La Mujer Inter-Dimensional

Capítulo 14

Tan pronto como Clarice llegó al escondite de sus captores, volvió a tratar de romper las cuerdas con las que la ataron y aunque al principio parecía otro intento inútil más, logró hacer que el extremo que la sujetaba al caballo se rompiera, y sin pensarlo dos veces trató de huir, sin embargo, la cuerda fue sujetada por varios guardias del lugar, lo cual frustró su intento de escape, además de hacer que el líder de aquella organización le pusiera toda su atención.

– ¿Cuál es el problema señores? –Preguntó el jefe un hombre de casi 2 metro, robusto mugriento y con un parche en el ojo derecho.

– Una mujer muy terca señor, es una salvaje. –Dijo uno de los hombres.

– ¿En serio? –Dijo el líder acercándose a Clarice.

– Sabemos de buena fuente que ella solía ser una reina, además de guerrea, ella fue quien ganó la guerra a la que nos envió a conseguir mercancía. –Dijo uno de los hombres.

– ¿A sí? -el líder sostenía el mentón de Clarice- nosotros ya hemos sometido a reyes y capitanes, esta no tiene por qué ser diferente. –Dijo el líder y Clarice lo mordió.

– ¡Amóldensela! –Dijo uno de los hombres y otro amordazó a Clarice.

– No, no lo hagan, si ella quiere pelear, pelea le daremos, le enseñaremos quien manda. –Dijo el líder señalando a una jaula gigante.

Los hombres metieron a Clarice en una jaula gigante en la cual debía pelear contra cualquier hombre que entrara también, la ventaja que ellos tendrían es que sí podían usar armas, pero ella no. El primer hombre que entró tenía un látigo, gracias a su velocidad, Clarice lo esquivo fácilmente mientras que al mismo tiempo se le acercaba y cuando estuvo suficientemente cerca, lo golpeó tan fuerte en la cara que lo hizo caer y no volvió a levantarse; el segundo llevaba un enorme martillo que apenas podía alzar, lo que lo hacía sumamente lento, Clarice se dio cuenta de eso y aprovechó la primera oportunidad para noquearlo igual que al primero.

Durante horas, los hombres continuaron entrando a la jaula con Clarice, ella enfrentó a todos y cada uno de ellos, y los derrotó, algunos con más facilidad que a otros, pero al fin y al cabo los venció, el jefe estaba furioso, pero sabía qué hacer.

– Señores, encadenen a esta mujer al poste, sin comida ni agua 3 días. –Dijo el jefe y sus hombres obedecieron.

El poste (como dice el nombre) era un pequeño poste de madera que quedaba justo debajo del sol ardiente, la persona atada ahí, está todo el día bajo los rayos del sol sin un solo segundo de sombra; cuando Clarice fue encadenada ahí, trató de liberarse, pero estaba cansada por tantas peleas y el calor no la dejaba concentrarse en un plan para huir, al final decidió sentarse y meditar, pretendía permanecer en trance hasta que se cumplieran los tres días, así tal vez no sentiría, hambre, sed, ni calor.

Durante 3 días, Clarice permaneció inmóvil, las personas que estaban atrapadas en el lugar no podían dejar de observarla, ellos tenían la esperanza de que ella sería quien los liberaría, pues habían visto sus habilidades de batalla; cunado finalmente llegó la mañana del cuarto día, el jefe hizo que soltaran a Clarice y volvieran a meter a la jaula, pero esta vez no la haría luchar contra los esclavistas, ella se enfrentaría al mismo jefe.

Al principio, él le hizo la vida difícil a Clarice, tal vez, por estar meditando, ella no había sufrido mucho por la falta de agua y comida, sin mencionar la exposición al sol, aun así, su cuerpo estaba cansado, Clarice estaba sumamente débil y no se podía defender; con cada golpe que recibía de parte del jefe, los otros presos perdían más y más sus esperanzas de ser liberados, ella llegó a un punto en el que su cuerpo se entumeció y dejó de moverse.

El jefe vio a Clarice de rodillas en el suelo y creyó que se había rendido, él utilizó ese momento para darle un sermón a sus hombres, regocijarse y mofarse de Clarice, los hombres también comenzaron a burlarse y los prisioneros sólo dejaron de mirar con todos sus sueños y esperanzas destruidas, nadie se dio cuente de que ella tan sólo estaba reuniendo fuerzas; cuando el jefe se acercó a Clarice a darle un último golpe para demostrar su superioridad, ella lo esquivó y utilizó sus últimas fuerzas para darle un golpe con el cual cayera al suelo y no se volviera a levantar (como acostumbraba) y por suerte, tuvo éxito, su golpe fue tan fuerte que aquel hombre atravesó los barrotes de la jaula, dándole la oportunidad de escapar.

Lo primero que hico Clarice después de salir de esa jaula, fue ir a beber un poco de agua, tras rehidratarse recuperó fuerza y se dio cuenta de que ya podía volver a usar su magia, con ella destruyó las cadenas que mantenían presos a los demás y abrió sus celdas, también destruyó los dardos venenosos que podrían quitarle su magia otra vez; al ver su poder, sus captores no dudaron en huir del lugar, todos y cada uno de ellos escapó y jamás se volvió a saber de ninguno, excepto el jefe, quien trató de detener a Clarice con todas sus fuerzas, ella no tuvo más opción que eliminarlo.

Una vez que todo terminó y las personas fueron libres otra vez, le dieron las gracias a Clarice, tomaron todas las provisiones que pudieron y emprendieron su viaje de vuelta a sus casas, sin embargo hubo una mujer que decidió quedarse a su lado, su nombre era Madeleine.

– ¿Qué pasa contigo? ¿No quieres volver a casa? –Preguntó Clarice al ver que Madeline no tenía intenciones de irse como los demás.



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En el texto hay: elsa arendelle, fanfi, fanatacia

Editado: 07.03.2025

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