó lo que hicimos anoche, más de lo que podría expresar. –Dijo Clarice, al escucharla Elsa sonrió y besó a Clarice en la frente y después en los labios.
– ¿Por qué no querías hablar de eso? –Preguntó Elsa.
– Yo tampoco había estado con alguien antes, no sabía qué decir, por eso te dije que hablaras primero. –Dijo Clarice.