La Mujer Inter-Dimensional

Capítulo 8

Elsa y Clarice estuvieron en todos los reinos de las princesas que conocían, el primer reino que visitaron fue el de Rapunzel, seguido del de Blanca Nieves, después el de Bella, Mérida, Ariel, Jazmín y así. En cada reino que visitaban se quedaban ahí el tiempo suficiente para explorar todo el lugar y conocer mejor sus paisajes, tradiciones y costumbres, ellas en verdad estaban divirtiéndose y no perdían oportunidad para relajarse o ponerse más románticas.

En el fondo no querían que su luna de miel terminara, pero mientras estaban en el reino en el que vivían Mulán, cayeron en la cuenta de que ya habían estado de viaje poco más de un año, Elsa comenzó a preocuparse por su gente y Clarice por sus soldados, ambas decidieron que ya era hora de regresar, pero no se sentían tristes por eso, estaban satisfechas con todo lo que habían hecho y vivido, sin embargo, en su viaje de vuelta se encontrarían con una sorpresa que cambiaría todo para siempre.

Ocurrió en un sendero desolado a las afueras de Arendelle, mientras Elsa y Clarice hacían su viaje de regreso a casa, era de noche y llovía, pero ellas decidieron seguir caminando, pues les gustaba sentir la lluvia, aunque acordaron que si empeoraba buscarían o harían un refugio, sin embargo, en el camino Clarice escuchó un ruido peculiar y familiar que nubló su mente por completo, lo único en lo que podía pensar era en encontrar la fuente de dicho ruido.

– Las tormentas son maravillosas. –Dijo Clarice disfrutando de la lluvia (aún no escuchaba nada extraño).

– Lo sé, me sorprende que no les temas considerando que te golpeó un rayo durante una de ellas. –Dijo Elsa.

– No, no les temo, ni siquiera sentí dolor, además... gracias a él estoy aquí ¿O no? –Dijo Clarice, en ese momento ella escuchó el ruido.

– Supongo que tienes razón -Clarice ya no le estaba poniendo atención, ella miraba hacía otro lugar y de hecho parecía alterada-, ¿Clarice? ¿Te sientes bien? ¿Sucede algo? –Preguntó Elsa preocupada.

– Shh. –Dijo Clarice tratando de escuchar el ruido de nuevo.

– ¿Qué ocurre? –Preguntó Elsa y Clarice volvió a escucharlo.

– Eso ¿No lo oyes? –Dijo Clarice y comenzó a moverse lentamente.

– No escucho nada. –Dijo Elsa y el ruido volvió a surgir.

– Es distante, pero no demasiado, no logro ubicar de donde viene. –Dijo Clarice y continuó caminando, pero cada vez más deprisa.

– Clarice, trata de calmarte y explícame qué... -en ese momento el ruido volvió a surgir y esta vez Elsa si lo escuchó-, ¿Eso es...? –Dijo Elsa tan sorprendida como Clarice.

– ¿Entonces ya lo oíste? –Preguntó Clarice.

– Sí. –Dijo Elsa y volvió el ruido.

– Es un llanto, ese llanto... ¡Ese llanto yo...! –Dijo Clarice y salió corriendo.

– ¡Espera Clarice! –Dijo Elsa, pero Clarice ya no la escuchaba, sólo le importaba encontrar la fuente del llanto y después de correr y buscar por todo el caminó, finalmente lo encontró.

– ¡Elsa! ¡Aquí! –Dijo Clarice, ella se sorprendió al ver lo que encontró, era un bebé recién nacido envuelto en una manta verde sucia abandonado en medio del sendero, tan pronto como lo vio, Clarice lo tomó en sus brazos, poco después llegó Elsa.

– Oh, por Dios. –Dijo Elsa, ella también se sorprendió al ver al bebé, él se había calmado un poco después de que Clarice lo tomó en brazos, pero después volvió a llorar.

– No podemos dejar que siga mojándose. –Dijo Clarice, pero no dejaba de ver al bebé.

– Estoy de acuerdo, pero la aldea más cercana está muy lejos aún, tendremos que crear un refugio. –Dijo Elsa.

– Entonces nos haré una cabaña. –Dijo Clarice.

Con su magia, Clarice hizo una cabaña, que más bien parecía una casa, en cuestión de segundos; la cabaña era muy grande en realidad, tenía dos pisos, 5 habitaciones, cocina, comedor y una chimenea con leña suficiente para pasar la noche, además de baño y utensilios para cocinar.

– Excelente trabajo. –Dijo Elsa.

– Gracias. –Dijo Clarice y entró con el bebé, seguida de Elsa.

Una vez dentro, Clarice encendió el fuego de la chimenea, le quitó la manta mojada al bebé y calentó un poco de agua para bañarlo para así evitar que se enfermara, entonces descubrieron que no se trataba de un niño, sino de una niña, a Elsa le sorprendió un poco ver a Clarice así, pero a una parte de ella, le gustaba y la dejó hacer lo que quisiera, ella uso su tiempo para preparar algo de cenar -ya que Elsa y Clarice tenían capas con capuchas, no se mojaron en la tormenta por lo que no se preocuparon por enfermarse-.

Mientras Clarice bañaba a la beba, ésta dejó de llorar, parecía que disfrutaba del agua caliente, cuando terminó el baño, Clarice se quitó su chaqueta, la cual era caliente y estaba seca, y con ella arropó a la bebé con mucho cuidado para no lastimarla, asegurarse de que estuviera cómoda y respirara bien, Elsa se dio cuenta de eso y al ver la escena sonrió, Clarice no soltaba a la bebé ni por un segundo.

– Parece que se quedó dormida. –Dijo Elsa.

– Sí, pero aún creo que tiene hambre, por desgracia no puedo hacer que aparezca leche para ella. –Dijo Clarice.

– Si tuviera hambre no se habría quedado dormida, pero es muy pequeña así que seguramente en un rato sí le dará. –Dijo Elsa.



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En el texto hay: elsa arendelle, fanfi, fanatacia

Editado: 07.03.2025

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